18 de abril de 2023
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Las Escrituras dicen que debemos prosperar así como prospera nuestra alma.[1] No necesariamente habla de bienes materiales, sino de la abundancia que está en el corazón. Jesús quiere dos cosas de nosotros: que seamos salvos y que establezcamos Su reino; Él es la puerta por la que entraremos. A Su lado tendremos vida en abundancia.[2]
El primer elemento de mi mensaje es un burro que simboliza cómo es el reino de los cielos y el gobierno de Dios sobre nosotros.[3] Cuando el rey entraba en la ciudad lo hacía sobre un caballo superior medido con cuartas para darle distinción. Jesús contrasta esta imagen entrando en un pollino de asna, siendo el ejemplo de humildad.[4] Las personas que estudian la Biblia dicen que el pollino no podía estar separado de la madre; y María estuvo, incluso, en la muerte de Cristo, su hijo.
Para vivir una vida en abundancia es necesario permitir que Jesús gobierne nuestros corazones. Esta vida vendrá de la forma que menos lo esperamos, como Jesús se estableció como rey en esa figura inesperada: montado sobre un pollino de asna.[5] Sin embargo, el reino de los cielos no es como el nuestro porque el bienaventurado es perseguido.
El segundo elemento es el ladrón. Los ladrones también vienen de forma inesperada, pero la Palabra menciona todos para referirse a todo aquello que nos roba la vida abundante. Entonces cuando habla de todos está hablando de los falsos maestros, los fariseos, los profetas, los reyes, y hasta de Moisés y David. Todo lo que no apunta a Jesús es un ladrón de la vida en abundancia que el Señor desea para cada uno.[6]
A pesar de que Pedro, Juan y Jacobo estuvieron rodeados de la gloria con la compañía de Moisés y Elías, una nube les dio la instrucción de obedecer a Jesús. En otras palabras, un ladrón de la vida abundante es aquel que pone la ley por encima de todo, así como los tres discípulos olvidaron que al único que había que escuchar era a Cristo, incluso si estaban con Moisés y a Elías como representantes de la ley.[7] Sin embargo, cualquier situación o cosa que pongamos por encima de Jesús nos robará la vida en abundancia.
Las Escrituras dicen que en el ministerio de condenación hubo gloria, pero habrá mucha más abundancia en el ministerio de justificación.[8] Esto me recuerda que en una ocasión mi papá preguntó si pedíamos perdón antes de pedirle algo a Dios, yo levanté la mano. Él aclaró que quienes levantamos la mano estábamos equivocados porque poníamos la ley antes que la comida. La oración del Padre Nuestro nos enseña a pedir primero por el pan antes de liberarnos por nuestras ofensas. La confianza viene de los méritos, pero no olvidemos que la paternidad de Dios no es por méritos, sino por el sacrificio de Su Hijo. Dejemos de confiar en la capacidad de rendirle cuentas al Señor y comencemos a sentirnos como Sus hijos.
Justicia en nuestros términos implica dejar que quien se equivocó se acerque, pero la justicia a como Jesús la ve consiste en es ayudarle. Es decir, si uno cae, el otro extiende su mano porque así se logra el éxito.[9] Seguir a Cristo es bendecir a quien nos maldice y orar por todos, incluso por quienes nos persiguen.[10] Esa es la justicia del reino de los cielos, es la ley que seguimos cuando el Señor gobierna nuestra vida.
Por eso Zacarías dice que no temamos, porque si estamos al lado del reino del Salvador tendremos vida abundante. En el Nuevo Testamento, el joven que quería seguir a Jesús no pudo hacer lo que Él le pedía porque el primer error fue verlo simplemente como un buen maestro y el segundo fue no querer desprenderse de sus pertenencias. ¿Cómo vemos a Jesús? ¿Como un buen maestro o como el Señor de nuestra vida?
El tercer elemento es Hosanna, que significa “Sálvanos ahora”.[11] El momento en que Jesús entra en el pueblo sobre el pollino lo reconocieron como rey, pero ya lo habían reconocido como profeta y como Hijo de Dios. Entonces reconocerlo como rey es obedecer Sus instrucciones, pero desde la admiración.
El Señor nos propone una vida en abundancia con base en el perdón. Evitemos que un mal gobierno provoque sequía y escasez, permitámosle al rey montado en un pollino que nos gobierne. Comencemos por perdonar y no nos conformemos solo con la salvación, trascendamos y veámosle como nuestro Señor. La salvación viene del reconocimiento de que Jesús es el Salvador, pero la abundancia viene de reconocer que, además, es nuestro Señor.
[1] 3 Juan 1:2: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
[2] Juan 10: 9-10 (NBLA): Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
[3] Zacarías 9:9-10 (NBLA): ¡Regocíjate sobremanera, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Tu Rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de asna.
Destruiré el carro de Efraín y el caballo de Jerusalén, y el arco de guerra será destruido. Él hablará paz a las naciones, y Su dominio será de mar a mar, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
[4] Zacarías 9:9: Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
[5] Juan 12:12-15: El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: No temas, hija de Sion; he aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna.
[6] Juan 10:7-8 (NBLA): Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de Mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. […]»
[7] Lucas 9:28-36: Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto.
[8] 2 Corintios 3:7-11: Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.
[9] Eclesiastés 4:9-10 (NTV): Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas.
[10] Mateo 5:38-44: Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.
[11] Salmos 118:25-26: Te rogamos, oh Señor, sálvanos ahora; te rogamos, oh Señor, prospéranos ahora. Bendito el que viene en el nombre del Señor; desde la casa del Señor los bendecimos.
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