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Poderosos servicios de milagros

13 de mayo de 2014

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

Más de 23 mil personas asistieron a los servicios de milagros que se llevaron a cabo el 27 de abril. Entre lágrimas y aplausos, fueron testigos de la obra que el Señor hizo en quienes recibieron su milagro.

Uno de los testimonios más impactantes fue el de Evelyn, una mujer que padecía de  tendinitis que le impedía mover su brazo derecho, incluso usaba un inmovilizador. Ella explicó que hace un tiempo el Señor le devolvió la salud luego de una fractura de cráneo, y el domingo, sanó sus brazos. “Puedo moverme, el dolor desapareció”, dijo emocionada.

La joven Jenny sufría de pancreatitis desde hace cuatro años, período en el que padeció múltiples crisis de dolor y vómitos por lo que fue necesario hacerle un cateterismo e inyectarle demerol. Ella sufría de una endometriosis en los ovarios que se extendió al páncreas. Su situación era crítica, incluso se hablaba de la posibilidad de extirparlo. Pero el domingo, feliz expresó: “¡El Señor me dio un páncreas nuevo! Me quitaron los ovarios y el útero, pero no me quitarán el páncreas. Ya puedo comer, no me duele, ni siento nausea”.

Keily, y su mamá Mariela, daban gracias porque la niña ahora puede ver perfectamente bien sin sus lentes. Ella sintió calor en los ojos y le pidió la Biblia a su mamá para comprobar si podía leerla. Se asombró porque, a pesar de la letra pequeña, pudo leer: “El Señor es mi pastor, en pastos verdes me hace descansar…” Muy emocionada dijo: “Antes no podía leer, ahora sí puedo hacerlo”.

Jennifer, una pequeña de ocho años, llegó desde Amatitlán con su mamá. Al escuchar que toda enfermedad de los ojos desaparecía, la señora oró por su hija. Entonces, a la niña se le cayeron los gruesos lentes que usaba por los problemas de miopía y fue capaz de leer en una hoja: “Porque ninguna cosa será imposible para Dios”. La pequeña muy emocionada dijo: “Cerré mis ojos y sentí como fuego, al abrirlos le dije a mi mamá que ¡ya podía ver bien!”

La historia de Kendy, una joven de diecisiete años, impactó a todos. Ella  asiste a un grupo de amistad de la iglesia desde los once años, y su líder ha orado por su recuperación desde que le diagnosticaron el síndrome de Guillain Barré, el padecimiento degenerativo que afecta los músculos y nervios y provoca la pérdida de movilidad hasta que la persona muere. Con lágrimas y visiblemente conmovida Kendy pudo caminar en la plataforma sin ninguna limitación. “Tengo fuerza en mis dedos y en mis piernas, ¡hasta puedo correr!”, aseguró emocionada, mientras demostraba lo que decía.

Ander, un niño de dos años, padecía de una desviación congénita de sus rodillas. Desde hace unos meses debía usar aparatos ortopédicos para caminar, ya que era difícil que sus rodillas lo sostuvieran. Ahora sus rodillas se ven en perfecta posición y Ander, lleno de vida, caminó, corrió, saltó y hasta hizo piruetas frente a todos, con una hermosa sonrisa en su rostro. “Nunca dejamos de creer y Dios nos hizo el milagro”, afirmó su padre muy emocionado. “Doblamos nuestras rodillas  dando gracias al Señor”, dijo su mamá con lágrimas en los ojos, feliz de ver sano a su pequeño hijo.

Jannine es una señora a quien le diagnosticaron un tumor frontal derecho que iba creciendo en el cerebro, y debían operarla. Los síntomas eran mareos tan severos que no podía mantenerse en pie, pero el domingo sintió como fiebre en su cabeza y se pudo poner de pie sin sentir mareo o dolor. “¡Ya puedo caminar! Estoy segura de que mis exámenes saldrá bien. Creo que el Señor me ha sanado, porque no siento nada de lo que antes me afectaba”, dijo impactada por su salud.

Diana padecía de osteoporosis. Hace catorce años que su cadera se degeneraba por lo que ya no podía caminar y hacer ciertos movimientos que le causaban terribles dolores. Tenía una pierna más corta, pero el domingo ambas piernas se alinearon a la misma altura. ¡Incluso hizo sentadillas y corrió! Su esposo dijo: “Había que ponerle una prótesis, pero ya no será necesario”.

Sara Mishaan, presentadora en medios de comunicación, fue diagnosticada con un prolapso en la válvula mitral del corazón. Ha estado en cuidados intensivos en el hospital, incluso ha sido necesario inyectarle morfina para aliviar el terrible dolor en el pecho. “Hoy sentí como si me quitaran la espada que me atravesaba el pecho. Fue de verdad impresionante. El dolor y el agotamiento han desaparecido”, aseguró, dándole la honra y la gloria al Señor.

Dalila enfrentó una sustitución completa de rodilla, pero comenzó a padecer de la otra rodilla y se le dificultaba mucho caminar. Lo más doloroso era levantarse cuando estaba sentada porque le dolía terriblemente. El domingo sintió como electricidad en sus piernas. Pudo ponerse de pie sin dolor y caminar. “Vivir en Cristo es lo mejor que nos puede pasar”, dijo agradecida por el milagro que recibió.

Helen y Marleny fueron sanas de neuropatía, un problema en el sistema nervioso que provoca terribles dolores. Helen, joven de veintitrés años, sufría de la enfermedad por una complicación de la diabetes, pero el domingo, el dolor desapareció. A Marleny le dijeron que su padecimiento era provocado por esclerosis degenerativa. “Me dolía que me tocaran”, explicó. “Ahora no me duele nada”, dijo muy agradecida.

Sofi, hermosa niña de dos años, tuvo complicaciones al nacer y estuvo clínicamente muerte durante ocho minutos. Sus padres, Christian y Lorena cuentan que los médicos les dieron un mal pronóstico. Dijeron que su hija no podría caminar y que tendría problemas neurológicos. Gracias a Dios todo ha sido mejor de lo que decían, aunque sí tenía daño en la cadera, lo que provocaba problemas para caminar y le hacía imposible correr. Pero el domingo pudo correr. “Mi corazón está agradecido. Ella es un milagro, pero sabíamos que el Señor iba a completar Su obra en nuestra hija”, dijo su padre.

Carlos Quintanilla fue diagnosticado con mal de Parkinson y el domingo encontró sanidad. “¡Mis manos ya no tiemblan!”, dijo con alegría.

Alejandra es una señora que ha sufrido catorce años del mal de Parkinson. El domingo sintió como si la operaran con tijeras y en ese momento dejó de temblar. Ofelia, su vecina, la llevó y compartió: “Casi no podía caminar y temblaba muchísimo. El viernes, en una actividad, tuvimos que sacarla cargada. Ahorita puede estar de pie y ya no tiembla”. También padecía de diabetes; se inyectaba insulina dos veces al día, pero le tomaron pruebas de sangre y su nivel de azúcar estaba bajando. ¡Ella fue sana de Parkinson y de diabetes!

Celeste, joven de 14 años, tenía una pierna más corta, lo que provocó escoliosis, es decir que tenía desviada la columna. Ahora sus piernas están del mismo largo y su columna está perfectamente alineada.

De nuevo hemos visto cómo se ha hecho realidad el deseo del Señor, quien anhela sanidad para Sus hijos, en el nombre de Jesús.

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