15 de agosto de 2015
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Busquemos y seamos personas íntegras, que den buen testimonio de lo que han logrado con su familia y en sus círculos de influencia.
Señorear, sojuzgar y gobernar son palabras que se relacionan con nuestra vida, ya que todos gobernamos de alguna forma y en algún área. Hacerlo es importante, porque tenemos un mandato divino, tal como vemos que Dios dijo al crear a Adán y Eva cuando los bendijo y envió a señorear sobre todo lo creado[1]. Y para dirigir y señorear, debemos aprender a vivir.
Hay algunas autoridades que no podemos escoger, como los padres; pero hay otras autoridades que sí podemos escoger, como el cónyuge y cabeza de hogar, en el caso de las mujeres. Además, todos tenemos la capacidad de escoger a quiénes asumen cargos públicos. Así como debemos tener claros los rasgos necesarios para encontrar a la persona con quien formaremos una familia, debemos tener claro qué buscar en las autoridades de gobierno que escogeremos, porque de ambas elecciones depende el futuro de nuestras generaciones.
Durante mucho tiempo, el sistema de gobierno de Israel fue a través de jueces, no reyes, pero los hijos de Samuel que comenzaron a gobernar se corrompieron, por lo que el pueblo pidió cambiar el sistema. Pero esa petición no agradó a Dios, porque estaban rechazando el sistema de gobierno que Él había definido. Sin embargo, les dio rey, como pidieron[2], aunque no les fue muy bien con Saúl, el primero en gobernar. Luego, Dios levantó a David, quien fue varón conforme a Su corazón[3]. Notemos que los ancianos le pidieron a Samuel un rey en vez de esperar al juez correcto; no tuvieron paciencia y la consecuencia fue que el periodo de paz y estabilidad llegó cuando Salomón, hijo de David, asumió el poder. ¡Hay que tener paciencia! Dios quiere levantar a personas íntegras y honestas para los puestos de gobierno de nuestro país, solo debemos aprender a escucharlo y obedecerlo para tomar buenas decisiones.
¿Cuál podríamos decir que es una de las principales cualidades a encontrar? Dominio propio, ya que solo aquel que demuestra capacidad para enseñorearse sobre su espíritu podría ser capaz de gobernar un país. La más pequeña unidad de gobierno que existe es la de nosotros mismos, bajo la cobertura de Dios, guardando lo que Él manda, y debemos demostrar que somos capaces de hacerlo[4]. Si alguien asegura sacar al país de deudas, hay que ver si él está libre de deudas. Si ofrece educación, ¿qué tan educado es? Para elegir gobernantes hay que informarse y evaluar objetivamente a los candidatos.
Vale la pena observar qué clase de hogar tiene el aspirante a un puesto de gobierno. Si no sabe gobernar a su familia, ¿cómo sabrá de gobernar un país? Si no puede inspirar a sus más cercanos, ¿a quiénes podrá inspirar? Si no puede tener bien a los suyos, ¿a quiénes espera tener bien? Si alguien quiere ampliar su círculo de influencia, debe demostrar que ha sido una persona conforme a lo que Dios manda, cabeza de su hogar y de su familia[5].
Necesitamos gente correcta dentro de la política para luego no lamentarnos de la elección que hicimos. Seamos luz del mundo y sal de la tierra en todas las áreas a las que lleguemos. Busquemos personas que sepan negociar con transparencia por el bienestar de una nación, no por beneficio propio. Porque estamos convencidos de que más son los buenos que los malos, y nuestra esperanza está puesta en las promesas de Dios, quien anhela bendecir a nuestro país.
