25 de abril de 2016
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La Biblia es una historia acerca de la luz, donde todo inicia con el hecho de que Dios es luz. En 1 Juan 1:5 leemos: Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Cuánto hubiera deseado que me lo dijeran cuando era un adolescente, porque crecí con la idea de que Dios quería abrazarme un día y pegarme el siguiente día. Asistía a la iglesia tradicional, jamás logré ver nada diferente a leyes y reglamentos estrictos, pero cuando cumplí los 16 años, escuché la gran noticia de que Él es luz, amor y le entregué mi corazón.
Cuando Dios decidió hacer la creación, justo lo primero, antes de estrellas y montes, jirafas y elefantes, antes de la tortilla y la horchata, dijo: “Que sea la luz”. Lo primero es prender la luz, luego Su poder milagroso y creativo empieza a formar todo. No olvides esto: “Cuando la luz se enciende, Dios obra”. Luego de la hermosa creación, el hombre decidió apartarse de Su luz y entrar a las tinieblas.
Hace poco escuché sobre unos científicos alemanes que estudiaban cómo actuaban las personas en completa oscuridad. Los alinearon a una pared, apagaron la luz y les pidieron que caminaran en línea recta, al otro lado del salón. Monitorearon los movimientos. Lo que descubrieron fue que rodeados de tinieblas, todos pensaban que iban en dirección correcta, pero caminaban en círculos. Cuando lo comprendí, dije: “Es la historia de la humanidad.” Pensamos que avanzamos porque inventamos nueva tecnología, pero ética, moral y espiritualmente caminamos en círculos, repitiendo los errores por generaciones. Antes había guerra, injusticia, pobreza y crimen, ahora es lo mismo. Pero gloria a Dios, hace dos mil años, Dios envió a Su Hijo Jesucristo, quien dice: “Yo soy la luz del mundo, todo el que cree en mí, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Con Jesús, la luz se encendió de nuevo y el poder milagroso de Dios fue desatado. Los enfermos fueron sanados, los muertos se levantaron, los endemoniados fueron liberados. Todo muy bien, excepto porque Jesús estaba limitado a un cuerpo natural, por lo que solo podía resplandecer esa luz en un momento, no en varios lugares a la vez. Pero Dios tenía un plan maestro. Jesús vio a una multitud y les dijo algo poderoso. “Ustedes son la luz del mundo.”(Mateo 5:4) Aunque te sientas débil, aunque estés cansado, si permites que la luz de Jesús brille en tu corazón, te convertirás en un portador y donde quiera que vayas, la luz de Dios iluminará a todos. ¡Ese es el plan de Dios para el mundo! Anhela que todos vayamos a cada escuela, a cada colonia, presionemos el botón de la luz al orar y compartir el Evangelio, entonces, Su milagroso poder será liberado.
Yo lo he notado muchas veces. Durante la historia de nuestra iglesia hemos sido testigos de grande maravillas, porque nos hemos dejado alcanzar por Su luz. Por ejemplo, cierta vez, Dios nos desafió a levantar cinco millones de dólares para evangelizar en la Unión Soviética que languidecía bajo el comunismo. Cuando logramos reunir el dinero, el muro de la Unión Soviética cayó y literalmente enviamos a cientos de misioneros. No sabíamos que estábamos encendiendo la luz de Dios. Encontramos a un oficial de la KGB, la policía secreta de Rusia. Él no creía en Dios, pero le encantaba nuestra pasión, así que nos dio la posibilidad de utilizar un tren que el partido comunista utilizaba para propaganda a través de todo el país. Nos dijo: “No sé por qué lo hago, pero se los doy para predicar el Evangelio de Jesús”. Cientos de jóvenes fueron en ese tren transiberiano, de pueblo en pueblo, ganando a la gente. En cada una de estas ciudades. Al pasar por el pueblo, no parábamos, solo abríamos las ventanas y les lanzábamos Biblias y el pueblo hambriento de la Palabra corría a tomar lo que les dábamos. Ahora hay 700 iglesias de Palabra de Vida en la Unión Soviética, alcanzando miles de personas. Eso jamás hubiera ocurrido si no presionamos el botón de la luz y arrancamos con una iniciativa que Dios pudiera bendecir. He visto funcionar este principio en la vida de muchos miembros de mi iglesia. Jóvenes que presionaron el botón de la luz y pudieron ver el poder de Dios en su vida.
