06 de marzo de 2010
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Marcos 10:46-52 nos cuenta: Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
Esta es una historia muy bella que nos da instrucciones de lo que debemos hacer para ver milagros en nuestra vida. La Palabra nos dice que Jesús entró y salió de Jericó, entonces el ciego sintió que la oportunidad de su milagro se esfumaba y empezó a gritar. Todos le reprendían porque hacía un gran escándalo, él no podía caminar hacia Jesús porque no sabía dónde estaba exactamente, así que utilizó su boca para llamar la atención del Maestro y de esta forma nos enseña cuatro decisiones de que debemos tomar para que alcanzar la plenitud en el Señor:
Llamar a Jesús
El ciego gritaba aunque lo reprendieran, no se desanimó ni dejó que se fuera la oportunidad de alcanzar una nueva vida. Muchas veces sientes miedo de llamarlo pero no hay nada de malo en buscar Su ayuda, por el contrario, hay una gran oportunidad de lograr sanidad si te atreves a llamarlo y pedirle que atienda tu necesidad. Grita tan fuerte como sea necesario para que te escuche en medio del ruido del mundo. Cuando deseamos que alguien nos ponga atención, primero lo llamamos con una voz normal y vamos subiendo el volumen hasta que lo logramos. Los padres saben a qué me refiero porque muchas veces los hijos se hacen los sordos. Debemos ir “in crescendo” y llamarlo: “Jesús hijo de David, hey , Hijo de Dios, ¡Jesús, escúchame!”.
El ciego había escuchado sobre Él y cuando se enteró que llegaría a su ciudad, la fe comenzó a crecer en su corazón porque sabía que hacía milagros, sanaba enfermos y resucitaba a los muertos. Entonces, intentó hacerse escuchar en medio de la multitud. Debes elevar tu voz al cielo porque la gente buscará la forma de ahoga tu llamado.
Hay oraciones que Dios no escucha porque son confusas, muchos dicen: “Dios, si realmente existes, apiádate de mi alma, si es que realmente la tengo”. Cuando mi bella esposa Norma desea llamar mi atención, me dice cosas agradables: “Papi, eres el hombre más guapo y tengo ojos sólo para ti”. Debes clamarle al Señor con tu voz más clara y fuerte. Ahora que conozco Su corazón, mi llamado es más claro y lo escucha sin dificultad porque le digo: “ Señor, vengo en nombre de Jesús, tu Hijo, mi representante e intercesor, vengo a Ti en Su nombre…” entonces los cielos se abren y puedo dialogar con Él. Debemos llamar a Jesús aunque nos reprendan.
Venir a Jesús
El ciego estaba sentado clamando porque finalmente lo escuchan y Jesús lo llama. Entonces, Bartimeo debe levantarse y llegar hasta donde Él está. Lo mismo debes hacer tú, no puedes quedarte sentado, esperándole, debes ponerte en acción y hacer tu parte para que el Señor pueda obrar los milagros. Luego de gritar y evitar que ahoguen tu fe, debes oír cuando te digan: “acércate porque ya te escuchó”. Levántate y corre igual que lo hace una mujer cuando le dicen que puede ir de compras.
Solamente alguien con fe logró que Jesús se detuviera y lo llamara. El ciego no tenía ninguna garantía, sólo una voz que prometía un cambio para bien. El cielo se detiene cuando le hablas y le pides Su ayuda. Entonces te corresponde hacer como el ciego que dejó su manto, su seguridad y lo único que tenía para ir donde Jesús y creer por lo nuevo que vendría. Convéncete de que Él no te ha llamado sin un motivo, Su voz se escucha cuando algo sucederá, si Él ha puesto Su mano sobre ti, no te ahogarás, si ha puesto Su mirada en tu familia es porque la salvará, no dejes que el mundo te haga de menos y evite que escuches Su llamado, no tengas miedo, te ha llamado para renovarte. Debes soltar tu manto, deja todo, toma la decisión correcta porque no hay ninguna cosa material que se compare con el amor del Señor, debes ser una nueva criatura como lo dice la segunda carta a los Corintios. Para que Dios te toque, debes dejar tu manto y abandonarte en Sus manos. No puedes seguir con las cosas antiguas para retomarlas por si el llamado del Señor “no te funciona”. Cuanto te escuche, acércate a Él.
Dialogar con Jesús
El ciego nunca se imaginó que dialogaría con el Creador que le daría la oportunidad de comenzar una nueva vida. Nunca pensó que podría convertirse en un predicador que no dependería de nadie más que del Señor. Seguramente su corazón comenzó a latir velozmente como nos sucede a nosotros cuando sentimos la presencia de Dios. Recuerda la primera vez que te tocó, no habían palabras, sólo llanto de emoción y agradecimiento. No sabías cómo orar, sólo sentías que todo estaba bien. En lo personal, la heroína me había robado todo, pero al conocerlo, me hizo encontrar en Él lo que buscaba en una aguja y polvo blanco. Muchos me reprendían pero al igual que Bartimeo, yo era el ciego que necesitaba el milagro y no permití que me alejaran de Su presencia. Diles a todos que ya no habrá voces que te digan “cállate», ahora todo será silencio para escuchar la voz de Jesús.
En ese diálogo, el ciego le dice que quiere recobrar la vista porque con ella, recobrará la dignidad y tendrá una nueva vida. Su sueño no eran riquezas sino la posibilidad de ser un hombre nuevo. Dialoga con el Señor y escucha Su voz de fe y esperanza.
Seguir a Jesús
Hay cuatro decisiones personales que debemos tomar aunque nos reprendan. La cuarta de ellas es seguirle. El verso 52 dice que Bartimeo seguía a Jesús por el camino aunque Él le dijo que se fuera, como lo hizo con otros a quienes les decía: “vete a tu casa”. Hay gente dispuesta a llamar a Jesús y acercarse a Él para dialogar pero batallan con la última decisión de seguirlo. Yo me atreví a hacerlo y ahora, cuarenta años después, no me arrepiento porque me dio una nueva plataforma, me enseñó a disfrutar de todo, recuperé mis sueños y puedo tener otros nuevos. Antes era imposible, pero ahora el único límite es mi fe.
Bartimeo tomó la decisión de seguirlo por el camino, seguramente dijo: “ Iré con Él de Jericó a otra ciudad, le seguiré para dar de lo mucho que he recibido, testificaré lo que me sucedió. Diré a otros ciegos y mendigos que es posible ser salvo. Nadie creía en mí, pero Él me sanó y puede sanar a todos”. Síguelo sin importar lo que te digan o suceda. Esa es mi historia, Jesús sanó mi cuerpo y mi angustia, soy como un ciego que ahora puede contemplar todo. Si hubiera hecho caso de quien me reprendía, ahora no sé dónde estaría y nunca hubiera sanado. Hoy, veo todo más claro, escucho una nueva melodía. Mucha gente trató de desanimarte, me decían: “el que se mete heroína” y ahora me dicen: “el cristiano”. Ya no tienen miedo de que pueda robarles, por el contrario, me buscan para que les muestre el camino que escogí.
Dale gracias al Señor porque no hiciste caso a quienes te reprendían, dale gracias por tomar las cuatro decisiones importantes y seguirle. Ahora tienes una nueva plataforma en el nombre de Jesús y nada te detendrá. Reconoce la necesidad que tienes de Él, pídele que te cambie y confiésale como tu Señor, quien te levantó y a quien seguirás. No permitas que nadie robe tu milagro.
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