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Los valores

17 de julio de 2010

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

 

 

Cierta vez, un hombre desenterró una estatua de mármol de gran belleza. La limpió bien y se la llevó a un coleccionista que amaba el arte.  Este hombre la compró a precio muy elevado y cada uno tomó su camino.

El hombre que desenterró y vendió la estatua se fue a casa con su dinero  y se decía: “cuánta vida significa este dinero, ¿cómo alguien puede pagar tanto por una pieza de piedra muerta enterrada durante años?”  Mientras tanto, el coleccionista se decía: “qué hermosa, cuánta vida hay en ella, refleja  el sueño de un solo hombre que pudo tallarla con sus manos. Está fresca e intacta a pesar de los años. ¿Cómo puede alguien deshacerse de esto?

Nuestros valores se determinan por las buenas obras, no por las virtuosas emociones que no llevan a nada. Desde los 9 años, junto a mi cama, le pedí al Señor un novio que estuviera interesado en mí al 100%, que me viera linda y me apreciara. Ahora le doy un gran valor al matrimonio pero tuve que aprenderlo porque luego de esa oración y conforme crecí, decidí entregarme a Dios y le decía: “no quiero novio, lo que deseo es servirte todo el tiempo”. Pero cuando conocí a Cash, ¡olvidé esas palabras por un momento! Entonces el Señor me dijo: “tú sola, podrás servirme pero con él podrás servirme más”. Ciertamente, tenía razón, por eso le pido que te ayude a restaurar tu matrimonio y llevarte por la vida familiar que mereces, para servirle más y mejor.Mateo 6:33 dice:

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

 

Hace poco tuve dos sueños perturbadores.  En el primero me veía con mi esposo y otros amigos en una camioneta familiar a gran velocidad, bordeando un precipicio. Yo tenía mucho miedo porque sabía que podríamos morir en cualquier momento. Luego cambió el escenario y me vi en una tienda llena de muñecos de peluche. Yo debía caminar por un pasillo hasta llegar a una puerta pero no lograba avanzar porque los muñecos me acosaban. Se convertían en pequeños vampiros con grandes colmillos que se me tiraban y me asfixiaban.  Entonces,  vi salir de mi algo feo, como una molleja de pollo. En ese momento reprendí toda obra de Satanás, dije “soy libre” y desperté.

En el segundo sueño, me veía caminando con mi esposo por las calles de una ciudad de Guatemala que es muy linda. De pronto, él desapareció y esas calles agradables se fueron convirtiendo en callejones oscuros y solitarios. Las personas  poco a poco se convertían en seres endemoniados y poseídos. Yo intentaba llamar a Cash por celular pero no funcionaba y esos seres comenzaron a ahogarme. Sentí que me moría aunque sabía que era un sueño porque me decía: “estoy durmiendo,  estoy acostada en mi cama con mi hija, reprendo todo espíritu de muerte”. Entonces, vi que las tinieblas comenzaban a retroceder justo en el momento que desperté. Le di gracias a Dios porque en ambos sueños obtuve la victoria y me reveló que había un ataque directo hacia mi persona, especialmente lo que podía compartir con la iglesia. Así que estoy decidida a no callar y decir lo que el Señor ha puesto en mi corazón sobre los valores conyugales y familiares.

Familias comprometidas

Justo ahora, doy gracias porque mi esposo Cash está de viaje con nuestros dos hijos varones. Este es un gran privilegio que pocas veces sucede porque todos en la familia estamos entregados a la obra del Señor. Nos regocijamos porque ahora, nuestros hijos son invitados a predicar en congresos de jóvenes, así que mi esposo les está ayudando a crecer en esta nueva etapa de sus vidas,  dándoles consejo para predicar y ministrar, sellando en ellos esa seguridad que deben tener en su llamado.

Es una gran bendición tener hijos comprometidos para la obra del Señor y motivo a los padres a trabajar en sus familias para que todos deseen servirle a Él. Para lograrlo, no es recomendable “vacunarlos contra el Evangelio”, saturándolos o siendo demasiado exigentes con ellos.  Una vacuna consiste en inyectar el virus que provoca la enfermedad para que el cuerpo se vuelva inmune a ella. Así que no hagamos del Señor una vacuna que se inyecta para que luego nuestros hijos lo eviten. Lo mejor es traerlos a la iglesia y presentárselos al Señor para que  trabaje con cada uno, además del ejemplo que debes darles con tu propia entrega.  Nuestros hijos son las primeras ovejas que debemos cuidar  y lograr que se comprometan con el Señor es un verdadero regalo. Busca mantener el equilibrio y no los satures con tu ansiedad de que se aprendan los versículos de la Biblia, oren, ayunen, sirvan en la iglesia y asistan a un grupo. Todo debe darse gradualmente y cada uno va sacando sus conclusiones con la guía de los mayores. Ayúdalos a que se enamoren del Señor.

Familias benditas

No olvidemos que la familia es la base de la sociedad y Dios desea bendecirlas porque son el sustento de un pueblo cristiano fuerte y capaz de vencer al maligno. Toda familia inicia con el matrimonio de una pareja, por eso es tan importante que trabajes en tu bienestar conyugal y no te canses de agradecer a Dios por la esposa o esposo que te ha dado. Ámense y dedíquense a formar un hogar entregado en Sus manos que pueden restaurar todo lo que se ha perdido. Las familias y matrimonios deben estar bien, ese es el mensaje que el Señor desea compartirte.

