10 de octubre de 2006
Tiempo de lectura: 8 minutos
La semana pasada hablamos de cinco preguntas que están en el libro de Romanos 8, las cuales desafían nuestra fe.
Cuando la Palabra dice «quién contra nosotros», no está diciendo que no hay nadie en contra de nosotros, sino que no hay nadie mayor que Dios que está con nosotros. ¿Qué sentido tendría hablar de victorias si no hay contrincantes en la batalla?
Hay cosas que desafían nuestra fe, pues muchas cosas que Dios quiere para nosotros no las recibes hasta que no desaparecen los obstáculos que tienes en frente. Un avión vuela gracias a una fuerza que se llama sustentación, es una fuerza contraria que lo mantiene en el aire. Usted no podrá volar si no hay fuerzas que lo sustenten; no podrá vivir si no pelea la batalla, pero con fe. No podemos hablar de ganar si no hemos tenido el riesgo de perder; no podemos hablar de superarnos si no hemos tenido pensamientos o situaciones que están en contra de nuestra superación.
Satanás mismo está en contra de nosotros, pero el Apóstol no está preguntando, sino que te está afirmando que no hay nadie que pueda contigo. Entonces cuando dice «quién contra nosotros», está diciendo que no hay nadie mayor que se levante en contra porque Dios está de tu lado.
Repite: «Si Dios es por mí, quién contra mí; quién me condenará si Jesús murió para hacerme salvo; quién me acusará si Dios es mi juez; ¿Cómo no podré tener todas las cosas si Dios ya me dio a su Hijo?».
Si Dios me dio a su Hijo, El me puede dar todo lo demás. En Romanos 8:32 dice: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las cosas?».
Cuando uno ama, no escatima ningún esfuerzo ¿no es cierto? Nosotros no hemos escatimado para darle lo mejor a Dios. Debes aprender que todos podemos dar sin amor, pero es imposible amar sin dar. Dios nos amó y por eso nos dio a su propio hijo. ¿Cómo no nos dará todas las demás cosas? Ese término «cómo» es un desafío a la fe.
Repite en voz alta: «¿Cómo no me va a dar el Señor lo que le pida si ya dio a su Hijo por mí?».
Si dio a su Hijo, es porque ya te dio todo. Debemos tener fe en que Dios nos puede dar todas las cosas que necesitamos y hasta las que deseamos, si no son dañinas. Ya dio a su Hijo,
¿cómo no te dará el trabajo, la salud, la familia? Dios dio a su Hijo por Guatemala,
¿cómo no nos la dará?
Si Dios me dio a su Hijo, ¿no me dará con El todo lo demás? Si lo plantea como un desafío, es porque a veces dudamos que Dios nos quiera dar algo, habiendo dicho «amén» a que nos dio a su Hijo. Pablo nos desafía diciendo: «¿Cuál es esa desconfianza que tienes que Dios no te habrá de dar eso que le estás pidiendo?». El apóstol quiere cambiar tu manera de pensar.
Si el Señor es contigo, quién contra ti. Debemos mantenernos creyendo todo el tiempo para que cuando llegue un momento específico, salga esa fe.
En Lucas 11:9 dice: Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan.
¿Quién te enseñó a pedir? Jesús. Entonces, por qué crees que es malo pedir. Las personas se dejan llevar por quienes dicen que a Jesús no se le pide. Jesús vino a enseñarnos la verdad que nos hace libres. El pedir a Dios con libertad es una actitud de hijo. Debemos pedir tal como lo hacen los hijos; ellos piden, sacan, hacen lo que sea hasta que uno les da. Tienes que tener confianza para pedir.
¿Usted cree que a Dios no le gusta que sus hijos le pidan? A usted como padre le agrada que sus hijos le pidan porque le están diciendo que confían en usted. Sería peor que se lo pidieran a otros. Si sus hijos aparecen con cosas prestadas, usted les dice «devolvelo porque para eso tenés papá»; entonces, ¿por qué no le quieres pedir a Dios todo lo que necesitas para vivir todos los días?
