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Insiste hasta el final

Insiste hasta el final

14 de octubre de 2025

Tiempo de lectura: 6 minutos

La noche es el primer momento de tu segundo día. Las personas que desde la noche anterior preparan su ropa para el otro día están listas y todo lo tienen ordenado; así ya llevan ganado gran parte del día siguiente. Los primeros minutos del día siempre son los más poderosos para aquellos que preparan su mente, el corazón, las emociones y se predisponen a ser lo que Dios dice que son: más que vencedores.

La insistencia de Pedro

Para Pedro, tirar la red 12 horas sin sacar nada fue un día muy difícil, pero todo eso nos dice que el hombre era insistente. Tenía la santa terquedad; no lo lograba, tenía que lograrlo. No lo logró ese día, pero lo curioso es que cuando llega Jesús, están limpiando las redes, listos para seguirlo intentando al otro día, precisamente cuando se da la pesca milagrosa. Eso es estar orientado a resultados. Lo que vio Jesús en Pedro fue un hombre que no se iba a dar por vencido.

La pregunta es: ¿A qué hora de esa noche te hubieras retirado? A la hora uno, a la dos, a la tres, a la once, a las doce… ¿En qué momento? ¿Qué hacemos? ¿Nos damos por vencidos o retrocedemos?

La insistencia de Moisés

Dios llama a Moisés para liberar de la esclavitud a un pueblo. Tenían más de 400 años de ser esclavos que ya se habían acostumbrado a ese estilo de vida en Egipto. Desde el primer momento de negociación con Faraón, Moisés sabía que si salían, llevaban un propósito divino y lo cumplirían en el desierto o en la tierra prometida. ¿De qué sirve una libertad si no tiene propósito?

Moisés no sabía cuántos desastres vivirían los egipcios para dejarlos salir, pero no se cansó de insistir con todas las negativas del faraón, a pesar de la vergüenza que podría dar al regresar al pueblo y decirles vez tras vez que tampoco lo habían logrado. El corazón de Faraón estaba muy duro, pero el de Moisés muy herido por las negativas de su misión; sin embargo, su persistencia superó los obstáculos. ¿En qué número de plaga o desastre te hubieras dado por vencido creyendo que ya Dios no lo va a hacer? Porque en la vida nos pasa igual. El grave error es el abandono pensando que no es la voluntad de Dios porque la mente se prestará para ese jueguito. Pero Moisés superó el agobio, el desencanto y la resistencia del faraón, incluso sus propias limitaciones. 

Una mujer busca sanidad por 12 años

La mujer con flujo de sangre decidió hacer otro intento; después de haber gastado en muchos médicos, se atrevió a venir a Jesús diciendo: «Si tan solo lo toco, seré sana». Jesús no oró por ella; fue su fe, su impulso y su persistencia lo que operó en su nuevo intento de ser libre de su enfermedad. La pregunta para nosotros es en qué años hubiéramos dicho: «Todo se terminó». Nadie más lo había hecho antes, pero su fe y atrevimiento la llevaron a ser libre de su azote.

Nuestra mente es como un jardín para colocar semillas que darán fruto. Cada persona es responsable de su siembra, pero es urgente sembrar semillas correctas hablándonos nosotros mismos con fe. La mujer se habló a sí misma: «Si tan solo toco el borde de su manto, seré sana». Es crucial alentarnos, animarnos sin esperar que alguien más lo haga en nuestro lugar.

La batalla de Abraham sin desistir

Abraham puso su fe imitando a Dios, que da vida a los muertos, que llama las cosas que no son como si fuesen, y ya casi muerto, de cien años, siguió creyendo en tener un hijo con Sara, su esposa, que era, además de anciana, estéril.[2] Usar la fe para insistir es vivirla de una manera práctica, confesando lo que cree, glorificando a Dios y sin dejarse llevar por la fe negativa del entorno, de las circunstancias. Confiesa siempre lo que aún no has visto y, contra toda realidad, tienes otra visión para mantenerte lleno de fe.

El pastor cumple con predicar las Sagradas Escrituras, pero tú eres el responsable de que la Palabra de Dios te funcione. Llama las cosas que no son como si fuesen, confiesa que eres fuerte en medio de las debilidades, de manera específica en tu propio caso, habla lo opuesto a una fe negativa. Diga el débil: «Fuerte soy». Esto es la fe: estar convencido de las realidades que no se ven. Que no la vea no quiere decir que no sea real. Repite que eres fuerte y tu mentira será tu siguiente verdad. Entonces, la fe habla en presente y en primera persona: yo soy, no digas yo seré.

¡La fe se me nota!

Todo cambia cuando crees; cambia tu manera de hablar, de expresarte, incluso cambia hasta tu círculo de amigos por aquellos que creen, que alimentan tu fe. Con fe eres distinto; en tu mente todo te cambia, tu manera de hablar, de caminar, de vestirte; se te nota la fe. Abraham se esforzó en su esperanza contra todas las demás esperanzas.[3] Todos tenemos fe; lo importante es cómo la usamos. Para nosotros todo es posible cuando creemos en Dios.

No permitas que tu fe se debilite. Las realidades serán enormes obstáculos hacia imposibles, pero la fe te dirá una nueva confesión, una nueva forma de glorificar a Dios y seguir creyendo paso a paso sin abrumarte. No es lo mismo estar convencido que plenamente convencido. Repite: Yo vivo plenamente convencido de que soy quien Dios ha dicho que soy; no me voy a debilitar al considerar todo, me voy a fortalecer dando gloria a Dios.

La fe se nota y te aferras a la esperanza que no avergüenza. Los resultados no llegan de un día para el otro. Moisés pasó tiempo de batalla por su fe, Pedro no dejó los intentos de seguir la pesca, Abraham se sostuvo viendo a lo invisible y nosotros también lo haremos.

Imitadores de Dios

Finalmente, todos imitaron a Dios y Él es nuestro modelo; no se dio por vencido hasta rescatar a la humanidad. Al inicio de la creación, el hombre se había caído con Adán; luego Caín mata a Abel. A Dios le pesó en su corazón haber creado al hombre muy temprano en el Génesis. Jesús lo ilustra con una parábola con labradores malvados que desean apropiarse de toda la tierra de su señor sin pagar por su uso y matan a todos los emisarios del dueño, incluso a su propio heredero.[4] De la misma manera, Dios envió jueces, profetas como hombres de Dios y se dio cuenta de que únicamente Su hijo amado podría ser nuestro Salvador. A pesar de eso lo mataron y lo crucificaron, pero no se dejó vencer: Resucitó.

Dios te ha enviado, amigos, parientes y conocidos. Ha levantado predicadores que te lleven la Palabra, que te animen, que pongan la semilla dentro de tu corazón para que des fruto. Además, has sido sano de enfermedades. Y para terminar y sellar, mandó a su propio hijo.[5] La pregunta es, ¿qué más quieres que Dios te dé para acercarte a Él?

Referencias

[1]Marcos 5:25-29 (RVR1960): Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

[2]Romanos 4:17-25 (RVR1960): (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.

[3]Romanos 5:3-5 (RVR1960): Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

[4]Marcos 12:1-8 (RVR1960): Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de estos del fruto de la viña. Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado. Volvió a enviar otro, y a este mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a otros. Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra. Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.

[5]Isaías 53:11 (RVR1960): Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

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