06 de julio de 2015
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En la Biblia leemos que la multitud recibía a Jesús con gozo porque todos lo esperaban[1]. Él nos enseñó a ser accesibles, no exclusivos en nuestras costumbres evangélicas que a veces pueden parecer extrañas. Porque se me figura que hasta hablamos raro los cristianos. ¿Han escuchado la frase: “Se fue al mundo”, dónde estaba el hermano? ¿En Saturno? Claro que no, lo que pasa es que utilizamos términos que solo nosotros comprendemos, sin embargo, nuestra tarea es madurar, porque se necesita una iglesia madura que alcance a muchos para la gloria de Dios. Es más, acostumbrémonos a utilizar las redes sociales como una herramienta evangelística, lo que significa que debemos hacer que nuestro mensaje sea accesible para todos, no solo para que lo comprendan nuestros amigos evangélicos, sino ¡todos! El mundo pide a gritos una iglesia madura, porque ser un hijo de Dios y ser mediocres e inestables no es congruente, es una contradicción. Un chico cristiano no puede sacar las peores notas en el colegio, un hombre cristiano no puede ser el peor compañero en el trabajo. ¡Debemos madurar y demostrar nuestra fe con acciones!
Además, debemos ser auténticos. ¿Por qué al orar cambiamos el tono de voz y nos dirigimos a Dios con cierta solemnidad y frases rebuscadas como si no fuéramos nosotros? Yo imagino a Dios viéndonos extrañado porque nos conoce y sabe cómo hablamos con los demás. Es como si mi hijo al hablarme se expresara con una ceremonia que no es suya, buscando una entonación extraña y poco familiar. Los cristianos nos comportamos raro, como si fuéramos dos personas en un solo cuerpo y eso demuestra falta de madurez, inconsistencia.
Sin embargo, cuando leo la Biblia, me encuentro con personas gozosas que buscaban a Jesús porque Él era maduro, consistente, amigable y demostraba interés por los demás. ¿La gente quiere escucharte? Yo he visto cristianos que parece que les duele serlo porque su rostro se ve triste, molesto. ¡Esa no debe ser nuestra actitud! ¡Se supone que nos gozamos por la salvación que hemos recibido! En la iglesia a donde íbamos antes con mi familia, había una hermana de las que yo llamo “sincericídica”, osea, de esas hermanas “lijas” que te raspan y te dicen cosas hasta hirientes. Yo le pedía al Señor que me ayudara a amarla y sonreírle. Jesús era distinto, era un gran líder porque se acercaba con amor. Él era más grande de lo que sabemos y conocemos. Jesús es más grande que el cristianismo, es incomparable, maravilloso y quiere que lo imites.
Llegó el momento de levantar una iglesia madura, integrada por personas gozosas que la gente quiera escuchar y seguir. Debemos ser atractivos para otros porque debemos demostrar que Jesús está en nuestro corazón. Dios quiere levantar una iglesia distinta y atractiva, como Jesús.
Me encanta ver, por ejemplo, a los discípulos, todos ellos eran distintos, pero los unía el amor del Maestro, así debemos ser nosotros. Si queremos alcanzar madurez, nos debe unir el amor de Jesús. Una iglesia madura es una iglesia que sabe amar como amó nuestro Señor. El mundo necesita que levantemos una iglesia madura que ame como Él amó.
¿Qué más leemos en la Escritura? Pues vemos que Jesús dejó a un lado a la multitud por atender a una adolescente enferma, la hija de Jayro, y también vemos que sin darse cuenta, fue tocado por una mujer con flujo de sangre a quien sanó[2]. Además, en estos ejemplos del amor del Señor, vemos que había personas incómodas por lo que Él hacía, justo como sucede ahora. En las iglesias siempre hay dos tipos de cristianos, los espirituales rígidos, amargados, que condenan, y los “carnales” alegres y divertidos. Antes en la iglesia todo se trataba de recordar lo que no debíamos hacer si nos decíamos cristianos, pero no había madurez para compartir lo que sí se podía hacer, porque tener a Cristo en el corazón ¡es disfrutar de la vida!
¿Qué harían los cristianos inmaduros frente a la petición de Jayro para que Jesús curara a su hija? Le dirían que se apartara y que no molestara al Maestro, pero los cristianos maduros, los que saben qué es realmente compartir el amor de Jesús, hacen a un lado los protocolos para bendecir a quien lo busca. Cuando este hombre se le acercó, Jesús debía demostrar que era un líder maduro que buscaba una iglesia madura, debía dejarnos una clara señal de lo que significa madurez. Por eso atendió a Jayro y a la mujer con flujo de sangre, porque nos enseñó a preocuparnos por quienes están en necesidad. Hoy, especialmente le hablo a los padres de hijos adolescentes, ya que si el mismo Jesús hizo a un lado todo, incluyendo a una multitud, por atender a una adolescente, mucho más debes hacerlo tú con tus hijos. Para Jesús es más importante uno que un millón, por eso abandonó Su trono y me vino a buscar a mí y dejó a toda una multitud para encontrarse con vos. ¡Eso es madurez! La iglesia madura sabe amar porque entiende el corazón de Dios. En Jesús estamos grabados uno a uno por nombre, no la multitud indefinida. Así como cada uno somos, con todo y errores, estamos en el corazón de Jesús.
¿Y qué sucedió con la mujer con flujo de sangre? Pues sabemos que era considerada inmunda, porque mucho antes, los religiosos transformaron en maldición una ley dictada para cuidar a la mujer. Pero Jesús nos enseñó madurez al recordarnos que la gente es más importante que nuestros pensamientos rígidos, que nuestra tradición y que nuestra doctrina. Jesús demostró que la niña y la mujer despreciada eran importantes para Él, así como deben ser importantes todas las personas para ti. Jesús dice: “Te doy el privilegio de que seas como Yo, que ames, que respetes, que atiendas, que busques al perdido, que abraces al inmundo, al despreciado”. Jesús te dice hoy que ha venido a transformar la inmundicia en madurez. Aprende a amar como Jesús amó, a reconocer las necesidades de los demás para suplirlas con abundancia. Pídele que transforme tu debilidad en fuerza para amar. Preséntate delante de Él, entrégale tus actitudes aunque sean infantiles, tus conductas que son estorbo para alcanzar la misma estatura que Él logró y atender a tus hermanos. ¡Madura y la iglesia del Señor crecerá en amor!
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