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El capitán de la familia

17 de junio de 2014

Tiempo de lectura: 6 minutos

Un padre de familia es el capitán de su hogar, quien coordina el trabajo de todos, orienta las acciones y ejecuta la estrategia pensada por el director técnico que es Dios. El nivel de fe de la familia es la sumatoria de la fe de cada uno. Así que hay que fortalecernos individualmente para conformar un equipo eficiente. Partiendo de que vemos al padre como el capitán del grupo familiar, podemos descubrir que cada letra de dicho nombre tiene un significado.

 

La “C” nos habla de convicción, compromiso y carácter. Nuestra convicción debe estar concentrada en el Señor, quien hace la buena obra en nosotros y la perfeccionará. Tu deber como padre es procurar que esa convicción se fortalezca, lo cual genera compromiso y forma el carácter. Enseña a tu familia la convicción por avanzar con Dios, de ser los mejores en lo que hacen y de trabajar con esmero. Un país con convicción, compromiso y carácter avanzará con paso seguro hacia el éxito.

 

Además, la convicción que más debemos compartir es la del amor de Dios, por lo que no habrá nada que nos separe de Él, ni el presente, ni el futuro, ni lo alto o lo profundo, porque estamos convencidos de Su deseo de bendecirnos. Así que en todo momento serás constante en tu servicio al Señor, ya que tu agradecimiento por todo lo que te ha dado provocará tu compromiso. Eso es tener carácter.

 

La “A” de la palabra capitán nos remite al amor que debemos enseñar en la familia, ya que es el valor más poderoso que existe. Por supuesto debemos amar a Dios sobre todas las cosas y también al prójimo. En el amor se resumen los mandamientos. En tu casa debes enseñar sobre la dedicación a la obra del Señor y a Sus hijos.

 

También procura enseñar a los tuyos a escuchar más al Señor que al mundo. Tus hijos no deben escuchar a nadie más que a sus padres, lo que es una gran responsabilidad porque debes sustentar tus palabras con acciones que demuestren tu obediencia a lo que Dios manda: amar y bendecir a todos, incluso a quienes nos desean el mal.

 

En esta época vemos que los padres tienen miedo de educar a sus hijos, quienes los  manipulan con llantos y berrinches, pero debemos tener fuerza para corregir a nuestros niños y jóvenes, si de verdad queremos ver un cambio positivo en la sociedad. No descuides las buenas costumbres en tu familia. Enseña a bendecir, especialmente con el ejemplo. Nada de amargura en el corazón, solo ejemplo de amor y misericordia, para que tus hijos aprendan a vivir sin contaminación.

La letra “P” me habla de palabras. Tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos a hablar palabras de bien y no de mal, de bendición y de vida; debemos enseñar que nuestras palabras tienen poder para condicionar y promover nuestras acciones, por lo tanto, hay que hablar las palabras correctas en todo momento. Que tus hijos sean reconocidos porque hablan como tú, solo palabras de amor, esperanza y bendición.

La legra “I” nos remite a la identidad que debemos darle a nuestra familia. Sabemos que Jesús fue tentado por Satanás en Su identidad como Hijo de Dios, ya que lo retaba a que convirtiera las piedras en pan, que demostrara Su poder. Lo mismo sucederá con nuestros hijos, quienes deben enfrentar las tentaciones del enemigo. El mundo buscará manosear su identidad y manipular su alma. Los amigos les dirán que beban licor para demostrar que son hombres, el novio le dirá a tus hijas que le demuestren su amor teniendo relaciones sexuales, por eso hay que darle identidad para que resistan la tentación, convencidos de que son Hijos de Dios, linaje escogido y parte de una familia que les ha enseñado a manejar la presión del mundo.

 

Relaciono la letra “T” de la palabra capitán con el trabajo. Jesús decía que Dios, Su Padre trabajaba y Él también, además, siempre se involucró en los asuntos de Su Padre, ese es el mejor ejemplo que debemos tomar y enseñar a nuestros hijos. Esfuerzo, dedicación, trabajo sin descanso. Enseña a trabajar a tus hijos. No los vas a mantener toda la vida, no tengas miedo de soltarlos para que se esfuercen.

 

La letra “A” se refiere a la actitud que debemos enseñar; esa alegría de vivir a pesar de la situación, sea buena o mala, ya que no siempre hay bonanza, a veces hay escasez, pero hay que vivir felices y contentos, convencidos de que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. La buena actitud se aprende en el hogar. Los hijos deben dar gracias por lo que sus padres pueden darles, sea mucho o poco. Por eso es tan importante la convicción y la identidad porque un hijo seguro de sí mismo puede decir: “Yo no soy la marca que visto sino los valores con los que vivo y que he aprendido del Señor y en mi hogar”. ¡Nuestros hijos claman por una buena educación!

 

Y por último, la letra “N” se refiere a la negación por lo humano y lo material con tal de seguir a Cristo. No olvides nunca darle a tu familia, a tu equipo, la fortaleza que proviene de poner nuestra mirada en el Señor y en Su obra, incluso si eso implica negarnos a nosotros mismos por el honor de ser discípulos de Jesús y recibir la vida eterna.

 

Padre de familia, enseña a tu familia a jugar en equipo, tú eres el capitán, anima, ofrece cariño, apoyo, comprensión y educación para la vida. Esfuérzate por lograr la unidad de los tuyos, lucha por ellos, y ellos aprenderán a luchar por ti, y en nombre del Señor. Aprenderán a valorar tu esfuerzo y serán recompensados como una familia que ama a Dios. Juntos, díganle: “Gracias Padre Celestial porque en Tu nombre ganaremos nuestras batallas, como un equipo unido que se fuerza bajo la dirección del mejor capitán, nuestro padre, el varón que nos has dado como guía y apoyo”.

 

Versículos de referencia:

·       Filipenses 1:6 dice: Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

·      Romanos 8:35-39 enseña: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:?Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;?    Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

·       Mateo 22: 37-40 recuerda: Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

·       Mateo 5:43-45 enseña: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

·      Proverbios 1:8-9 advierte: Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre,? y no desprecies la dirección de tu madre; Porque adorno de gracia serán a tu cabeza,?y collares a tu cuello.

·       Marcos 14:70 dice: Pero él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos.

·      Mateo 4:2-4 relata: Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

·       Juan 5:17 comparte: Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

·       Lucas 2:49 explica: Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?

·       Filipenses 4:11-13 enseña: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

·       Filipenses 1:21-22 nos recuerda: Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.

 

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