30 de septiembre de 2025
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Es mejor acercarse a Dios por amor que por dolor. La iglesia está abierta para los necesitados y los que reconocen su necesidad espiritual, pero debería estar llena de los bendecidos. Que sea más poderosa la gratitud que tenemos para Dios por la familia que nos dio, por la salud que tenemos, sí, por el trabajo que nos ha dado, por la vocación, por el propósito de vida que nos otorgó, por las oportunidades que hemos tenido. Lo que no se vale es estar bendecido y alejarte. Aunque luego vuelvas, porque algo doloroso te ocurrió.
El evangelio de San Lucas describe una escena de fe, obediencia inmediata y esfuerzo laboral. Vale la pena imitar esas actitudes que nos conducen a la santa terquedad o persistencia hasta ver resultados positivos.[1] Porque fe es la certeza de lo que espera, la convicción de lo que no se ve, pero que sí puede llegar a ser una realidad que cumpla tus sueños.
Pedro escuchó y actuó diciendo: «Por tu palabra echaré la red»; a pesar de toda una noche sin resultados, no abandonó su esfuerzo e hizo el último intento. La parte que nos corresponde debemos hacerla y Dios hará su parte. El que dijo «toca y se te abrirá, busca y hallarás» no hará las cosas por ti, pero bendecirá tu acción.
No es lo mismo trabajar toda una noche que trabajar un solo momento con la Palabra de Dios a nuestro favor. Dios nos da mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos según el poder de Dios que actúa en nosotros. Él excede nuestros pensamientos y nuestras peticiones. Después de la peor pesca de su vida, Pedro recibió la mejor pesca que nunca había experimentado. Lo que Dios está observando no es tu resultado, es el esfuerzo con el que estás tratando de conseguirlo y está a punto de bendecirte.
Cuando crees que se puede hacer y eres santamente terco en creerlo de día y de noche, declararlo, visualizarlo e imaginarlo, entonces tu cerebro se activa y empieza a buscar el cómo lograrlo.
Las cosas tienden a convertirse y revertirse en su momento, cuando alcanzan su extremo. Diga el débil fuerte soy; es el mejor ejemplo. Es porque ya alcanzó el extremo de la debilidad y entonces está a punto de volverse fuerte. En el caso de Pedro, cuando llegó al extremo de la inutilidad de pescador, en ese momento estaba a punto de convertirse en alguien mejor con la pesca más grande de su vida. Ese fue el momento en que Jesús le dijo: «No tengas miedo, desde ahora serás pescador de hombres».
Es la actitud persistente la que de manera inquebrantable hará llegar hasta el último intento para lograr lo que se ha propuesto. Prepárate para un nuevo día. Viene el día que vas a ver una pesca que jamás habías visto en toda tu vida.
Pon tu mirada en la promesa que Dios tiene para tu vida; sigue adelante. Dios está por manifestarse. Lo vas a lograr; se va a conseguir.
¿Qué te dirías a ti mismo? Te estarías diciendo: Mañana es un nuevo día; voy a estrenar misericordia de Dios, voy a estrenar su gracia. ¡Guatemala, Dios no te ha dejado! ¡Guatemala, Dios no te ha abandonado! Dios vive en este país bendecido por él.
En el caso de Gedeón, Dios sabía que era esforzado y valiente; por eso estaba con él. Si hubiera sido haragán, perezoso y dejado, el ángel no le hubiera dado ningún reconocimiento. Dios sabía que era responsable. Así que, los que son esforzados y valientes, Dios está con ustedes.
Gedeón decía: «Vengo de una familia pobre, soy el más pequeño». Él llegó al extremo de decir: «No hay manera de que a través de mí se logre». ¿Cuál es el momento más oscuro de la noche? Justo antes de que salga el sol. Por eso Dios visitó a Gedeón para decirle: «Estoy contigo». Entonces, Dios no vio su frustración porque lo que vio fue un hombre esforzado, valiente e inquieto, sabiendo los éxitos de sus antepasados. Justo cuando piensa que está totalmente derrotado, que el contexto de donde viene, siendo el menor de los hermanos y una familia pobre, Dios lo habría convertido en un libertador.
Cuidado con el dolor, porque te podría hacer víctima de tus errores. No hay quien se victimice a sí mismo que salga adelante. Cuando te victimizas a ti mismo, das un paso para atrás y te hundes más de donde estabas. Eres más que victorioso en Aquel que te amó para todo lo que emprendas.
A pesar de que Jesús les dijo hombres de poca fe, hubo un padre de familia que siguió creyendo por la sanidad de su hijo.[3] Pedro siguió intentando vez tras vez, aunque en un momento se le llamó piedra de tropiezo. Pero Hechos cinco señala que cuando Pedro pasaba, la gente sacaba sus enfermos y con su sombra eran sanados. Cuando Pedro llegó a su momento de no poder más, vino el Espíritu Santo, lo empoderó y lo mandó para que intentara vez tras vez, hasta lograrlo.
Finalmente, lo que sigue es que hagas un compromiso contigo mismo y vivas comprometido con Jesús para servir. Me voy a levantar temprano, voy a comer bien, voy a hacer ejercicio, me comprometo conmigo. Me comprometo a estudiar, a reflexionar, a congregarme, amarme y a buscar mi edificación.
[1]Lucas 5:1-10 (RVR1960): Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.
[2]Jueces 6:11-18 (RVR1960): Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre. Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.
[3]Mateo 17:14-18 (RVR1960): Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.
[4]Hechos 5:14-15 (RVR1960): Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
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