08 de diciembre de 2018
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Jesús nos conoce cuando nos amamos a unos a otros, no comparando nuestras historias, sino preparándonos cuando Él regrese. Cuando amamos a otros, lo amamos a Él. Cuenta con pasión la historia del Evangelio con tus acciones y cuando veas a Jesús te darás cuenta de que cada dificultad valió la pena.
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En la discrepancia entre lo real y lo ideal se encuentra la frustración, pero esa imposibilidad de tener o lograr aquello que se desea es la antesala para ver un milagro generado por la fe en una promesa de Dios.
Un padre de familia puede sufrir el síndrome de responsabilidad adquirida capaz de obstruir el beneficio de recibir la visitación de Dios, debido al enfoque constante de dar a los suyos; por eso Jesús enseña que siendo proveedores, como hijos, podemos recibir buenas cosas de nuestro Padre celestial.
Un canal de servicio empresarial provee una experiencia gratificante que brinda bienestar a quien lo recibe, de igual manera, entre el milagro que Dios hace y quien se beneficia está otra persona: un servidor lleno de compasión.