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El peligro de mis preocupaciones

23 de octubre de 2008

Tiempo de lectura: 6 minutos

 

 

La preocupación nos afecta

En Lucas 10:38-40 leemos sobre Marta y María: Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.  Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

Todos tenemos múltiples preocupaciones y tareas. Somos seres integrales, con muchas facetas.  La mujeres asumen rol de madres, esposas, hijas, profesionales, amas de casa, administradoras, enfermeras. Los hombres son padres, esposos, hijos, consejeros. En nuestra vida diaria estamos rodeados de situaciones que provocan tensión. Nuestra tribulación y angustia se nota aunque pretendamos ocultarla.  Si nos preguntan, negamos las situación y no la compartimos.

La palabra turbado en este pasaje viene del griego perispao y significa “perdido mentalmente, alguien que divaga en sus pensamientos”. Cuando estás distraído no ves siquiera lo que tienes o a quien tienes a tu lado. Cierto día estaba en una tienda y un miembro de la congregación entró, yo le saludé varias veces, él incluso me vio, pero su mente estaba en otro lugar y creo que no me reconoció.  Eso le sucedió a Marta. Estaba tan perdida y mentalmente distraída que no atendió a Jesús, quien era realmente lo importante.

El que mucho abarca poco aprieta

Marta quiso hacer tanto en una sola cena que se preocupó demasiado. Cuando se agregan muchos elementos a una situación todo se complica. Es mejor tener conciencia de nuestras capacidades y enfocarnos en lo importante para no hacer difícil el control y administración de nuestras tareas.

Alguien me preguntó porqué no preparábamos un coro de cientos de voces en las Noches de Gloria. La razón es sencilla, el gran objetivo de esas noches es ministrar y obrar milagros; si nos preocupamos en reunir y capacitar a cientos de personas en cada ciudad a donde realizamos una cruzada, además de preparar la música y sonido necesarios,  perdemos la atención en lo importante y nos complicamos la vida.  Ya no podría concentrarme en ministrar porque sería yo quien necesitaría un milagro para que todo saliera bien. Si en una cena quieres agregar muchos platillos, puede que algunos se quemen y otros salgan crudos.  Cuando agregamos muchos elementos a una situación, nos arriesgamos a fracasar. La sencillez facilita la ejecución y no disminuye la excelencia del resultado.  Mientras más sencillo predico, más gente me escucha y entiende.

Cuando yo era joven, mi mamá me llamaba “Siete oficios, catorce necesidades”.  Siempre me han apasionado los deportes y practicaba varios. No me especializaba en ninguno. Cuando me concentré en uno, logré ganar una medalla de oro.  Tú puedes hacer muchas cosas y no ser premiado por ninguna o puedes dedicarte a una y alcanzar reconocimiento.

Dale a cada momento su propio afán

Es importante que comprendas que puedes hacer muchas cosas, pero  una a la vez.

No puedes estar en un lugar y pensar en lo que harás al salir de allí. Debes atender una situación en cuerpo, mente y espíritu. Esta actitud elimina la tensión. Por el contrario, si tienes tu mente en muchas cosas, no atenderás bien ninguna.

Cuando pensamos en muchos problemas a la vez, no solucionamos ninguno y agregamos otros. Marta no arregló  los problemas que creía tener,  por el contrario, agregó otro:  arruinó la cena y la oportunidad que tuvo de escuchar y honrar al Señor. Ella  no disfrutó el momento y no permitió que otros lo hicieran.  Jesús no entraba a la casa de cualquiera a comer. Él le dio a Marta la  oportunidad de recibirlo y con su preocupación ella no la aprovecho. Por el contrario, Zaqueo sí supo aprovechar su momento y con su actitud humilde y sin afán, recibió la salvación. Cuida que la tensión no robe tus oportunidades.

Consecuencias de la preocupación

Marta, con su preocupación y falta atención causó mucho incomodidad. Primero, acusó a su hermana injustamente.  Cuando estás tenso haces comparaciones injustas y te victimizas.  Sientes que todos se aprovechan de ti.  Piensas que estás solo y frustrado, te aislas.

