11 de septiembre de 2010
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Tu felicidad depende de la relación que tengas con el Señor y quienes te rodean. Asume el compromiso de comunicarte y perdonar para alcanzar una vida llena de bendición.
Cuando Jesús resucitó se le apareció a Sus discípulos y les dijo dos veces: “Paz a vosotros”. Además les recordó que debían perdonar para recibir perdón. Ellos eran perseguidos y era difícil comprender ese deseo pero Él les recuerda que por Sus heridas tenían dicho privilegio. Recibir la bendición de Dios tiene que ver con el sacrificio de Jesús y la buena relación con las personas. Es importante aprender a relacionarnos con la gente. Los conflictos son inevitables ya que todos somos diferentes por lo que debemos aprender a convivir en armonía.
La raíz de la paz está en nuestros corazones. La Biblia dice que debemos ser como una gran familia feliz, llenos de simpatía hacia los demás. En ningún momento dice que actuemos como gatos entre un costal. La paz en tu corazón es una decisión, al igual que amar, perdonar y tener fe. Tú decides amargarte o ser feliz porque Dios ya te ha dado un espíritu nuevo.
Lo primero a tomar en cuenta en una relación es comunicarse. Mejora tu comunicación en casa, en el trabajo y con los amigos. Para lograrlo es necesario comprender que hombres y mujeres somos diferentes. Las mujeres están programadas para hablar y pueden hacer muchas cosas simultáneamente. Los hombres no, deben concentrarse en una cosa a la vez y cuando llegan a casa tienen poco tiempo para escuchar. Para llevar buenas relaciones debemos aprender a dedicarnos tiempo porque fortalecer un vínculo emocional requiere esfuerzo.
Debemos hablar para edificar, buscando hacerle bien a quien nos escucha y dejando de lado las palabras hirientes. Practica el consejo de la Palabra y ablanda tu ira, no busques conflicto sino soluciones. Debemos aprender a ser pacificadores. Mi esposa nos ha enseñado que en familia puedes tratar cualquier problema siempre que sea de forma adecuada, sin ofensas. Aprende a ser bombero que apaga el fuego no que lo aviva con ira y rencor. Olvida el pasado y perdona. La Palabra nos aconseja ser prontos para oír, tardos para hablar y para la ira. Apliquemos ese sabio consejo en nuestras relaciones. Una relación es un vínculo de amor, ya sea filial o de pareja pero que siempre requiere paciencia y amabilidad. La Biblia dice que el que ama no es envidioso. Deja de lado el orgullo que te aísla. El amor no es grosero ni egoísta, no se enoja por cualquier cosa y no se pasa la vida recordando lo malo que otros han hecho.
El perdón es otro factor importante. Jesús nos dijo que debemos perdonar siempre aunque sea difícil pero es necesario para tener buenas relaciones y alcanzar la paz. Libérate de las ataduras del rencor que no te permiten ser feliz. Perdonar para desatarte y ser libre de expresar tus sentimientos.
El tercer punto a tomar en cuenta para tener buenas relaciones es comprometernos. Nada desequilibra más una relación que la falta de compromiso y decisión para salir adelante juntos. Jesús dijo a Sus discípulos: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Con esa certeza es fácil comprometerse. Mira a tu cónyuge de frente y dile que te comprometes a buscar la felicidad a su lado.
El Señor es claro cuando dice que detesta el divorcio. Asegúrate de no romper tu promesa de ser fiel. Disfrútense en pareja y hagan tiempo para estar juntos. Eso debe aplicarse a toda interacción, incluyendo esposos, hijos, amigos y compañeros de trabajo porque tu felicidad depende de todos ellos. Recordemos que hay poder en el acuerdo entre dos porque el Señor que concede las peticiones de aquellos que piden juntos. Involucra a Dios en tu vida para que todo vaya mejor. Toma de la mano a los tuyos y disfruta su compañía. El Señor desea bendecirte y darte paz.
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