25 de septiembre de 2022
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Dios tiene promesas grandes y preciosas,[1] así que podemos confiar en que hay algo más para nuestra vida. Como dato curioso, en la Biblia hay 3 mil 575 promesas Suyas, y una promesa —sobre todo si viene de Él— implica una oferta con resultado garantizado,[2] pero para recibirla antes debemos aceptar esa oferta. El Señor tiene promesas tanto para quienes sufren injusticias o persecución,[3] [4] [5] como para quienes padecen de escasez de recursos[6] [7] y para quienes necesitan sanidad física.[8] [9] Él no miente, por eso aférrate a Sus promesas.
Sin embargo, de entre todas las promesas de Dios, hay cuatro que debemos tener siempre presentes y las encontramos implícitas en el capítulo 6 de Éxodo:[10] la primera es una promesa de salvación (donde leemos: “Yo soy el Señor, y los sacaré de debajo de las cargas de los egipcios”), pues recordemos que no solo seremos salvos por buenas obras, sino por gracia. Esa salvación es la que nos hace herederos de la vida eterna a pesar de ser pecadores.[11]
La segunda es una promesa de liberación (donde leemos: “Los liberaré de su esclavitud”); pues, aunque la carne nos hace servir la ley del pecado,[12] no hay condenación para quienes estamos en Cristo.[13]
La tercera es una promesa de redención (donde leemos: “y los redimiré con brazo extendido y con grandes juicios”), ya que una redención implica un retorno al propósito de bendición para el que fuimos originalmente destinados (de bendición nuestra y de bendición para los demás).[14]
Y la cuarta promesa es vida en abundancia[15] porque Él es nuestro Dios (donde leemos: “Los tomaré a ustedes por pueblo Mío, y Yo seré su Dios. Sabrán que Yo soy el Señor su Dios, que los sacó de debajo de las cargas de los egipcios. Los traeré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y se la daré a ustedes por heredad. Yo soy el Señor”); lo cual también implica realización para nuestra vida a través de nuestro servicio a Él y a las personas; pues realización también es sacrificar nuestra vida voluntariamente por amor a los demás.
Aférrate a estas cuatro grandes promesas para que tus días en la Tierra sean bendecidos en todo el sentido de la palabra.
[1] 2 Pedro 1:3-4: Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
[2] Hebreos 6:17-18 (NTV): Dios también se comprometió mediante un juramento, para que los que recibieran la promesa pudieran estar totalmente seguros de que él jamás cambiaría de parecer. Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros.
[3] Salmos 27:1: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
[4] 1 Juan 4:4: Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
[5] Romanos 8:37: Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo tanto, ¿de quién temeremos si Dios está con nosotros?
[6] Filipenses 4:19: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
[7] Mateo 6:31-33: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
[8] Salmos 103:2-3: Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.
[9] Isaías 53:5: Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
[10] Éxodo 6:6-8 (NBLA): Por tanto, dile a los israelitas: “Yo soy el Señor, y los sacaré de debajo de las cargas de los egipcios. Los libraré de su esclavitud, y los redimiré con brazo extendido y con grandes juicios. Los tomaré a ustedes por pueblo Mío, y Yo seré su Dios. Sabrán que Yo soy el Señor su Dios, que los sacó de debajo de las cargas de los egipcios. Los traeré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y se la daré a ustedes por heredad. Yo soy el Señor”».
[11] Tito 3:3-7 (NBLA): Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y Su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por Su gracia fuéramos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.
[12] Romanos 7:25 (NBLA): Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.
[13] Romanos 8:1-2 (NBLA): Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
[14] Efesios 1:12 (NBLA): También en Él hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de Aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de Su gloria.
[15] Juan 10:10 (NBLA): El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
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