11 de junio de 2021
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Un aspecto que debemos trabajar en nuestra vida es la voluntad. Dios constantemente desafía nuestro corazón con tal de que saquemos el potencial que llevamos dentro. Las excusas son el peor lenguaje que podemos expresar delante de Dios y de las personas. Siempre suelen aparecer cuando se presentan desafíos. Aun cuando es nuestro Señor quien nos hace el llamado solemos inventar excusas con tal de no acudir.[1] Si buscamos Su presencia en nuestra vida debemos estar dispuestos a ser usados por Él.
Dios, como el dueño de una viña, nos da la tierra para cultivarla, pero también esperará frutos de nuestra parte o de lo contrario nos la quitará y se las dará a otros.[2] Nunca querrá que nos quedemos de brazos cruzados ya que fuimos creados para fructificar. Si no fructificas en tu presente no serás buena referencia para las siguientes generaciones. Cuando el pueblo de Israel iba hacia la Tierra prometida los mayores se quedaron en el desierto por su falta de fe. Dios nos entrega la tierra,[3] pero somos nosotros quienes debemos conquistarla.
En esta época es importante armarnos con los pensamientos, declaraciones y acciones correctas cuando Dios nos da un desafío porque de eso dependerá si seremos los que se quedan en el desierto o los que alcanzan la tierra. ¿De qué grupo quieres ser? Te animo a que siempre quieras pertenecer al grupo de los que pasan al otro lado y conquistan, como Josué y Caleb. Los que trascienden de época son aquellos que nunca se cansan de pelear por alcanzar lo que Dios les prometió. ¡Únete al grupo de los conquistadores!
No te des por vencido ni dejes que el temor te haga retroceder. Que nada te detenga porque la edad no es una excusa, tampoco el dinero, ni el país donde vives, ni tu origen cultural. Aprende a hablar como un príncipe conquistador[4] y no olvides que Dios envía a las batallas a quienes espera que se comporten como tal.
[1] Lucas 14:20-24: Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.
[2] Mateo 21:40-43: Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.
[3] Josué 2:23-24: Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían acontecido. Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros.
[4] Josué 5:13-15: Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.
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