El trabajo solícito, el respeto y la actitud de dar nos abren puertas de bendición.
Los motivos son la fuente de motivación de todo ser humano. En el momento en que tenemos los motivos correctos, Dios comienza a respaldarte
El agradecimiento por la redención y la posibilidad de ser templo del Espíritu Santo deben motivarnos a buscar la santidad.