20 de febrero de 2011
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Amar es un mandamiento, no un sentimiento. Claro que amar a los enemigos no es fácil, pero es nuestra obligación hacerlo porque el Señor lo requiere (Mateo 5:44-48). Hacerlo reflejará que somos hijos de Dios y buscamos Su perfección al hacer llover sobre justos e injustos por igual.
Cuando alguien nos hace daño, lo último que le deseamos es un bien. Pero el Señor nos pide que le imitemos porque no tenemos derecho de elegir a quien bendeciremos, ya que debemos tratar bien a todos, buenos o malos. Pídele bendición al Señor para tus amigos y enemigos. Ese primer paso, ablandará tu corazón y te preparará para tener una actitud correcta el día que debas enfrentar a la persona que te hizo un mal. Bendice a todo el mundo y busca ser perfecto como Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos.
A veces, algunos cristianos se consideran con derecho para juzgar y condenar a sus semejantes, cuando nuestra misión es ofrecer la misericordia que Dios nos regaló. Yo me encuentro con personas que se la pasan criticando a otros que van a la iglesia. Entonces, les respondo que con esa actitud, ellos también demuestran que son terribles y no practican el Evangelio. Las personas se acercan al Señor porque desean ser restaurados, así como los vehículos van al taller porque necesitan reparación. Jesús vino al mundo por los pobres, enfermos y pecadores, no por los sanos y santos. ¡Deja de criticar y dedícate a bendecir!
En muchas ocasiones, los defectos que criticamos en los demás son los nuestros, reflejados en ellos. No aguantamos a quien es igual a nosotros. Sácate esa basurita que tienes en el ojo y verás que la del otro era reflejo de la tuya(Mateo 7: 1-6).
Para amar a tu prójimo, primero ama a Dios y luego, debes amarte tú (Mateo 22: 36-40). La gente más apreciada es la que se aprecia a sí misma y lo refleja. Yo me siento cómodo conmigo, con mi rostro, mi pelo y el 1.69 metros de estatura que tengo, aunque a veces digo que es 1.70 ¡para no sentir que estoy en oferta! Tú también debes sentirte cómodo con quien eres porque no puedes vivir sin ti.
Acéptate como eres. Demuestra tu confianza y seguridad para que otros te acepten y tú puedas aceptar a todos. Ámate para que te amen. El nuevo mandamiento dice que debemos amar a otros como nos amamos por lo que debes apreciarte para poder apreciar a los demás. Cuando mi esposa Sonia me dice: “Mi amor, te amo”. Le respondo: “Sí, yo también me amo, tanto como tú” y nos reímos.
El Señor nos dejó otra opción. Dijo: “Lo mejor es amar como cada uno se ama a sí mismo, pero si no es posible, tomen Mi ejemplo y amen como Yo les amé” (Juan 13:34). El amor no es negociable porque es el principal mandamiento y el mejor ejemplo es Jesús que perdona, tiene paciencia para cubrir cualquier falta y se sacrificó por nuestra salvación. Si Él lo hace, nosotros debemos imitarlo.
Aprende a vivir, ama a tu familia y a tus hermanos en Cristo. No desperdicies la oportunidad de ser feliz, resuelve tus problemas y dedícate a prodigar el amor que Dios nos ha regalado. Si quieres disfrutar de tu vida, otorga y pide perdón ahora que puedes. No esperes y desperdicies tu vida con problemas y rencores. La muerte nos vuelve vulnerables cuando la vida es lo que debería motivarnos a ser mejores.
Cristo nos dio la vida para disfrutarla, no la eches a perder porque el precio que Él pagó fue muy alto. Perdona, estrecha la mano de quienes te aman y de quienes te critican. Deja que el amor sea el motor de tu existencia, así como lo es para el Señor y Su perfecta voluntad hacia nosotros, Sus queridos hijos.
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