15 de febrero de 2021
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El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
1 Corintios 13:4-6.
La Biblia nos enseña que la virtud suprema es el amor y que el verdadero amor tiene un efecto sanador en la vida. Y es que todos tenemos la necesidad natural de amar y de ser amados. El problema es que a muchos se les olvida amar como Dios nos ama: desinteresadamente.
Todos somos diferentes porque fuimos creados únicos e irrepetibles a imagen y semejanza de Dios. Es por ello que en el camino de la vida nos encontramos con personas de todo tipo: algunas que son altruistas por naturaleza y otras que jamás anteponen el bienestar de otros sobre el propio.
El verdadero amor no busca su propio beneficio, por lo contrario, busca el bien y la felicidad de la otra persona en todo momento, sin importar las circunstancias. También encuentra gozo en el crecimiento, progreso y madurez de la persona amada. El que ama, ora e intercede constantemente por el bienestar de otros.
Dios diseñó el amor entre dos personas como una vía poderosa para crecer en santidad ya que mientras amamos crecemos espiritualmente. De ahora en adelante enfócate en dar amor desinteresado poniendo delante del Señor la vida de quienes amas, cuidando el propósito de su vida y protegiendo sus corazones.
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