28 de octubre de 2025
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El aprendizaje es una de las aptitudes que todo hijo de Dios necesita para estar preparado y habilitado para saber qué hacer en los momentos que sean necesarios.
El aprendizaje elimina la improvisación y es una cualidad que permite avanzar en la vida. Esto no es cuestión de edad, es entender que la vida todo el tiempo nos está enseñando algo y que Dios, a través de circunstancias claves, va transformando nuestro entendimiento con lecciones que duran para toda la vida.
Dice la Biblia que el diablo estaba en el cielo, en donde ocupaba una posición preponderante. Era un ser de luz, producía música, estaba tan cerca de su Creador, en donde todo el escenario era perfecto, pero allí se corrompió su corazón.
Entonces, necesito aprender que estoy en la posición para que Dios cambie mi corazón, lo transforme e intervenga en aquellas cosas que hoy no están mejorando; sin cambios estamos frente a un conocimiento no aplicado, que no ha llegado al aprendizaje profundo.
Satanás trabajó por mucho tiempo para cautivar el corazón y la mente de un hombre llamado Judas, un discípulo que estaba tan cerca de Jesús. Judas vio cuando Jesús caminó sobre el mar, multiplicó el pan y le dio de comer a tanta gente. Judas estuvo presente en el momento en que Lázaro resucitaba. Y dice la Escritura que Satanás entró en Judas.[1] Ese día amaneció escuchando de Jesús, hablando con Jesús, pero más tarde es poseído por Satanás. Estaba tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. De esa cuenta, provocó que la gente se levantara en contra de Jesús para que muriera en esa cruz.
Pero al provocar eso en las personas, lo que estaba haciendo es que la gente no pudiera ver quién era Jesús. Entonces, hubo dos tipos de pensamiento en toda la gente que fue expuesta a ese escenario. Estaban los que creyeron y los que dijeron: Qué bien que ese hombre fue crucificado. Estaban los cambistas del templo, a quienes Jesús les volteó sus mesas diciendo: Ese es su merecido por lo que nos hizo.
Pero también estaba aquel padre diciendo: ¿Cómo le están haciendo eso a ese hombre, si fue el que liberó a mi hijo, al cual cada vez que venía el espíritu lo tiraba al suelo; a veces lo quiso quemar y lo quiso matar? Y fue Jesús el que ustedes están matando, el que liberó a mi hijo. Quizá estaban los familiares del gadareno diciendo: ¿Cómo pueden hacer eso?
El enemigo, no contento, día y noche utiliza lo que sea para lograr que tu vida sea cautivada porque su objetivo es que nos alejemos de Dios. De hecho, dentro de la reunión de la iglesia puede haber personas que están cerca y a la vez están lejos. Mientras Dios observa lo que está pasando y está listo para hacer muchas cosas en tu vida, pero es importante que lo permitas, pues aunque asistas o trabajes en una iglesia, aun así puedes estar lejos de Dios.
La garantía de que estoy con Dios es una vida constante y permanente, una búsqueda de todos los días y un aprendizaje continuo de la Escritura que nos enseñe cómo funciona Su reino. La garantía es poder levantarte todos los días y, al nada más abrir tus ojos, decir: Buenos días, amado, hermoso, maravilloso Espíritu de Dios.
Tu cercanía o tu lejanía con Dios define las consecuencias que vas a vivir en los próximos días. A ninguno le gustan las comparaciones, pero las hacemos constantemente. No es cómodo sentirse comparado con otras personas, pero sucede. Las comparaciones no son malas del todo, solo hay que aprender a leerlas. Toda comparación tiene dos lados, el que no nos gusta y el lado del cual aprendemos.
Dios le habla a Caín para enseñarle algo que no debe repetirse y desea corregir su corazón, pero Caín no lo comprende y así decayó su semblante.[2] Dios deseaba proporcionarle a Caín un aprendizaje para toda la vida, pero lo rechaza al compararse con la ofrenda de su hermano. Dios trabaja en nuestro corazón para que tengamos algo mejor que ofrecerle a quienes nos rodean y en especial a Él. La comparación es para que salgas del estado en que te encuentras, no para amargarte.
