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27 de abril de 2018

Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando una planta nace, necesita nutrientes, factores que le hagan porras y le digan: “Crece, ve hacia arriba, da frutos”. También hay factores adversos que la limitan. La planta comienza a abrirse espacio, pero hay elementos que no le ayudan. Un factor es la sequía. En ese tiempo a las plantas les quedan marcas. Las vetas de un tronco son marcas de inviernos y veranos. Pero en tu caso, todo ayuda a bien a pesar de que los factores y el ambiente se vean muy mal. En los árboles todo está escrito, ellos cuentan su historia en su tronco. Somos como árboles, año con año enfrentamos sequías e inviernos que nos dejan marcas[1].

Incluso el Evangelio nos deja marcas, ilusiones y desilusiones. La sequía puede afectarnos, pero también la falta de alimento. Las plantas necesitan abono, que, por desagradable que parezca, puede ser excremento de animales: gallinaza, cerdaza, lombricompost. No sé con qué te han abonado, pero sé que todo ayuda a bien para los hijos de Dios. Una persona con actitud de gallina puede que haya volcado algo en ti, y eso desagradable no te hará daño, sino que será abono para tu crecimiento. A veces nos tiran piedras, porque eso sucede a los árboles que dan fruto. Tienes la capacidad para transformar toda cosa mala en algo bueno. Todo te servirá para crecer, levantarte y dar fruto. Tendremos resiliencia. Un ejemplo, el pueblo judío, una nación que ha enfrentado grandes dificultades y oprobios, pero no solo ha sobrevivido, sino que ahora es próspera y fuerte. Son hijos de Abraham y al día de hoy van al frente en muchas cosas[2]. Hace poco fui a Dubái, donde una persona me hablaba de la bendición de Ibrahim, descendencia de Ismael, hijo de Abraham con la egipcia.

De Abraham viene Ismael, Isaac y Jesús[3]. Ellos piensan en grande, son prósperos porque se han convencido de la bendición ancestral. Nosotros debemos pensar de la misma forma.

Hemos resistido, nos han dado duro; no sé qué puede venir, pero sé que en nosotros existe la bendición de Abraham y tenemos la capacidad de avanzar. No sé qué gallina o lombriz te pasará a dejar bendición. Ellas comen fibra, la procesan y la sacan. Necesitamos abono que es materia que no huele bien, pero que contiene nutrientes para nuestro crecimiento. En este país hay muchas cosas tiradas, menospreciadas, ¿qué dices si la procesamos y la usamos para bien?

Incluso tenemos familiares y “ami-enemigos”, que dicen estar de tu lado, pero cuando caes, están felices por eso. Es mejor tener enemigos que de estos. Cuántos proyectos tienes que otros desean que fracasen. ¿Cómo aniquilarlos? Siendo nosotros personas empáticas y amigas de verdad. Debemos ser leales y honorables para apoyarnos genuinamente.

Hagamos un pacto: “Señor, yo creo en la bendición de Abraham, creo que soy del pueblo cristiano, soy de aquellos que transforman las cosas negativas en positivas, creo que todo ayuda a bien, quiero crecer, te pido que me abones, que use las sequías, a los ami-enemigos para crecer, declaro que sobreviviré, que iré a más y mejor”.

Transformaré todo lo malo en bueno. Todo será para bien, aunque no lo entienda. Aunque huela mal, aunque se vea mal, lo tomaré para mi beneficio.

Mil veces más recibiremos bendición de Dios[4]. Multiplicación es lo que me sorprende de las semillas que son capaces de dar abundante fruto y muchas semillas más. ¡Creamos que recibiremos mil veces más! Tenemos la capacidad para procesar heridas, problemas, frustraciones y convertirlos en bendición. Cuando Dios habla de multiplicar habla de cosas tangibles que se pueden contar, no es algo trillado, es algo verdadero. ¡Qué venga todo, sequía, abono, pero me voy a multiplicar mil veces más!


[1] Gálatas 6:17: De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.

[2] Génesis 16:10: Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud.

[3] Gálatas 3:16 NTV: Dios ha dado las promesas a Abraham y a su hijo. Y noten que la Escritura no dice «a sus hijos», como si significara muchos descendientes. Más bien, dice «a su hijo», y eso sin duda se refiere a Cristo.

[4] Deuteronomio 1:8-11: Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a su descendencia después de ellos. Nombramiento de jueces. En aquel tiempo yo os hablé diciendo: Yo solo no puedo llevaros. Jehová vuestro Dios os ha multiplicado, y he aquí hoy vosotros sois como las estrellas del cielo en multitud. ¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga, como os ha prometido!

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