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Un avivamiento bajo la mesa

Un avivamiento bajo la mesa

10 de julio de 2022

Tiempo de lectura: 3 minutos

Habrá veces en que el Señor se moverá hasta que lleguemos a nuestro punto de quiebre: no porque a Él le guste vernos sufrir, sino porque necesita que creamos en Él. Debemos estar conscientes de que no somos dueños de Dios para usarlo a nuestro antojo y satisfacer nuestras necesidades. Por ejemplo, no podemos usarlo para comprar una casa. Lo que sí podemos, sin embargo, es ser usados por Él para recibir la provisión que nos prometió y de esa forma compremos la casa que deseamos para nuestra familia.

Cuando mi esposa y yo fundamos Casa de Dios en Portugal no fue nada fácil al principio. Personalmente tuve que llegar a mi punto de quiebre para comprender el avivamiento que Dios quería en mi vida y en la del ministerio. Sin embargo, ¿qué entendemos por “punto de quiebre”? Un ejemplo en la Biblia lo podemos ver cuando una mujer cananea se acercó a Jesús, rogándole ayuda para su hija endemoniada.[1] Él le dijo a aquella mujer que había sido enviado para salvar a Su pueblo,[2] pero ella no se conformó con esta respuesta y haciendo una alegoría del pan y las migajas que caen bajo la mesa provocó que Él viera su fe y declarara que se hiciera con ella lo que quisiera; y su hija fue sanada desde ese momento.[3]

No solemos tener una buena respuesta a ciertos comportamientos de Jesús que nos motivan a llegar a nuestro punto de quiebre, pero para que nuestro nivel de madurez crezca y nos lleve a creerle por cosas más grandes, es necesario comprender que todas las cosas cooperan a bien para quienes le amamos. No es nuestro sufrimiento lo que mueve a Dios, sino nuestra fe. No confundamos sufrimiento con sacrificio, pues no porque estemos sufriendo significa que estemos sacrificando algo.

Hay un avivamiento bajo la mesa, pero solemos estar tan ofendidos ante las formas de Dios que olvidamos dar gracias por Su bendición. Como hijos Suyos no merecemos las migajas, sino el pan sobre la mesa. Y no estoy diciendo que seamos desagradecidos: podrán ser migajas, pero agradezcámoslas si vienen de Él; eso sí: sin olvidar que como hijos también merecemos el pan entero. Yo lo veo así: unas migajas podrían ser como pagar una deuda, y comerme el pan sería como irme de vacaciones con mi familia celebrando que Dios nos proveyó para mucho más que lo necesario.

Todo le es posible al que cree, no necesariamente al que sufre. A Jesús no le llamó la atención el sufrimiento de la mujer cananea, sino su fe.[4] Dios quiere mostrar la bendición de Abraham en nuestra casa,[5] pero debemos creer que Él no solo puede solucionar nuestro problema, sino además cambiarnos la vida.


[1] Mateo 15:21-22: Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 

[2] Mateo 15:23-24: Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 

[3] Mateo 15:25-28: Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

[4] Hebreos 11:6: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

[5] Gálatas 3:14: Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

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