Segundo, le pidió a Jesús que tomara partido y reprendiera a María. Hay personas que quieren usar a Dios para componer a los demás cuando son ellas quienes deben cambiar su actitud. Cierto día una señora se acercó a mi, me presentó a sus hijos y me pidió que los reprendiera por su mala conducta.  Sorprendido le aclaré que los niños eran sus hijos, no los míos y que era ella quien debía corregirlos, no yo.  La señora actuó como Marta pidiendo a Jesús interceder ante su preocupación desmedida.  No se daba cuenta que era ella la equivocada.

La Biblia dice en  Mateo7:1-6: No juzguéis, para que no seáis juzgados.  Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.  No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

Si quieres ver un cambio en el prójimo, primero debes cambiar tú. Antes de juzgar a alguien, júzgate y  pídele al Señor que te ayude a formar carácter y afrontar mejor las situaciones difíciles. Decir que primero hay que orar por otros y luego por uno es falsa humildad.  Primero debes orar por ti, porque “uno” influye en “muchos”.

Tercero, Marta no pudo identificar lo importante. Jesús no entró a su casa a comer, sino a darle de comer Palabra. Cuando estás tenso no te enteras de lo que sucede a tu alrededor. No ves las oportunidades que tienes en frente.  A veces te hacen ofertas que ni escuchas.  Si piensas en muchas cosas tus sentidos se confunden y no prestas atención. Debes atender el momento que vives.

Deja la preocupación y concéntrate en lo necesario

En Lucas 10:41-42 leemos la respuesta de Jesús a Marta:  Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.  Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Hay muchas cosas importantes pero sólo una necesaria. Todos tenemos muchas responsabilidades y cumplimos muchos roles.  Pero hay algo ineludibe e indispensable.  Cuando nuestra hija nació, tuvimos complicaciones y el médico se concentró en lo necesario: salvar vidas.  Él no me puso atención a mi o a el tipo de cicatriz que quedaría en el vientre de Sonia, se concentró en lograr el gran objetivo de su profesión.  De igual forma debes enfocarte en tu vida.  Mi gran tarea es predicar La Palabra, luego viene lo demás. Como estudiante tu gran tarea es prepararte, si lo haces bien podrás hacer el resto. Como esposo tu tarea es amar y respetar a tu esposa, lo demás puede esperar.  Los mejores negocios son los que se mantienen enfocados en su objetivo primordial.

De todas las cosas ciertas e importantes de la vida, hay dos que son seguras y debes prepararte para ellas.

La primera es la muerte. Nadie es inmortal. La Biblia dice los días del hombre son 70 años y que los más robustos llegan a los 80 años.  Las personas tensas y preocupadas seguramente vivirán menos. Todos moriremos y es necesario preparar nuestra morada celestial.

La segunda es el destino de lo material. Al morir nada te llevarás, todo lo tuyo será de otros.  Disfruta lo que tienes y prepara a tus herederos, piensa bien lo que les dejarás.  Mejor si es sabiduría y  conocimiento del amor de Dios.

Cómo administrar las preocupaciones

Dale tiempo a los problemas.  No niegues ni evadas tus preocupaciones. Si no enfrentas el problema, éste te acosará todo el tiempo.  Enuméralos, escríbelos, dibújalos, concéntrate y ora por su solución. Si no encuentras la respuesta, dales espacio en tu agenda para otro momento pero no los lleves a todo lugar.  No les otorgues el tiempo que le debes a tu familia, a tus amigos y a tu Señor.

Filipenses 4:4-6 nos anima: Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!  Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.  Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Repite una y mil veces lo que el Señor te dice: no te afanes.  Recuerda que si estás tenso no demuestras tu gentileza y con esa actitud no hallarás respuestas. Ora buscando en Dios la solución de a los problemas y sé agradecido confiando que Él te dará la respuesta.

Y Filipenses 4:7-9 continúa: la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.  Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

Tú eres un líder y como tal debes mostrar paz, no tensión. El apóstol Pablo se mostró como un ejemplo de alguien pacífico y gentil por lo que pudo decirle a los Filipenses que hicieran aquello que habían aprendido, recibido, oído y visto en él.  El líder debe apacentar donde sea que se encuentre.  Sé instrumento de paz y no de preocupación. Sé como los deportistas profesionales que usan pulseras y cadenas para detectar cambios bruscos en su ritmo cardíaco  y entonces buscan mecanismos para tranquilizarse.  Alterado no piensas bien y no reaccionas bien.

Pide al Señor sabiduría para identificar lo necesario e importante y darle a cada cosa su justo lugar.

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