20 de febrero de 2010
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Libérate porque no eres esclavo, extranjero ni víctima. Declárate heredero y prepárate a recibir las promesas que has pactado con el Señor.
Génesis 15: 8-14 relata sobre la promesa a Abram: Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba. Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.
Debes convencerte de que saldrás prosperado de las pruebas. Dios no te dice que te librará de las dificultades, sino que saldrás “rico” de ellas. Algunos pensarán que es controversial asegurar esto, por la explicita referencia a la prosperidad económica, pero no fui yo quien escribió la Biblia y dejó esta promesa que requiere un cambio de mentalidad y transición.
Seguro has enfrentado una situación de duda e incertidumbre parecida a la de Abram. Creer una promesa tan grande en difícil porque no sabemos cómo será posible verla cumplida. Necesitamos una señal que nos confirme lo que escuchamos, entonces lo que Dios dice es “tráeme una ofrenda y sacrificio”. Es extraño pero cierto, cuando le preguntas a Dios sobre Su fidelidad, Él te pide que le honres y siembres para tener la certeza de que cosecharás. Así que Abram rápidamente buscó su ofrenda porque sabía que de esa forma haría un pacto con Dios y lo comprometía a cumplir Su palabra. Esto es muy normal, la gente de negocios lo sabe. Para recibir, tenemos que dar. Yo he sido perseguido por un hombre que desea tener una reunión conmigo y ofrecerme algo que me interesa pero que no me urge. Así que le he dado largas al asunto y he aplazado la reunión tanto como he podido. Hace poco, me lo encontré en un restaurante y le expliqué mi tardanza para recibirlo y lo despedí amablemente. Cuando llegó la hora de pagar la cuenta, el mesero me informó que esa persona ¡ya lo había hecho! Fue inteligente y dio para recibir. Ahora estoy comprometido porque buscó agradarme y lo consiguió. Se arriesgó con un acto de fe ya que nada le aseguraba que su estrategia funcionaría. Lo mismo sucede con el Señor, aunque nosotros sí tenemos la certeza de que Él cumple Sus pactos.
Solamente nuestro Señor es capaz de evangelizar pidiendo algo primero. Cuando Jesús se acercó a la Samaritana, antes de ofrecerle la salvación, le pidió agua. Su estrategia para acercarse fue pedir para luego ofrecer, sabía que no podía dar de Su agua si ella antes no le daba de la que tenía. Debía intercambiar lo natural por lo espiritual. Dios nos pedirá actos de fe para sellar Su pacto con nosotros. La confirmación de lo que recibiremos está en la semilla que sembremos.
Descansa en el Señor
Luego de dar su ofrenda, Abram cometió el error de batallar solo contra las aves para que no se la comieran. Nosotros también cometemos ese error y nos cuesta comprender que la promesa no se cumplirá por nuestras fuerzas o por lo que podamos hacer, sino por el poder del Señor.
Después de ofrendar, debes permitir que te sobrecoja el sueño. Si te das cuenta, Dios no le habló a Abram cuando estaba luchando con las aves, sino que lo durmió para que confiara. Quiere que descanses en Él , así como durmió a Adán para darle vida a Eva tomándole una costilla. Imagina que lo hace despierto, tal vez Adán no se lo permite. Se puede decir que él es el único varón a quien casaron dormido, los demás estábamos completamente conscientes. El Señor no puede sacar lo mejor de ti mientras tu conciencia lucha contra el mundo.
Cuando le ofrendas, debes batallar con las aves de rapiña que intentan convencerte de que no lo hagas porque no lograrás nada de esa forma. Pero si no descansas en Él, no podrá darte la seguridad de que te sacará próspero de los problemas porque salir igual no es victoria. Cuando Dios te saca de una situación, lo hace demostrando Su poder, nunca saldrás siendo el mismo de una dificultad, siempre saldrás mejor, renovado y próspero. Esa es la señal de que ha sido Dios quien te ayudó, así como sucedió con los hebreos que salieron íntegros y limpios del horno. Luego de estar en el fuego, ni sus ropas olían a humo. Cuando el Señor cumple Sus promesas, no dejará rastros de humo en tu vida.
Si los “espirituales” se molestan, no puedo hacer nada, porque Dios no dijo: “te sacaré feliz, contento y más espiritual”. Su promesa es sacarnos “ricos” que es mejor, porque nadie en medio de una dificultad económica es feliz. El Señor nos promete aquello que necesitamos. Es concreto en Sus pactos y debemos imitarlo. Él sabe que puedes alcanzar otro nivel espiritual cuando no debes preocuparte por satisfacer tus necesidades humanas. Muchos problemas se resolverán cuando estemos convencidos de que Dios puede prosperarnos financieramente. Deja de batallar con las aves de rapiña, entrega tu ofrenda y descansa en el Señor para sellar el pacto de bendición.