Si Jesús enseñó a pedir, es porque sabe que el Padre te quiere dar. Pero ¿cómo le voy a pedir que su unción gloriosa me acompañe a todas partes si no soy capaz de pedir las cosas que necesito para vivir a diario?
Dice la Palabra: «¿Qué padre de vosotros si sus hijos les piden pan, les darán una piedra, o si les piden pescado, les darán una serpiente, o si les piden huevo, les dará un escorpión?». Si ustedes siendo malos no harían eso con sus hijos, entonces cómo esperan que Dios lo haga.
La Escritura que me invita a pedir que el Espíritu Santo me llene, está en el mismo contexto que Jesús enseñó a pedir. Está comparando la llenura del Espíritu Santo, porque no es para avaros ni tacaños, sino para personas dadivosas, para los que saben dar buenas cosas.
Muchas personas quieren ser siervos ungidos de Dios y no le saben dar ni un buen abrazo o un buen beso a su mujer, ni un buen regalo para su aniversario. Primero hay que darle lo mejor a la familia y después pedir la llenura del Espíritu Santo.
La gente que ha caminado de la mano del Espíritu Santo es gente que sabe darle cosas buenas a su familia. ¿Cómo no te dará a ti al Espíritu Santo, si tú le das las mejores cosas a tus hijos y a tu esposa?
¿Por qué creen que el Señor levantará a los padres de familia? El Señor quiere llenar de su gloria a los padres porque sabe que sólo así ellos pueden levantar a sus familias. Sí, primero debe llegar el avivamiento en casa, los hijos deben tener padres llenos del Espíritu Santo.
La Palabra se compara con la comida; nos habla de pescado, huevo y pan (dieta balanceada). Normalmente, la gente que camina con el Espíritu Santo ama la buena vida, hace ejercicio para vivir bien, se cuida porque respeta que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo. No puede ser por casualidad que quedaron esas cosas ahí. Yo le pregunté a Dios por qué esa comparación de la comida en este pasaje, y Dios me mostró que es necesario que entendamos que el Espíritu es más indispensable que la comida. Si tú comes un promedio de tres veces al día, esas deberían ser las veces que busques la Presencia del Espíritu Santo. Está diciendo que necesitas tanto la comida como al Espíritu Santo, que lo busques de la misma manera como te afanas por trabajar y ganar para el sustento diario.
La gente cree que el Espíritu Santo es para una vigilia, pero es para todos los días, así como lo es la comida.
Cuando usted llega a su casa, pregunta qué hay de cena, y su esposa no le contesta: «pero ya comiste ayer». Cuando se trata del Espíritu Santo, hay quienes dicen: «yo fui lleno en el Encuentro». Deberías entrar a la iglesia diciendo: «voy a ser lleno del Espíritu Santo». La Palabra nos recuerda que tenemos que ser llenos todo el tiempo.
Hay personas que traen a alguien a la iglesia y están pensando en que ojalá el vecino no se ría o no caiga en la Presencia, en lugar de pedir «Señor, toca a mi invitado». Si no quieres que esa persona conozca al Espíritu Santo, mejor llévalo a otra parte. Y no dices nada cuando tu amigo se pone a bailar, cuando escucha la música que no es cristiana, ahí sí se dan la libertad de temblar, de bailar y mover todo el cuerpo. Pero cuando Dios viene a tocar a alguien, a ese cuerpo que le pertenece, eso no les agrada.
De la misma manera que no podemos vivir sin comer, no debemos vivir sin el Espíritu Santo. ¿Cómo se siente tu cuerpo cuando no has comido? Esa debería ser tu actitud cuando no has sentido al Espíritu Santo. Dios nos dio la vida para vivirla plenamente, llenos del Espíritu Santo. Repita en voz alta: «Estaré consciente que debo de beber siempre del Espíritu Santo».