Cada uno le daba un valor diferente a la misma cosa porque su escala de valores era distinta. La estatua representaba algo especial para uno pero no para el otro, aunque ambos descubrieron el valor de vida que tenía. El  valor no está en lo material sino en el interior.  De la misma forma, todos tenemos nuestra propia escala de valores. Para unos es más importante lo material y para otros lo espiritual. Un famoso escritor dijo: “Nada es verdad, ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira”. Esto significa que  todos vemos las cosas de diferente forma según los valores que tengamos. Sin embargo,  el valor de la familia y el matrimonio no debe ser relativo, es una verdad fundamental que debemos hacer evidente en nuestra vida.

Dios de pactos y orden

Nuestro Señor es un Dios de pactos y está presente en tu matrimonio que vale oro.  Él te dio a la pareja que tienes y está allí junto a ustedes esperando que le den la oportunidad de rescatar la felicidad que tal vez se perdió.  Aunque la sociedad nos bombardee con individualismos y malos ejemplos de vida conyugal, Dios nos usará a través de las familias, por lo que es importante trabajar en la tuya. Aunque todavía estés soltero, debes descubrir el verdadero valor del compromiso matrimonial antes de ejercerlo y formar tu propia familia.

Cuando vi en la iglesia a ese chinito que estaba bien guapo, comencé a darle valor al matrimonio como un mandato divino, pero antes de eso, tuve que creer en la autoridad y aprender a someterme a ella, a través de mi esposo quien la ejerce en la familia. El hombre es la autoridad en la relación. Nuestro Señor también es un Dios de orden y  nos respalda en autoridad, ejerciéndola  y sometiéndonos a ella cuando es necesario.  Un matrimonio tiene una cabeza que es el hombre. Si tuviera dos cabezas, sería un monstruo.  Dios me enseñó a respetar Su mandato de sujetarme a la autoridad de mi esposo.
Ordena tus valores porque la familia es ungida por Dios y debes darle el valor que merece. Hay  unción para sacar adelante tu matrimonio, así que lucha por ello con la seguridad de saber que eres hijo de Dios y uno con Cristo Jesús.  Siempre dale al Señor el primer lugar y Él pondrá orden en tu matrimonio. Dale gracias  y pídele que restaure lo que sea necesario, no decaigas porque Él está contigo.  Los jóvenes solteros deben prepararse porque  el Señor  desea llevarlos por ese camino de compromiso y unción.

El primer lugar siempre para Él

Dios sabe cuáles son las prioridades de tu corazón. Puede ver tu balanza interna y demanda que le ames primero a Él.  Ni tu novio, ni tu esposo están antes que el Señor y cuando le das Su lugar, Él pone orden para que todo tenga un tiempo y espacio en tu vida.  Esa posición privilegiada  que le das a  Él te permite abrir tu corazón y confiar, porque la confianza es muy importante en la relación de pareja.

Dios me enseñó a confiar en mi esposo, ayudándome a descubrir lo valiosa que soy.  Cuando el pastor Cash y yo éramos novios, algunas jovencitas me decían: “me gusta Cash y haré todo lo posible por quitártelo”, entonces, yo les respondía: “que Dios te ayude”.  Sin esa confianza mutua que nos tenemos, no habríamos llegado hasta el día de hoy, amándonos y trabajando juntos con el Señor.  Le doy gracias a Dios, porque nuestro matrimonio fue el fundamento para bendecir a muchos.  El temor y los celos vienen del diablo que desea dañar tu relación conyugal y no te permiten ser feliz.  Las mujeres deben confiar y los hombres deben darles buenas razones para hacerlo, tu pareja es valiosa y debes cuidarla.

Amor que trasciende

Cantares 8:7 nos deleita con este verso: Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían.

Cash y yo escogimos este versículo para ponerlo en nuestras invitaciones de boda porque era muy significativo y expresa lo que sentimos el uno por el otro. Nuestro amor ha crecido y ha madurado, nos respetamos y honramos mutuamente porque el tiempo y lo que hemos vivido juntos nos han fortalecido. No todo ha sido alegre, hemos pasado muchas pruebas pero las superamos de la mano.  Dios quiere eso, que trabajes unido a tu pareja ya que el amor cubre multitud de faltas y  no es por tus fuerzas, sino por las de Dios que saldrás adelante en tu matrimonio.

Eclesiastés 4:9-10 sabiamente asegura: Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡Ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.

Una persona en soledad no puede avanzar de igual forma que alguien acompañado.  Por eso Jesús envió a Sus discípulos en parejas y nos manda buscar cónyuge e iniciar una familia estable.

Génesis 2:24  nos recuerda: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Cuando estamos solteros, la autoridad  que debemos seguir es la de mamá y papá, luego,  al casarnos,  Dios quita esa autoridad y se la da al cónyuge, esposa y esposo. Es el único momento donde hace ese cambio. Claro que debemos continuar honrando y respetando a nuestros padres, pero también debemos asumir  el nuevo rol que Dios nos ha dado y tener la fortaleza de sujetarnos para convertirnos en cónyuges y padres de familia. El Señor  quiere bendecirte, ministrarte, restaurarte y ayudarte  para que ordenes tus valores y puedas transmitirlos a tus hijos.

Deja la indiferencia y busca de nuevo el compromiso que te une a esa persona especial.  Pide perdón por las ofensas del pasado e inicia una nueva vida de confianza y compromiso.  Da gracias por tu relación conyugal, repite el nombre de tu esposa y esposo y bendícelo.

Los jóvenes  recibirán Su guía que les ayudará a creer en el compromiso de unirse a otra persona y formar un hogar.  Dale a la familia el valor que merece y confía en el Señor que te ayudará a tener un matrimonio exitoso. Sé libre para amar y perdonar a tu pareja porque Dios te da una nueva oportunidad de ser feliz con tu familia.

 

 

 

 

 

 

 

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