Por ejemplo, hay cuatro jovencitas de mi iglesia, 13, 14 y 15 años de edad. Decidieron que verían un avivamiento en su escuela. Tomaron la iniciativa de resplandecer con el poder de Dios. Comenzaron a orar: “Te pedimos que hagas un milagro creativo en nuestra escuela”. Suecia es un país con un buen porcentaje de ateos. Ellas oraron todos los días sin parar y un día, Dios obró. Un joven de esos que intimidan, se le acercó a una de ellas y le dijo: “Escuché que eres cristiana, ¿eres de la clase de cristianos que cree que Dios puede sanar?” Ella respondió que sí, con todo el denuedo y valentía en su corazón. Él le mandó: “He tenido un dolor de cabeza terrible. Ahora, tú orarás por mí, a ver si funciona.” Es fácil ser valiente en la iglesia, pero en medio de su escuela, frente a un joven agresivo e incrédulo, era solo ella, una jovencita asustada, poniendo sus manos en la cabeza del joven: “En el nombre de Jesús, oro porque esta migraña sea removida, ahora, por favor. Amén.” El grandulón se quedó petrificado: “¡Cuando dijiste Amén, mi dolor desapareció! ¿Cómo lo hiciste?” Ella más asombrada que él, pero ya en control de la situación, le dijo: “Ahh, fue sencillo, ¿quieres que ore por algo más?” ¡Él se convirtió en el mejor evangelista de la escuela porque se lo contó a todo el mundo! ¿Crees que eso sucedió porque ella era súper espiritual? ¡No! Sucedió porque sencillamente presionó el botón de la luz, se lanzó en una iniciativa que Dios pudiera respaldar y bendecir. Milagros sucedieron el día que la escuela se enteró. Hay tres milagros documentados: un joven que pudo deshacerse de sus lentes porque recobró una vista perfecta; un joven que sanó de una lesión en la rodilla, y una jovencita alérgica a las frutas y nueces que pudo comer todo lo que quería.
No importa qué edad tengas, cuánto tiempo has sido cristiano, lo único que importa es que tú creas que cuando enciendas tu luz interior, Dios puede obrar. Otro ejemplo es Anikka, una jovencita médicamente ciega y sorda que estudia en una escuela especial. Ella cortó corazoncitos de papel y escribió todos los nombres de los alumnos de su escuela, más de 200. En su casa, tomó cada corazoncito, leyó el nombre y oró: “¿Jesús, qué quieres decirle?” Anotaba lo que escuchaba de parte de Dios. Dos meses y medio después, ya había orado por cada alumno de la escuela. El día de San Valentín, entregó cada corazón y el saludo personal del cielo. Ella se pudo ver como la luz del mundo en esa escuela. Me contó: “Todo el mundo en la escuela habla por señas y ese día vi a gente en los pasillos preguntándose cómo pude hacer eso. Cómo les anoté mensajes que les hablaban de su circunstancia personal”. Es más, una jovencita que había decidido suicidarse ese día, recibió este mensaje: “Tu vida tiene significado, tiene sentido”. Así que ese día aceptó a Jesús en su corazón. Si Anikka pudo ser la luz del Señor, tú también puedes, porque cuando la luz se enciende, Dios obra. Dile: “Padre, gracias por enviar a Jesús, la luz del mundo, gracias por susurrar al corazón de cada uno que cuando Tu luz se enciende en su interior, puedes hacer grandes obras. Hoy nos comprometemos a llevar Tu luz a toda criatura y amar como Tú amas.”
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