La Biblia habla de un hombre que empezó a tener conflictos internos cuando se comparó con otros que veía prosperando, aunque según su juicio estaban lejos de Dios.[3] La envidia invade cuando se considera que algo es injusto si tú no lo posees, y ese puede ser el efecto en una comparación. Pero en el momento en que Dios te exponga ante alguien como estas personas es para que te sirva como un detonante para que tu vida cambie y vivas un proceso de transformación mediante el aprendizaje, hasta ser una persona confiable y segura.
El proceso de aprendizaje de José, que fue vendido por sus hermanos y llevado como esclavo a Egipto, lo llevó a ver que la mano de Dios estaba con él constantemente. En este punto es el momento de pedir que la mano de Dios intervenga en nuestra vida y veamos que lo que se construye en nuestro corazón lo hará posible para que puedas decir: Señor, enséñame a caminar contigo. Que la mano de Dios sea evidente en tu vida.
El aprendizaje que Dios construye en tu vida sirve no solo para que avances, sino para comprobar que su voluntad para tu vida es agradable y perfecta.
Aprende de los más hábiles que Dios ponga cerca de tu vida porque son una referencia de lo que también puedes lograr y no los envidies como le ocurrió a Caín.
En vez de sentir envidia, enojo o de dar lugar a la queja constante, debes comprender que el mundo no premia a quien se queja, aplaude a quien actúa. La queja te convierte en víctima; la acción te convierte en un protagonista. Cuando decides actuar, aunque sea con un mínimo paso, empiezas a mover la rueda hacia tu destino. La inercia desaparece, la confianza crece y las oportunidades empiezan a aparecer, porque el tiempo que utilices quejándote podría utilizarse para buscar soluciones. Cada vez que te quejas, entregas poder y tu mente se debilita; por eso es necesario el cambio.
Cada vez que sientes la tentación de reclamar por lo que falta, hazte esta pregunta: ¿Qué acción puedo tomar ahora mismo para mejorar esta situación? Si encuentras la respuesta y actúas, crecerás. Si te queda quejándote, quedarás estancado.
Recuerda, tu futuro no se construye con quejas, se construye con decisiones y acciones. El mismo esfuerzo mental que utilizas para repetir problemas podrías emplearlo en buscar alternativas. La diferencia está en la dirección de tu energía. Mira a tu alrededor; las personas que más avanzan son las que más hacen. No esperan condiciones perfectas, no piden permiso para empezar, no se dirigen a culpar, simplemente actúan y en ese proceso aprenden, se corrigen y mejoran.
Aquí se viene a aprender cómo es Dios, cómo es su reino y qué está haciendo para que mi vida mejore. Pero mientras más cerca de Dios estés, mejor lo vas a vivir y más rápido lo vas a alcanzar. Porque escrito está: «Separados de mí nada podéis hacer».[4]
El antídoto para la queja es la gratitud. El agradecido no incluye dentro de su vocabulario las quejas. Antes bien, agradece, porque sabe que lo que está viviendo es temporal y alcanzará lo que desea. Pero la queja es el sistema de pensamiento que bloquea la capacidad de accionar, la capacidad de crear, la capacidad de salir adelante.
La queja es un aprendizaje del cual tenemos que salir inmediatamente. Desaprende de la queja y aprende de gratitud. Nosotros somos bendecidos por aquel que pagó el precio en la cruz. Eres un bendecido y donde entras allí está la bendición de Dios. Repite: soy un bendecido. Soy un hijo de Dios. Él me ama y tengo todo lo que necesito para salir adelante en cualquier lugar donde Dios me ponga.
Por eso el salmista dijo: «Bendice, alma mía, a Jehová, bendiga mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios”.[5] Finalmente, decide estar cerca de Dios.
[1]Lucas 22:3 (NBLA): Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que pertenecía al número de los doce apóstoles.
[2]Génesis 4:4-7 (RVR1960): Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
[3]Salmos 73 (RVR1960): Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres. Por tanto, la soberbia los corona; se cubren de vestido de violencia. Los ojos se les saltan de gordura; logran con creces los antojos del corazón. Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo? He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas. Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Con todo, yo siempre estuve contigo; me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria.
[4]Juan 15:5 (RVR1960): Yo soy la vid, vosotros pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
[5]Salmos 103:1-2 (RVR1960): Bendice, alma mía, a Jehová, bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
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