18 de septiembre de 2010
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Bendecir a quienes nos hacen bien o mal es la clave para ser hijos de Dios y alcanzar el perfecto balance que Él desea en nuestra vida.
Dios creó todo en equilibro, el día y la noche, la luz y las tinieblas, el frío y el calor, la sementera y la cosecha. Él quiere y ofrece balance.
Eclesiastés 3:1-8 nos recuerda que todo tiene su tiempo y hora. Nacemos y morimos porque hay un momento para cada cosa. Yo aprendí a tener paciencia y tranquilizarme para trabajar con calma y obtener resultados. En nuestro cuerpo también se cumplen ciclos. Hay tiempo para hacer músculos y luego para dejarlos caer. A los cuarenta años, todos tenemos la vida resuelta, es decir nuestras mejillas, la panza y hasta las posaderas ¡están re-sueltas!
Lo bueno y lo malo también conviven en balance. Las cosas malas nos traen equilibrio ya que aprendemos de ellas, incluso más que de las cosas buenas. La pobreza nos enseña mucho sobre la riqueza y la enfermedad nos ayuda a valorar la salud. Incluso lo que parece malo es bueno.
Debemos mantenernos en perfecto balance de espíritu, alma y cuerpo ya que a Jesús lo esperamos con todo nuestro ser. Eso es lo que explica 1 de Tesalonicenses 5:23. Mientras estés vivo, el cuerpo te sirve para agradar y servir al Señor, así que debes cuidarlo. Además, No podemos crecer en espíritu sin leer la Biblia. Cuida tus emociones, pensamientos, espíritu y cuerpo porque debe existir balance en tu ser.
Mateo 5: 43-48 nos da una gran lección al decirnos que para poder ser hijos de Dios e imitarlo en Su perfección debemos amar a nuestros enemigos y bendecir a quienes nos maldicen. Sin ellos no habría balance entre la bendición y felicidad. Leer esto provoca que tengamos ganas de llamar a esa persona que nos robó y decirle: “te amo porque me haces hijo de Dios”. ¡Incluso dan ganas de besar a la suegra!
El Señor nos dice que recibirá buenas recompensas quien hace bien a sus enemigos. Ellos nos dan la oportunidad de ser diferentes al resto del mundo y ofrecen balance a nuestra vida.
Alégrate porque puedes alcanzar la perfección del Señor que hace salir el sol sobre buenos y malos por igual. Ser perfecto significa bendecir al justo como al injusto, comprobar que la misericordia de Dios habita en ti y la compartes porque eres Su instrumento. Ama a todos, te amen o no, ora por los que te bendicen y por los que no, por quienes te siguen y quienes te persiguen. Busca la perfección imitando el balance del Señor.
La Palabra dice que debes darle de comer y beber a tu enemigo ya que estar bendecido es tener amigos y enemigos, compartiendo lo que hemos recibido. Sin enemigos no tendrás la oportunidad de crecer y ser mejor. Dios quiere usarte para demostrar Su balance perfecto, quiere que seas instrumento de bendición para que se cumpla la Palabra que asegura Su gracia para justos e injustos. Arreglar cuentas con los que hacen el mal no es tu responsabilidad. Tu trabajo es demostrar que Dios es bueno y que el mal existe para ejercitar el bien.
Dale gracias a quienes te aborrecen por la oportunidad que te dan de buscar la perfección y el balance que el Señor determinó para tu vida. Ama a tus enemigos porque son necesarios para tu crecimiento y perfecta relación con el Padre.
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