Necesitamos beber de El todo el tiempo. Cuando te toca pedir tu comida, no piensas: «Ya me llené ayer». Para la comida del día a día, seleccionamos lo que queremos comer, y cuando se trata del Espíritu Santo, lo dejamos para de vez en cuando. Debemos vivir llenos de El, continuamente. Di: «Yo viviré continuamente lleno de tu Espíritu Santo».
Mateo 7:7 -11. Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Esta Escritura es muy parecida a Lucas 11. La diferencia es que Mateo dice que Dios me quiere dar cosas y Lucas dice que me quiere dar al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, que inspiró las Escrituras, tuvo ese rasgo de apartarse en Mateo para darnos a conocer que Dios quiere darnos buenas cosas y no sólo al Espíritu Santo. «Buenas cosas» en griego significa «algo bueno, de beneficio, usable, saludable, beneficioso, agradable». También significa «placentero, productor de gozo, excelente, distinguido, honorable y de calidad».
Es decir, que el Señor da cosas buenas, usables, agradables. Por eso dice: «no le dará un escorpión, ni una piedra». Dios te da algo para tu bien, para tu bienestar, pero cuando pides para tus deleites, no te lo da. Porque no puedes pedir Internet para ver pornografía, por ejemplo. Si usted sabe que algo que lo que están pidiendo sus hijos los va a dañar, usted no se los da. El padre nos va educando y dando. Hay hijos que no son bien portados y quieren de todo; otros que se portan bien y quieren de todo; incluso, hay hijos que son muy bien portados que no quieren bendición. La gente se quiere portar mal y tener buenas cosas.
Ahora, el dilema es que para ambas cosas necesitamos fe. No puedo tener la fe para que el Espíritu Santo me llene y no para pedir cosas que necesito para vivir (el supermercado, el dinero la gasolina, etc.).
Necesitas fe para pedir que la gloria de Dios te acompañe, de la misma forma en que debes pedir las cosas para vivir todos los días. La fe para ver los milagros es la misma que para pagar las cruzadas, la comida, los salarios y el equipo de luces. La fe para ver los milagros es la misma que para realizar esas cruzadas. Necesitamos la fe para lo material y para lo espiritual.
Padres de familia, de nuevo el Señor quiere que sean los padres quienes pidan las buenas cosas para el hogar, pero a veces tenemos tantas responsabilidades que eso hace que se nos olvide que también somos hijos. Así como tus hijos te piden a ti, ve y pide a tu padre que está en el cielo.
En Mateo 7:12 dice: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Todo el pasaje habla de dar y la enseñanza cierra diciendo que trates a la gente como quieres ser tratado. Si dieras como quieres que te den… ¡Cuánta gente quiere que Dios le dé y se olvida de dar! La esposa se pone a exigirle a su esposo lo que ella no quiere dar; los hijos exigen a los padres lo que ellos no están en la actitud de dar, el esposo exige lo que no da.
Te imaginas que el mundo entero se rigiera por esa ley: «Dar lo que se quiere recibir»; todo sería distinto. Dios está interesado en lo espiritual de la misma forma que en lo material. Aprende a recibir ambas cosas.
Temas relacionados:
Bendiciones | Fe | Oración | Promesas de Dios | Prosperidad | Relación con Dios | Unción
En el eterno presente de Dios mil años son como un día, debemos aprovecharlos, contarlos y vivir recuperando las oportunidades que nos ha dado, porque algunos días son malos, otros muy buenos, pero todos son cortos.
Revisa las lecciones aprendidas para edificar el reino de Dios, dejando atrás el misterio de la torre de Babel con sus ideas contrapuestas para imponer la voluntad propia sobre la autoridad de Dios.
La memoria humana funciona estrechamente relacionada con recuerdos de mayor impacto emocional como la ira, el miedo, la paz, el gozo o la tristeza, entre otras. ¿Es posible seleccionar solo los buenos recuerdos en la vida? ¿Cómo funciona la memoria de Dios?