Es bueno y necesario que nos involucremos activamente en escoger a nuestros gobernantes, porque la responsabilidad es de todos. Tanto si eres candidato a elección popular como si eres quien dará su voto para elegir, hay que actuar de acuerdo a los principios de Dios. Lo importante es que seamos irreprensibles, es decir que no haya necesidad de reprendernos por todo, para que también busquemos eso en las personas que estarán en eminencia. Claro que no somos perfectos, porque solo Dios lo es, sin embargo, una personas que busca un puesto de gobierno debe demostrar que es eficiente en lo que hace, para pensar que también será eficiente en lo que espera hacer. En otras palabras, debemos ofrecer y buscar sobriedad, honradez, amabilidad y espíritu apacible no pendenciero, además de ser alguien con capacidad para enseñar, lo que inevitablemente es consecuencia de tener una actitud humilde, abierta al aprendizaje[6]. Todos estos son rasgos virtuosos que menciona la Palabra del Señor, así que son buenos parámetros para tomar decisiones sobre las personas a quienes les daremos nuestra confianza para gobernar.
La Palabra también recomienda personas sin vicios, que den buen ejemplo. Necesitamos a alguien que nos represente decorosamente. Reflexiona bien tu voto, busquemos alguien honesto que inspire respeto y sujeción sin represión, tal como debe ser en la familia, porque es tan bonito ver hijos que obedecen a sus padres por amor y con buen ánimo, no porque los obliguen. Igual será en una nación con un gobernante justo que inspire respeto, que no necesite imponerlo. Así que todos, como parte de la sociedad, debemos ser honestos, íntegros y correctos en todo, lo que también implica ser honrados y responsables con pagar nuestros impuestos, ya que Jesús dijo que diéramos al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Por lo tanto, sin importar el tamaño de nuestro negocio, incluso si formamos parte de lo que llaman economía informal, tengamos fe, legalicemos nuestra situación para facturar lo que ofrecemos. Seamos responsables con nuestro país, hagamos las cosas correctas y cabales, y tendremos la bendición de Dios, que es la que más cuenta.
¿Qué más debemos tomar en cuenta para escoger gobernante, según las enseñanzas del Señor? Alguien que desea gobernar debe demostrar que es capaz de hacerlo. Hay que escoger quien demuestre con sus obras lo que puede realizar, porque ya sabemos que la fe, así como las buenas cualidades, se demuestran con obras[7]. Lo ideal sería que ofrezca testimonio de buen gobierno donde quiera que haya estado, mejor si es en otros puestos similares, pero si no, pues que ofrezca buen testimonio del gobierno de su casa, de su negocio o empresa, que sea posible ver su capacidad para mantenerse correcto y eficiente, con experiencia. Si aprendemos de lo que nuestro Padre nos dice que es necesario encontrar en un aspirante al gobierno, seguramente Él nos respaldará y nos dará un buen gobernante, conforme a Sus propósitos de bendecir nuestra tierra.
Además, todos podemos ser de influencia sin necesidad de ser gente de gobierno. No necesitamos un cargo público para ayudar al cambio del país, como Ester lo logró con el rey Asuero, como Nehemías lo hizo con el rey Artajerjes, como José delante de faraón. Debemos ser luz en todas las áreas, para que Dios nos use con amor, paciencia y dedicación.
Tenemos la obligación de orar porque Dios nos dé sabiduría para elegir a nuestras autoridades y luego, debemos interceder por quienes finalmente lleguen a dichos cargos de autoridad en nuestro país. Aseguremos con fe: “Señor, creemos que Guatemala será un país de paz, justicia y bienestar. Reprendemos toda fuerza de las tinieblas y declaramos bendición sobreabundante en nuestra nación. Amén.”
Versículos de Referencia
[1] Génesis 1:28 dice: Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se vueven sobre la tierra.
[2] 1 Samuel 8:1-9 explica: Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel. Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abías; y eran jueces en Beerseba. Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho. Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos.
[3] Hechos 13:20-22 explica: Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel. Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.
[4] Proverbios 16:32 explica: Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
[5] 1 Corintios 11:3 explica: Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
[6] 1 Timoteo 3:1-7 enseña: Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
[7] Santiago 2:14 asegura: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
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