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El afán de este siglo

El afán de este siglo

28 de mayo de 2024

Tiempo de lectura: 4 minutos

Jesús enseña con ejemplos y comparaciones, utilizando historias llenas de significado llamadas parábolas.[1] Luego, proporciona la explicación de la historia completa para enfocar algo más grande, que es la verdad de la Palabra del evangelio del reino de Dios.[2] Entonces, tanto daño hace el engaño de las riquezas, como el afán de este siglo porque su efecto es ahogar la Palabra de Dios y hacerla infructuosa. De ahí, la importancia de la semilla que Jesús busca implantar en sus discípulos para enfatizar el poder de la Palabra de Dios.

Los milagros son una evidencia tangible del cielo acá en la tierra, como producto del poder de la Palabra de Dios en una atmósfera de fe. Esta es la responsabilidad de todo miembro de la iglesia de Cristo. Ahora, la pregunta es: ¿Cómo se aborda el afán? El apóstol Pablo señala que se aborda el afán trabajando duro y dando el ejemplo de esfuerzo, pero no lo hace con preocupación.[3] En consecuencia, el futuro incierto se enfrenta con asumir una responsabilidad diaria.

Dios abordó la depresión de Elías con un buen descanso y una buena comida, porque sabía que tenemos la limitación de nuestro cuerpo, que puede enfermarnos. Hay una promesa más grande que el afán y toda depresión, es la promesa del Espíritu Santo que libera y transforma la vida.[4] El rey Salomón abordó el afán de la vida comparando su esencia con el vacío de la vanidad de la vida, porque eso es volátil y se esfuma, se termina.[5] Debido a eso, la prioridad debe ser la inversión para lo eterno, antes que para lo efímero y pasajero. Estar enfocado en lo que es eterno, como la generosidad, la hospitalidad, el compartir con otros y disfrutar con gratitud lo que Dios nos ha dado.[6]

 Finalmente, es vital aceptar que tenemos un Padre celestial que cuida de nuestra vida y de cada miembro de la familia.[7] Dios nos libra de un corazón amargado, aunque no de una ofensa, así como no podemos librarnos de una enfermedad, pero sí podemos ejercer la fe en nuestro Sanador. Nuestro Padre no responderá porque seamos perfectos, lo hará porque somos sus hijos, por esa razón debemos apropiarnos de nuestra identidad como hijos de Dios.

[1]Mateo 13:1-9 (RVR1960): Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.

Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.

[2]Mateo 13:18-23 (RVR1960): Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, este es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

[3]2 Tesalonicenses 3:6-9 (RVR1960): Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.

[4]2 Corintios 3:18 (RVR1960): Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

[5]Eclesiastés 1:1-4 (RVR1960): Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.

[6]Eclesiastés 2:24 (RVR1960): No hay cosa mejor para el hombre, sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.

[7]Mateo 6:25-34 (RVR1960): Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió, así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

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