25 de agosto de 2019
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Nuestros sacrificios hablan de quién es Dios en nuestra vida. Sara, Rebeca y Raquel, ante el problema de esterilidad, decidieron sacrificar algo y de esta forma mostraron su amor al Señor por sobre todas las cosas, encontrando así la solución. Porque no hay esterilidad que sea más determinante que un sacrificio delante de Dios. No hay amor sin sacrificios. Nuestro amor por nuestro Padre se debe ver reflejado en lo que estamos dispuestos a hacer por Él.
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El Espíritu Santo nos dio su óleo para conservar la alegría, el gozo y nunca amargarnos.
En esta vida todos debemos algo a alguien y, sobre todo, a Dios.
La raíz crece en secreto y el fruto está a la vista de todos.