10 de agosto de 2018
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Vivir por fe es emocionante. A veces, pensamos que si algo es arriesgado no es de Dios. Si la duda nos visita buscamos mil confirmaciones para decidirnos a comenzar algo, pero vale la pena depositar toda nuestra confianza en la fe que Dios nos ha dado.
También sucede que al lograr algo por fe, confiamos más en eso que logramos que en la fe misma. Por ejemplo, nos graduamos luego de mil dificultades y de perseverar durante años; entonces, puede ser que confiemos más en ese título que en el Señor para salir adelante.¿Y qué pasa si encuentras dificultad para ejercer tu profesión? Te llenas de ansiedad y afán. De esa forma, parece que lo que has logrado se convierte en tropiezo para tu fe. Por eso, yo doy gracias al Señor por la nada, porque cuando lo único que tienes es fe, todo lo puedes lograr. Evitemos esa malversación de la confianza. Quita los “wow” de los logros y dale el “wow” a tu fe.
La Palabras nos dice que la creación tiene anhelos ardientes[1]. Debemos tener anhelos para usar nuestra fe. ¿Será que una planta nos gana en anhelos? No puede ser. Debemos ambicionar cosas grandes. Dios es vasto, tiene más de lo que necesita. Jesús no fue escaso, anheló a la humanidad completa. A veces nos pasamos de espirituales y pensamos que la fe no funciona para alcanzar nuestros anhelos materiales, pero Dios, siendo Señor del mundo espiritual, también creó todo lo material. Corintios dice que tenemos vida material y también espiritual. Tenemos cuerpo y espíritu, así que nuestro Padre desea que usemos nuestra fe para todo.
Ahora creemos todo lo que la Biblia nos relata porque ya pasó. ¿Será que hubieras creído en hacer un arca porque habría un diluvio? ¿Hubieras seguido a un hombre que hablaba con las plantas? Creemos mucho por el pasado, pero hacemos poco por el futuro. Tu fe no debe servirte para decir que crees en lo que lees en la Biblia, sino en los desafíos que tienes por delante.
La Escritura es muy clara al decir que no podemos servir a dos señores: Dios y las riquezas, y lo dice como antecedente al consejo de no afanarnos por nuestra provisión. Es decir que nuestra fe debe estar enfocada en Dios, no en lo material. Confiar en nuestro Padre más que en nuestros logros y posesiones. En ese mismo contexto pone el ejemplo de las aves y de los lirios que no se afanan y Dios tiene cuidado de ellos, por lo que, sin duda, cuidará de nosotros que somos más valiosos para Él[2].
Cuando Adán salió del Edén debía proveerse, pero el postrer Adán vino a cambiar eso, se abrió un nuevo huerto. Vino a restaurar porque dijo que no nos afanáramos. No sigamos en el reino del Adán caído, trasladémonos al reino del nuevo Adán. Claro que debemos esforzarnos, pero la fe provoca que vivamos de acuerdo a la ley del menor esfuerzo porque es más fácil dar vueltas a los muros que derribarlos. La naturaleza tiene fe porque en ninguna planta o animal veo afán. La ausencia del afán es reflejo de la presencia de fe.
En una oportunidad, los discípulos le preguntaron a Jesús por qué no habían podido echar fuera un demonio y Él les respondió que fue por su poca fe, porque si tuvieran fe como la que tiene el grano de mostaza, nada sería imposible para ellos[3]. Es decir que todo lo podemos lograr y obtener por fe. Tal vez te preguntas: “¿Por qué no pude sacar adelante a la familia, por qué no pude terminar la casa?” Sería porque no tienes recursos. No, es porque no usas tu fe.
Si pudiéramos creer como cree ese pequeño grano, cambiaríamos y subiríamos de nivel. Debemos tener fe como el grano de mostaza, no una fe del tamaño de un grano de mostaza. La mostaza es presumida, super, archi, mega creída porque llega a ser la más grande de las hortalizas. Es más, decide ser árbol. Cambia de especie. ¡Podemos tener una transformación por fe![4].
