27 de febrero de 2024
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En el caso Jesús ante Pilato, la conversación refleja cómo será ese momento en donde Jesús se presente por nosotros como abogado defensor en las cortes del cielo.[1] Lucas describe las tres veces que se dictaminó sobre Jesús como inocente y libre de toda culpa, mientras era juzgado. Los acusadores mentían y condenaban, pero en el primer dictamen Pilato cita: «ningún delito» hallo en este hombre.
De la misma forma se puede ver a satanás como aquel que acusa y condena, pero Jesús nos declara inocentes de toda culpa y pecado ante su Padre. De allí la interrogante: ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? Además, vienen más preguntas: ¿Cuál es la función del pecado en esta forma de guerra espiritual? ¿Cómo podemos encarar nuestras mentiras y demás pecados contra la santidad y el juicio de Dios con semejantes acusaciones?
Entonces, en la escena de Jesús ante Pilato se puede ver su función con relación al pecado, porque sabemos que la paga del pecado es muerte.[2] Por segunda vez, después de examinar su vida con un largo interrogatorio se le declara inocente: no he hallado en este hombre delito alguno. Cuando revisaron toda la vida de Jesús en esta tierra, no encontraron ningún delito, estaba libre de toda culpa, pecado y maldad, por eso Lucas lo presenta como el hombre perfecto.[3] Si revisas las escrituras Jesús cuidó su cuerpo, así derramó una sangre limpia, como el cordero más puro para limpiarnos de todo pecado y fue declarado tres veces inocente delante de la sociedad. La humanidad de Jesús como ejemplo, enseña que se puede vivir de una forma santa y consagrada, libre de todo pecado sobre la tierra.
Es determinante comprender que Cristo murió, y al resucitar lo que hizo su sangre fue cubrir nuestros pecados, tal como el pueblo de Israel cuando salió de la esclavitud de Egipto, que pusieron la sangre de un cordero en los dinteles de sus puertas para su redención. Nosotros por fe creemos que la sangre de Cristo Jesús cubrió nuestros pecados y entonces empezamos esta vida nueva, esta vida para establecer el reino de Dios acá en la tierra. Eso quiere decir qué, cuando Dios nos mira, ve la sangre de Cristo Jesús, quien declara que fuimos justificados de todo pecado.[4] Viene Jesús y toma el acta que era contraria a nosotros, la exhibe en público y la rompe, declarando la justicia de Dios al haber pagado por nuestros pecados con su propia muerte, para presentarnos inocentes y libres.
Ahora ya limpios del pecado, veamos por qué ya no tenemos que seguir pecando continuamente. Para eso se debe ver la justificación, la gracia y la santidad, no como un concepto, sino como una persona y cuando tú lo veas como una persona, a quien ya no le fallarás, entonces no vas a perseverar en el pecado. Nosotros no pecamos por amor y por respeto a la vida de Cristo Jesús. Cuando nos salvó, nos hizo habitar en comunidad, porque sin ella difícilmente se logra la santidad y para eso estableció su iglesia.[5] En el Edén Dios crea todos los árboles, pero de un fruto no se podía comer. Antes que existiera el pecado existieron los límites dados por Dios.[6] No se trata de avanzar esperando, si esto o lo otro es pecado, sino más bien respetando los límites que nos convienen para vivir en santidad. Dios quiere darte una vida en sobreabundancia y tiene planes de bien para tu vida. Los límites que vengan de este libro para tu vida reflejan el amor del Padre que está en los cielos, porque el reino de los cielos apunta a restauración.
No continuamos pecando por amor y respeto a nuestra propia vida.[7] Tanto Pablo como Pedro nos llaman a una vida de santidad por medio de la abstinencia, bajo la gracia de Dios para vivir por una corona incorruptible como los mejores atletas, que viven con un régimen de vida sacrificial en su entrenamiento.[8] En consecuencia, queremos vivir una vida en Santidad por amor al reino de los cielos aquí en la tierra.
Finalmente, eres un hijo de Dios y mientras te acercas a su presencia, esa es tu esencia: vivir para ser santificado por el poder del Espíritu Santo, que dentro de ti clama Padre mío.[9] Un hijo de Dios se comporta de acuerdo con lo que él nos enseñó. Eres santificado de una vez y para siempre. Que nuestro comportamiento en santidad sea una vida para respetar y amar a Jesús, respetar y amar tu propia vida y el reino de los cielos acá en la tierra.
[1]Lucas 23:1: Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato. Y comenzaron a acusarle, diciendo: A este hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey. Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices. Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
[2]Lucas 23:13-14: Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a este como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis.
[3]Lucas 23:22: Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho este? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré.
[4]Romanos 6:1-4: ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
[5]1 Corintios 10:23-24: Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
[6]Génesis 2:16-17: Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
[7]1 Corintios 9: 24-27: ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
[8]1 Pedro 2:11: Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.
[9]Hebreos 10:8-10;14-17: Diciendo primero: sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh, Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: este es el pacto que haré con ellos, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
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