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El que persevera, alcanza

23 de abril de 2016

Tiempo de lectura: 4 minutos

Al enfrentarnos al mundo real, la fe puede debilitarse. Cuando algo nos duele, cuando vemos dificultades económicas, no debemos desmayar, y lo logramos al orar siempre. Cuando llegas a la iglesia, sales optimista, con energía, pero luego, el mundo fácilmente cambia nuestra buena actitud.

 

Sobre la actitud de no desmayar e insistir, Jesús puso el ejemplo de un juez sin temor a Dios ni respeto por el hombre, talvez corrupto, ¡pobre de aquel que debía presentarle su caso! Además, Jesús pone una situación de extrema necesidad, un viuda. ¿Qué quería enseñar a Jesús respecto a orar y no desmayar? Insistencia, porque ella perseveró y no desmayó hasta que su petición fue escuchada[1]. La perseverancia es lo que te ayudará a obtener buenos frutos.

 

La viuda iba donde el juez una y otra vez. Ella buscaba justicia. Imagino que buscaba al juez por todas partes. Si le crees a Dios por algo, y te lo promete, no te quedes con los brazos cruzados, debes insistir hasta ver tu milagro. Si estás desmayando en tu grupo, necesitas perseverar. Es decir, tener la capacidad divina para seguir adelante a pesar de los obstáculos y los deseos de rendirte. A lo mejor ya no quieres seguir, pero es necesario hacerlo. Perseverar es una orden del Señor. Debemos insistir hasta el fin, hasta obtener nuestra corona. Nuestro Padre celestial nos ha dado dones y talentos para alcanzar Sus promesas, para perseverar.

 

En otra parábola, vemos a un hombre que fue a media noche a pedir algo de comida a un amigo[2]. La primera respuesta que escuchó fue “no”. A veces decimos que “es de Dios recibir una respuesta negativa”, pero no es así. ¡Imagina a la mujer sirofenicia conformándose con el no de Jesús!, diciéndole: “Ah, perdón, no quise molestarte”. Pero no fue así, ella insistió, su fe se ensanchó y recibió lo que pedía.

 

Persevera en el Señor y obtendrás todo lo que necesitas. Todos tenemos esos amigos inoportunos y a nadie le gusta que alguien llegue tarde por la noche a despertarnos, ¡menos si nuestros hijos pequeños ya están dormidos! El amigo le dio lo que le pedía con tal de que ya no lo molestara. ¡Nada de sentir vergüenza! Insiste en pedir para recibir, en buscar para encontrar y en llamar para que te abran la puerta. Es el tiempo de salir y pedir esos milagros, buscar esas almas y llamar porque se abran puertas. Los solteros deben tener ánimo, dile: “Hey, tú, quiero conocerte”. Es decir, ten valor para acercarte y preguntar. A Dios le gusta que insistas en lo que anhelas. ¿Crees que ese matrimonio no va más? Insiste y te garantizo que la promesa del Señor se cumplirá. Oremos siempre, perseveremos en pedir para recibir.

 

La parábola del sembrador nos habla de la semilla que cae en diferentes tipos de tierra. La tierra fértil no tenía piedras, ni espinos, pero incluso en esa tierra buena, la semilla necesitaba perseverar para crecer y dar fruto. Por muy fértil y bueno que seas, no obtienes fruto si no perseveras, así que insiste en buscar al Señor, tener fe y crecer. La buena tierra debe retener la semilla de la Palabra del Señor. Eso es lo primero, buscar a solas al Señor, escucharlo. Dios quiere que le hablemos y también quiere hablarnos para que Su semilla produzca fruto en nosotros. Siendo buena tierra, serás de los que perseveran.

 

Un tipo de tierra ni recibió la semilla porque los pájaros se la llevaron. No permitas que alguien o algo te robe la semilla. Cierra el oído a toda palabra de Satanás y sé constante para que la Palabra de Dios puesta en ti, dé fruto. Es tiempo de callar todas voz externa que te desanima. Vence ese obstáculo. La segunda tierra tenía piedras, era algo interno, no permitas que tus piedras, la ira, la tristeza, la frustración sequen esa semilla de la Palabra que quiere germinar. El Espíritu Santo será bálsamo para tu corazón, para levantarte, convencido de que eres valioso, un vencedor en Cristo Jesús. La tercera tierra tenía espinos, es figura de la persona que permite que los afanes del mundo, la crisis financiera, los problemas en la familia,  se roben la semilla de la Palabra. Pero no debes permitir que algo te robe tu bendición.

 

¡Aprendamos a perseverar en el Señor! Declaramos que toda tierra es fértil en el nombre de Jesús, ya no hay aves que se roben la semilla, no hay piedras y espinos que la ahoguen, porque seremos perseverantes para lograr que dé fruto en nosotros.

[1] Lucas 18:1-5 relata: También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.

 

[2] Lucas 11:5-10 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

 

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