En una ocasión, Jesús caminó sobre el agua porque lo dejó la barca. Y en esa misma ocasión, Pedro también dio unos pasos en el agua, pero simplemente porque se le antojó[5], porque desafió a Jesús y sin darse cuenta, desafió su propia fe y sabemos que eso agrada a Dios, aunque el resultado no sea el esperado. ¡Hay que hacer algo solo por las puras ganas de usar la fe! Eso es lo que agrada a Dios. Pedro caminó sobre el agua porque usó la fe, y se hundió por dejar de usarla. Así que la frase: “Hombre de poca fe” se refiere a alguien que usa poco su fe.
En mi caso, doy testimonio de que he usado mucho la medida de fe que tengo. Y puedo respaldar lo que digo con obras. Si dijera que me retiro, que le dejo el ministerio a mis hijos y al equipo pastoral, se queda la obra y me llevo la fe que me ha servido para realizarla, incluso en medio de la incertidumbre y con miedo. Pero no he permitido que ese sentimiento me domine, porque el miedo no es la ausencia de la fe, sino la ausencia del uso de la fe. De hecho, el miedo es una señal para usar la fe, así como el dolor de muela es señal de que debes ir al dentista.
Al leer las veces que Jesús habló sobre la fe de las personas, me surgió una pregunta. A veces, Él reprendió al decir: “Hombre de poca fe”[6]; otras veces cuestionó si tenían fe[7] o dónde estaba esa fe que decían tener[8]. ¿Qué pasa, se molestaba porque no había fe, porque había poca fe o porque no se sabía dónde estaba la fe? pero si, como dice Romanos, ha sido Dios quien nos ha dado una medida de fe, ¿significa que nos reprende por esa cantidad de fe que Él mismo nos dio? Sería absurdo, tanto como si me reprendiera por mi baja estatura si fue Él quien me la dio.
En otras oportunidades, Jesús dijo que la fe era grande[9], como la de la mujer sirofenicia que insistió hasta obtener el milagro para su hija. Jesús también reconoció, con agrado, la fe de otros como el centurión romano, al decir que no había hallado tanta fe ni siquiera en los judíos[10]. Creo que realmente nunca se refería al tamaño, sino a cuánto se usa la fe. ¿Qué tanto estás usando tu fe, poco, nada? ¿Cómo se ve tu fe de acuerdo a cuánto la usas, grande o pequeña? A todos nos ha dado una medida de fe, pero cada quien la usa de diferente forma y con diferente intensidad, por eso, los resultados de cada uno también son diferentes. No significa que tengas un tamaño de fe diferente, mayor o menor[11].
Si usas tu fe constantemente, no habrá meta inalcanzable para ti. Debemos buscar metas grandes porque nos obligan a necesitar a Dios, a ponernos de rodillas para que Él intervenga. Si tienes fe, lo tienes todo. ¡Úsala! Lo demás caerá por su propio peso.
Realiza cosas por quitarte las ganas de usar tu fe. No temas usarla para creer por tus sueños porque la gracia de la fe es traer al mundo visible lo que está en lo invisible.
El uso de la fe se descubre a prueba y error. Por eso hay que atreverse y experimentar. Puede que te equivoques, pero de ser así, levántate y sigue. Dios no dejará que te hundas. Para usar la fe debes ser mucho más relajado, menos controlador. Cuando usas la fe, Dios trata con tu carácter, lo moldea, lo forma. El Señor no abandona a quien confía en Él.
La pregunta es: “¿Encontrará personas usando la fe cuando vuelva?”[12] Decídete a demostrarle que tú eres de los que usan su medida de fe sin detenerte a pensar si es pequeña, mediana o grande, porque es todo lo que necesitas para lograr tus propósitos.
[1] Romanos 8:19-23: Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
[2] Mateo 6:24-30: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
[3] Mateo 17:19-20: Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
[4] Mateo 13:31-32: Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
[5] Mateo 14:29-31: Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
[6] Mateo 8:25-26: Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
[7] Marcos 4:40: Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
[8] Lucas 8:25: Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
[9] Mateo 15:28: Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
[10] Lucas 7:6-10: Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
[11] Romanos 12:3: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
[12] Luca 18:8: Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
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Fe | Jesús | Medida de fe
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