09 de abril de 2024
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El impulso de actuar para evitar el sufrimiento de otros contribuye al bien social y es una característica de aquellos que sirven a los demás, pero la gratitud de haber sentido que alguien tomó ese sufrimiento y lo hizo suyo para traernos alivio nos tiene que hacer mejores como padres, hijos, esposos, hermanos o amigos. Jesús hizo algo parecido cuando vio llorando a una desconsolada viuda, que sufría la muerte de su único hijo a quien llevaba para el cementerio.[1] Jesús lo resucitó y la gente dijo: ¡Dios ha visitado a su pueblo!
Aunque algo nos duela, vamos a poner una sonrisa para pedirle a Dios un milagro. Que ese sufrimiento no ahogue la fe que es la convicción de lo que espero, de lo que no veo, porque Dios nos está visitando. El dolor y la tristeza se van antes, porque nos anticipamos a sonreír y a celebrar las bendiciones de Dios.
Jesús le dijo a la desconsolada madre: no llores, pues primero se va la tristeza y luego se realiza el milagro, entonces todos dieron alabanzas a Dios. Estamos viviendo una visitación de Dios y ya es notoria, se deja sentir con señales, maravillas y milagros entre su pueblo. La pregunta es: ¿de qué lado del testimonio te gustaría estar? De quien recibe el milagro o del lado de la persona que Dios usó para tu sanidad. Porque se pasa de un lado del testimonio al otro por la vía del servicio. Por eso, servimos y enseñamos a servir a los demás.
Las buenas costumbres fortalecen a las familias, a las instituciones y a la nación. Jesús tenía la buena costumbre de congregarse y leer las Sagradas Escrituras en voz alta.[2] Se le dio el libro y lo que leyó le decía para qué había sido ungido. La palabra viviente de Dios en la tierra, el Verbo encarnado de Dios debía leer el libro delante de todos para declarar que estaba ungido por el Espíritu Santo para sanar enfermos, liberar a los oprimidos y anunciar las buenas noticias del Padre para la humanidad.
La manifestación de Dios no estaba en las emociones, sino en actuar apegado al libro. Son las Sagradas Escrituras las que dicen la voluntad de Dios para nuestra vida, pues allí se indica la bendición y las promesas de Dios para cada familia, para cada negocio. En la visitación de Dios se manifiesta Su poder y se actúa apegado a las Sagradas Escrituras, se vive bajo el poder, sin ignorar la Palabra de Dios. Así lo declaró el apóstol Pedro cuando el Espíritu Santo se derramó por primera vez y citó que era el cumplimiento de lo escrito por el profeta Joel.[3] Una cosa es el derramamiento del Espíritu y otra es la razón del por qué se derramó. El Espíritu Santo se derramó para que entre tu casa, en tu propia familia profeticen tus hijos, tengas visión, tengas sueños y seas próspero. La visitación de Dios llega a cada casa, los milagros se pasan a vivir en tu domicilio, bajo tu techo. Fue en una casa donde un paralítico llevado por sus cuatro amigos se sanó, fue en un hogar donde la suegra de Pedro sanó, fue en una vivienda donde la hija de Jairo resucitó, fue en una casa donde llegaron con un perfume de mucho precio y se lo derramaron a Jesús, y todo esto también va a ocurrir en tu grupo de amistad. Es el libro, son las Escrituras las que nos explican cómo se dan las diferentes manifestaciones del Espíritu Santo.[4]
Cuando Siria e Israel estaban en guerra, el ejército Sirio sitió la ciudad donde se encontraba el profeta Eliseo. Su siervo Giezi reacciona bastante asustado, pero el profeta le indica que el ejército de Dios estaba con ellos y era superior en fuerza y cantidad, pero estaba invisible para Giezi. El profeta Eliseo ora para que sean abiertos los ojos de Giezi y entonces logra ver a los ángeles que los cuidaban; así se percata que son más los carros de fuego de los ejércitos celestiales que los resguardan y los acompañan.[5] De la misma manera, en un avivamiento está presente el Espíritu Santo, que no lo veas con tus ojos es otra cosa, pero la evidencia se da cuando Él quiere, eso no implica que sufras su ausencia. ¡La visitación de Dios está aquí!
[1]Lucas 7:12-17 (RVR1960): Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. 14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor
[2] Lucas 4:14-21 (RVR1960): Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
[3] Hechos 2:14-18 (RVR1960): Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos día Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
[4]Hechos 2:1-13 (RVR1960): Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
[5]2 Reyes 6:15-17 (RV1960): Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh, Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
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