Tres dificultades a vencer
El Señor le enumeró a Abram tres dificultades que su familia habría de superar para ser bendecidos y vivir de Sus riquezas. Debían dejar de sentirse extranjeros, esclavos y oprimidos. Todos somos salvos pero muchas veces continuamos atados por las tradiciones y viejos conceptos. No lo dudes y libérate, primero de la mentalidad de “extranjero” que te impide trabajar y ambicionar prosperidad porque “somos polvo y nada nos llevaremos”. Es cierto que la vida es un paso hacia algo mejor y que al morir no nos llevamos nada de lo que hemos obtenido con trabajo, pero estás obligado a heredar porque dejas descendencia y tienes una responsabilidad con las próximas generaciones. Cuando uno es extranjero no se preocupa, disfruta el trato que le dan en un país extraño, está libre de obligaciones y presiones. Pero en nuestra propia tierra todo cambia. Debemos trabajar y procurar bienestar a los nuestros. Es un compromiso y una alegría sentirse en casa. Sentirse extranjero es estar de paso, no adquirir ninguna obligación porque la estancia será corta. El Señor condena esa forma de pensar. No eres un advenedizo en la tierra donde naciste y tienes la responsabilidad de heredar algo a tus hijos. Trabaja, construye y forja lo que dejarás en tu tierra.
La segunda mentalidad a vencer es la de ser un esclavo que únicamente trabaja por comida, vive el día a día y no ambiciona nada más. Está comprobado que la diferencia entre ricos y pobres no es el dinero sino la forma de pensar. El pobre piensa en cómo sobrevivir un día a la vez, no va más allá. La persona de clase media piensa de mes en mes, por eso al hacer un préstamo, no pregunta la tasa de interés sino la cuota mensual que deberán pagar. Trabajan para cubrir sus gastos mensuales. Por el contrario, el rico piensa de año en año y está obsesionado con el período fiscal. Pensar a largo plazo es mejor porque te hace planificar y soñar. Hay que hacer pactos de diez años o más y verás que se van volando. Quien hace diez años no planificó, ahora está sufriendo las consecuencias. Abram se preocupó por las próximas generaciones y la promesa fue sacarlo próspero.
Sentirse oprimido y tener conciencia de víctima es la tercera mentalidad equivocada que debemos superar. No te acomodes a una situación de menosprecio. Hay mujeres que sufren violencia doméstica porque creen que lo merecen ya que no cumplen bien con sus responsabilidades. También hay hombres que soportan situaciones humillantes porque se sienten culpables. Sal de ese círculo de opresión y deja de justificar tu actitud de derrota.
Luego de salir de Egipto, muchos israelitas no pudieron ser libres porque no fueron capaces de superar la opresión. A pesar de que Dios ahogó a Faraón ante sus ojos, algunos se sentían todavía esclavos y no pudieron avanzar. Ya no veas hacia atrás, si quieres, voltea una vez más ahora y libérate de la opresión del pasado. El Señor te ha liberado, ahogó a tus opresores delante de ti, te sacó del lugar donde estabas, ya no eres un fracasado, adicto o alcohólico, eres libre para hacer un pacto y recibir tus promesas.
El Salmo 105:37 dice: Los sacó con plata y oro; Y no hubo en sus tribus enfermo.
Después de 430 años de opresión, el pueblo de Israel finalmente vio la libertad, cuánto más debes verla tú que fuiste lavado por la sangre del Cordero. Dios te ha sacado de tierra extranjera, te ha liberado de la esclavitud y de la opresión, si no lo tienes por cierto es porque no le has traído la ofrenda que te ha pedido. No tardes en obedecerle.
Los opresores te dejarán libre
Éxodo 5:13 habla sobre la opresión de los egipcios: Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja.
Éxodo 12:33 relata lo que sucedió después: Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.
Los egipcios oprimieron al pueblo durante siglos, pero cuando el tiempo se cumplió, ellos mismos fueron quienes los sacaron para que fueran libres. Quienes te oprimían serán los que te abrirán las puertas. Ten por cierto que eso ocurrirá. Aquellos que te han detenido para evitar que luches y prosperes, te darán paso para que alcances tus promesas. Si aún estás en éxodo 5 y tienes mentalidad de esclavo, extranjero y oprimido, avanza a éxodo 12. La misma fuerza que te ha detenido, ahora te impulsará hacia adelante.
El Señor usará para bendecirte ese mismo poder que te esclavizaba. Te dará lo que has obtenido por pacto. El mundo no creerá que pasaste por el horno porque ni tus ropas tendrán olor a humo. Las pruebas no te marcarán ya que has sido fiel al Señor y le has dado lo que te pide. Continúa con la siembra, no descanses, convéncete de que cada vez que lo haces estás agregando a tu cuenta y mientras más tengas, más recibes.
Declárate libre porque hoy sales de Egipto y dejas de pensar como esclavo. Dios desea entrar en tu vida, estás llamado a recibir bendición. Entrégate a Él como la mejor ofrenda que puedes darle y no temas sembrar para cosechar. Hoy es un buen momento para que selles el pacto de prosperidad que Dios desea firmar contigo.
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