Los niños y jóvenes heredan las promesas de bendición del Señor. Ellos son la generación que continuará con la misión de compartir el mensaje de amor, gracia y salvación a las naciones, por lo que necesitan nuestro respaldo, apoyo para formarse y fortalecerse como hijos obedientes que honran y sirven a su Padre celestial, ya que harán mayores cosas en el nombre de Jesús, en medio de un mundo hostil que intenta poner en riesgo su propósito.
En la discrepancia entre lo real y lo ideal se encuentra la frustración, pero esa imposibilidad de tener o lograr aquello que se desea es la antesala para ver un milagro generado por la fe en una promesa de Dios.
Un padre de familia puede sufrir el síndrome de responsabilidad adquirida capaz de obstruir el beneficio de recibir la visitación de Dios, debido al enfoque constante de dar a los suyos; por eso Jesús enseña que siendo proveedores, como hijos, podemos recibir buenas cosas de nuestro Padre celestial.
Un canal de servicio empresarial provee una experiencia gratificante que brinda bienestar a quien lo recibe, de igual manera, entre el milagro que Dios hace y quien se beneficia está otra persona: un servidor lleno de compasión.