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El poder de la excelencia

El poder de la excelencia

08 de enero de 2023

Tiempo de lectura: 4 minutos

2022 fue un año lleno de señales y este 2023 es el año para buscar la excelencia. Porque si queremos ver señales de Dios, también debemos aprender a provocarlas. Un día almorzaba con mi pastor y me contó que alguna vez estuvo en un servicio de Kathryn Kuhlman, y que se quedó admirado de que los milagros fueran excelentes… pero no solo los milagros: también la prédica, la alabanza, las luces, el sonido… ¡todo! Y es que no cuesta hacer bien las cosas: cuesta más hacerlas mal porque luego de todas formas habrá que repararlas y se pierde tiempo en ello. Es como dejar “retrancas” en la escuela: es pura pérdida de tiempo porque de todas formas habrá que estudiar en vacaciones para ganar las clases, pues de lo contrario no pasarías al siguiente año.

En 2023 debemos esforzarnos en hacer las cosas mejor que nunca.

El primer milagro de Jesús conocido en la Biblia fue en las bodas de Caná, cuando convirtió el agua en vino.[1] Él pensó que aún no era el tiempo de manifestar Su gloria hasta que María lo comprometió a hacerlo. Y es que muchas veces no lograremos discernir nuestro tiempo de actuar hasta que algo pasa a nuestro alrededor. Por eso este año llegó tiempo para romper paradigmas y actuar. No solo se trata de hacer algo, sino de hacerlo lo mejor posible y al estilo de Jesús: buscando la excelencia. Quienes cuidan hasta el más mínimo detalle son los que conocen el poder de la excelencia. Una vez busques la perfección abrirás las puertas de lo excelente porque Dios abre puertas a través de cómo hagas las cosas.

Recuerdo cuando era seleccionado de voleibol nos ponían a hacer “sapillos” en la pista del estadio Mateo Guamuch Flores. Había quienes no los hacían bien cuando creían que no los miraba el entrenador, pero también estábamos los que tratamos de hacerlos lo mejor posible. Ahora, con el paso de los años, puedo darme cuenta de que si no hubiera hecho bien esos “sapillos”, no hubiera sido seleccionado en el equipo final, y por ende, no fuera ganador de una medalla de oro centroamericana. Por lo tanto, aquella medalla de oro inició no cuando empezó el partido de la final, sino cuando empecé a hacer bien aquellos “sapillos”. La excelencia es eso y no barrer metiendo el polvo debajo de la alfombra.

Todos hemos visto manifestada la gloria de Cristo, pero en las bodas de Caná Jesús no solo manifestó Su gloria convirtiendo el agua en vino, sino además convirtiéndola en el mejor vino. Cuando hacemos lo mejor que podemos (y eso significa cuando adquirimos el conocimiento, somos detallistas y damos de nosotros el cien por ciento) también estamos manifestando la gloria de Dios. Debemos ser el canal para que esa gloria se manifieste.

¿Por qué Jesús hizo el mejor vino si los invitados, acaso ya embriagados, ya no lo podrían apreciar a cabalidad? La respuesta es simple: porque Él no podía hacerlo de otra forma: todo lo que hace, lo hace bien hecho. Y si Él es capaz de hacer el mejor vino en una boda, también es capaz de darnos todo lo que necesitamos.

Este año debemos trabajar con excelencia. Es el año de terminar lo que comenzamos y hacer las cosas como las hace nuestro maestro: bien hechas. Sabemos que Casa de Dios tiene autoridad para enseñar sobre este tema porque la excelencia nos da credibilidad y nos abre puertas.

Y si no sabes algo, consulta a quien lo sabe. No te creas sabio o experto en todo. Algunos me dicen: “Pastor, usted es muy inteligente”, pero yo les digo que no: que la única inteligencia que tengo consiste en encontrar y rodearme de las personas más inteligentes para que me ayuden a hacer la obra que me fue encomendada. A mí no me intimidan los machos Alfa y puedo trabajar con ellos muy bien porque sé quién soy, sé a qué me llamó Dios y no tengo ningún problema con rodearme de ellos porque son personas que trabajan buscando esa excelencia que Dios se merece. Yo no he llegado lejos porque mi equipo de trabajo me diga “amén” a todo, sino porque yo he dicho “amén” a las buenas ideas que recibo de ellos. De eso se trata trabajar con expertos, y para eso también se requiere humildad.

En Casa de Dios hemos venido rompiendo paradigmas de cómo se hace iglesia. Atrévete a hacerlo tú también en lo que haces. No debes hacer siempre las cosas como todo el mundo. No tiene nada de malo desear más cosas o de mayor calidad, pero debes buscar la excelencia y trabajar por ellas. Cuando llegues a tu empresa, a tu oficina, a tu trabajo, piénsalo así: “Ya vino el que lo hace mejor”. No siempre se trata de ser el más inteligente, sino el que da lo mejor. Mientras estés vivo y puedas mejorar y estudiar, debes hacerlo.

Observa toda la creación de Dios e imítalo: jamás trabajes solo para salir del paso. Haz todo bien para Su gloria. No seas un ser humano que da solo el 20% de ti. Sal del pecado de la mediocridad. Sé que puedes dar mucho más de lo que estás dando, así que comprométete contigo mismo y empieza a hacer las cosas bien, como si fueran para Dios.


[1] Juan 2:1-11: Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.

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