23 de abril de 2016
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En el reino de Dios, las cosas no se simplifican, sino que los retos van en aumento. Para Abraham, el primer reto era renunciar a la herencia de su padre, para obtener la propia; luego, Dios le pide a su hijo, y siempre obedeció. Estos son tiempos de obediencia en instrucciones difíciles, y esa obediencia es la que nos da derecho a obtener la tierra prometida.
Al terminar el tiempo de vagar por el desierto e iniciar la conquista, Dios le pidió al pueblo que cruzara el Jordán en el momento más peligroso, cuando el río se desbordaba en tiempo de siega[1]. Josué y Caleb tuvieron que esperar 40 años por la actitud cobarde del pueblo, sin embargo, su actitud era la misma que durante su juventud. Cuando la bendición llega, a veces, algunos dicen que es demasiado tarde, ¡pero están equivocados! Siempre debemos esperar con la misma pasión y agradecimiento.
El libro de Josué, relata cómo Dios mandó a Josué a circuncidar a los varones, ya que eran jóvenes que habían nacido en el desierto. Esto lo hizo ya en la tierra prometida que aún estaba ocupada por los enemigos, lo que era un gran riesgo, ya que durante ese tiempo, los israelitas quedaron vulnerables[2]. Pensemos que los hombres de guerra habían muerto en el desierto, pero también nacieron niños. Cuando peor están las cosas, Dios dice que te debes mover, arriesgarte. Pidió que cruzaran el río en ese momento porque era el tiempo de la cosecha. Tan pronto ellos entraran a la tierra prometida, el maná cesaría, así que debían llegar cuando tuvieran oportunidad de obtener alimento de esa tierra. Así que no importa que parezca difícil o inoportuno, porque del otro lado hay cosecha que puede alimentarte.
Más aún, luego de cruzar el río, ¡los circuncidan! ¿Te ha sucedido que te sientes a merced del enemigo? Pensamos que la vida de fe siempre es de gloria y éxito, pero los retos son continuos, el Señor siempre nos pide cosas difíciles. Ellos allí ensangrentados, vulnerables, frente al enemigo, pero obedientes. Esa obediencia es lo que te da el derecho a poseer las promesas, porque no es lo mismo entrar a la tierra que poseerla. Una cosa es estar en la tierra y otra cosa es poseerla. Pero son nuestros tiempos de obediencia los que nos dan derecho a poseer la tierra prometida. Luego, la estrategia era hacer mucho ruido. Esa es la estrategia del Señor para que el enemigo sienta miedo. Ese ruido atemorizó a la gente de Jericó.
Veamos cómo describe Dios al pueblo. Los describe como un pueblo guerrero, pero eran esclavos, así que no sabían cómo pelear. ¿Qué te hace un hombre de guerra?, la circuncisión del corazón, el pacto. Eso los hacía hombres capaces de poseer la tierra. Lo que te hace capaz no es tu pasado, tu título, tu habilidad sino el corazón circuncidado, porque has permitido que el Espíritu Santo lo limpie y habite en él.
Los hombres que murieron en el desierto estaban circuncidados, pero venían de Egipto, eran esclavos, por eso, era necesario que naciera una nueva generación que sería circuncidada en libertad, sería limpia en el exterior y en el interior. Era una generación que no había muerto en el desierto, sino que había nacido allí. El desierto no los había aniquilado, sino que fueron capaces de crecer en esa circunstancia. Mucha gente piensa que el camino recorrido es lo que da derecho a poseer la tierra prometida, pero no, los problemas y dificultades que has pasado no te dan derecho a poseer las promesas, lo único que te da derecho es superar la circuncisión con obediencia. En medio de nuestra vulnerabilidad demostramos fe en Dios.
Los desiertos no forman carácter, sino revelan el corazón, y deben revelar que tu corazón es humilde y obediente, dispuesto a ser limpio, a circuncidar lo viejo que queda atrás, para que puedas avanzar y tomar las promesas del Señor. Es tu corazón circuncidado, es sobrevivir al desierto lo que te permite ver el cumplimiento de las promesas de Dios para tu vida. Si eres capaz de mantener esa ilusión por las promesas a pesar de que el tiempo pase, te aseguro que verás ese cumplimiento. Él espera que mantengas tu corazón joven y lleno de ilusión por las proezas que hará en ti y contigo. No importa cuánto tiempo pase, debes renovar tu pasión por lo que el Señor hará, porque a veces, luego de avanzar en el camino, nos fijamos más en lo que nos falta que en todo lo que Él nos ha dado. ¡Dios puede hacer algo grande y poderoso contigo, pero debes permanecer con fe y pasión!
[1] Josué 3:14-15 relata: Y aconteció cuando partió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto, cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega)
[2] Josué 5:1-12 comparte: Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel. En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado. Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel. A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino. Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron. Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy. Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó. Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.
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