04 de abril de 2016
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Grandes cosas lograremos por fe, pero nuestro reto es mantenernos en el amor a Dios.
A veces nos dicen que tener fe es hacer cosas alocadas sin pensar, que nuestra mente no es factor importante en la fe, pero no es así, ya que debemos aprender cómo se piensa en fe y aprender a razonar dentro de nuestro milagro, tal como sucedió con Abraham cuando entregó a su hijo Isaac en sacrificio. ¡Imagina sus pensamientos cuando recibió el mandato de llevarlo al altar, cuando en ese hijo estaban puestas sus esperanzas de ver cumplidas las promesas de Dios. Justo por eso obedeció, porque sabía que el sacrificio se lo pedía quien había ofrecido la recompensa, así que todo iba a salir bien. Estaba convencido de que el Señor era poderoso para levantar a su hijo de entre los muertos[1]. Lo mismo sucede con nosotros cuando Dios nos pide algo. Es difícil dar lo que nos pide, por ejemplo una ofrenda, porque cada centavo tiene un destino para pagar algo, pero es allí donde debemos estar enfocados y pensar en el milagro, no en lo que Dios nos pide, ya que con toda seguridad, Él obrará con poder a nuestro favor para que se resuelva la situación. Si con el dinero ibas a pagar la renta, tu Padre te dará para suplir esa necesidad. Alcanzar ese cambio de pensamiento es un reto que activa nuestras cualidades y potencial. ¿Recuerdas las tonterías que hiciste cuando eras niño porque otros te retaban? Pues los desafíos de fe tienen el poder para sacar esa valentía en nosotros.
No te dejes atemorizar por las circunstancias, sino que permite que te desafíen y atrévete a responder con fe y valor. No permitas que esas voces invadan tu cabeza y te hagan dudar. Recuerda que Goliat amenazó al pueblo durante cuarenta días, pero la última vez que amenazó, fue la primera vez que David habló para decirle que iba en el nombre del Dios de Israel para matarlo. David fue capaz de meterse en la cabeza de Goliat con sus amenazas, antes de permitir que Goliat lo debilitara. Si dices que el diablo te está volviendo loco, mejor vuelve loco al diablo; no dejes que el mundo te influya negativamente. No permitas que los problemas se metan en tu cabeza y se conviertan en una amenaza. Si quieres destruir a tus gigantes, debes atreverte a aceptar los desafíos de Dios y declarar Su Palabra. Además, atrévete a convencer a quienes están a tu alrededor. Rodéate de las personas correctas, no de quienes te contagian con pensamientos incorrectos.
Imagina que Abraham hubiera comentado con Sara que Dios le había pedido sacrificar a Isaac. Seguro no le permite llevarse al joven. Hay gente a quienes no puedes compartirle lo que Dios te ha dicho porque pueden ser como piedra de tropiezo para tu milagro. Nota que Abraham preparó él mismo todo para no dar explicaciones a otros[2]. Las personas que no tienen la solución para tu vida solo deben escuchar tu declaración de fe, tus palabras proféticas de victoria, tal como Abraham, quien afirmaba que volvería con su hijo. Por eso, los sirvientes que lo escucharon antes de subir al monte del sacrificio, se quedaron pensando: “Ellos irán, ofrendarán el sacrificio, y volverán”. No permitas que te convenzan de que estás mal cuando aceptas un desafío de parte de Dios.
Abraham e Isaac comenzaron a caminar. Entonces, Isaac se preguntó dónde estaba el cordero para el sacrificio, por lo que Abraham debió trabajar en la fe de su hijo al decirle que Dios iba a proveer, cuando lo que realmente pensaba era que Dios era poderoso para levantarlo de la muerte. Pero no podía decirle eso, así que le dijo algo en lo que su hijo sí podía creer y vemos a dos personas rumbo al altar, con dos pensamientos diferentes. Tú puedes trabajar en la fe de otras personas para que también crean en el milagro y ambos darán buen testimonio. Abraham pudo testificar que Dios levantó a Isaac de los muertos, porque no fue necesario que muriera, y al mismo tiempo, Isaac pudo dar testimonio de que Dios proveyó[3]. La experiencia que tengas con Dios será de acuerdo a lo que crees que Él puede hacer. Seguro necesitas algo diferente que yo o que tu hermano, pero todos recibiremos de acuerdo a lo que creemos que nuestro Padre puede darnos.
Debemos estar dispuestos a enfrentar esos desafíos de fe y de amor como el que superó Abraham. ¿Por qué de amor? Porque al no escatimar a su único hijo, demostró que su amor por Dios era más grande que el amor hacia cualquiera. ¿Ves que ese sacrificio de Abraham es figura del sacrificio de amor que Dios hizo a través de Jesús? El Creador mismo no escatimó a Su Hijo, ¡por amor a nosotros! Así que realmente nuestro reto más grande no es mantener la fe sino mantenernos en el amor a Dios. Si lo logramos, si somos capaces de demostrarle que lo amamos, Él se ocupará de que todo obre para bien, tal como promete en Su Palabra. ¡Que tu vida sea un testimonio de cuánto amas a tu Padre!
Después que Pedro negó tres veces a Jesús, ¿Qué hizo el Maestro? ¡Pues bendecirlo con la pesca y preguntarle si lo amaba! Y se lo preguntó tres veces porque fue la misma cantidad de veces que Pedro lo negó; de esa forma cancelaba dicha culpa y lo hacía libre para que cumpliera su llamado. ¡Lo único que Él quiere saber es cuánto lo amas! Grandes cosas lograremos por fe, pero nuestro mayor reto es mantenernos en el amor a Dios, porque cuando tu fe falle, tu amor por el Señor te sostendrá.
El Señor ya le había dado la promesa de gran descendencia a Abraham, pero luego de que este hombre de fe le demostró que lo amaba más que a su hijo, más que a su promesa, Dios le confirmó descendencia como las estrellas del cielo y también como la arena del mar[4], es decir que ya no solo le ofreció el cielo sino también la tierra, porque no habrá algo que Él no te entregue por amor. Dios te promete el cielo, la vida eterna, pero también la tierra, bendición en tu vida, si le demuestras amor sin límites. Jesús le demostró Su amor al Padre siendo obediente y entregándose por nuestra salvación, ¡porque el Padre nos ama! ¿Ves que todo se mueve por amor? Nuestro Señor nos dice: “Déjame saber que me amas, que soy lo más importante en tu vida”. ¡hazlo, Él lo merece! Acepta este desafío de amor, adóralo, hónralo, dile que lo amas y demuéstraselo con tu vida. Verás que Él continuará obrando a tu favor, porque te ama.
[1] Hebreos 11:17-19 asegura: Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
[2] Génesis 22:1-4 comparte: Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
[3] Génesis 22:6-14 relata: Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
[4] Génesis 22:16-17 asegura: y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
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