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El poder del testimonio

06 de enero de 2010

Tiempo de lectura: 8 minutos

Si de alguna forma no nos vamos a avergonzar de Dios, es hablando de nuestro testimonio.

I Corintios 1:6

Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros.

Esta salutación es muy común en el apóstol Pablo. A mí me llamaron la atención tres cosas muy importantes. La primera es que en el verso 4, dice que hay una gracia dada hacia nosotros y es por medio de Jesucristo; que no es por obras, no es por nuestro sacrificio, sino que ya fue dada.

Romanos 5:1 dice que nosotros tenemos de esa gracia porque hemos creído en El.

La segunda cosa es que hemos sido enriquecidos en todas las cosas. Que no podamos disfrutarlas, que no sepamos hacerlo y que no lo reconozcamos es otro tema, pero en El hemos sido enriquecidos.

La tercera es la que dice: “Así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros”. ¿De qué forma puede ser confirmado el testimonio de Cristo en ti? Cómo actúas, tu cambio de vida, tu forma de conversación. Lo importante es que se mire que hay un cambio. Puede ser que haya un cambio, pero no que el nombre de Cristo sea confirmado en nosotros, o que el nombre de Dios sea confirmado en nuestro testimonio.

Este tema empezó a inquietarme en lo personal durante un viaje que hicimos a Londres con mi esposo. Es impresionante porque es otra cultura muy diferente; lo que más me llamó la atención es que todos tienden a leer. Y cuando íbamos por las calles, había ciertos lugares específicos donde acumulaban libros. La gente llegaba, tomaba un libro y dejaba otro, no cobraban. Cuando observaba eso, Dios me habló y me dijo: -¿Qué crees que están leyendo ellos?-. -Pues historias, filosofías, cosas raras, locuras -le respondí. -Sí -me dijo El- todo lo que ves en esos libros son diferentes clases de historias-. Y me dijo algo que me llamó la atención: -¿Quieres bendecir a esta cultura? Pues tú tienes para escribir muchos libros en tu iglesia. Cada uno  de los que están en la congregación tiene una vida que puede impactar no sólo a Guatemala, sino a todo el mundo. Tu vida tiene tanto valor que para ti probablemente puede ser rara, pero para los que no han oído de Dios, puede ser más rara aún. Tu vida es tan única que es la riqueza que Dios te dio a ti, es algo propio. Lo que tienes lo has vivido, no te lo inventaste. De la forma que Dios trató contigo fue muy diferente a como lo hizo conmigo. Posiblemente, a lado tuyo hay una persona que empieza a vivir algo que tú ya pasaste. ¿Cómo podrías bendecirlo? Así me empezó Dios a hablar del testimonio.

El Señor me dijo: -¿Cuál es tu testimonio? Tuve que perdonar, ir a la iglesia, aprender a alabar a Dios, a ofrendar, etc.-. El me dijo: -No, yo quiero que me digas el primero, por el cual yo soy tu Señor, por el cual me hiciste tu Dios-. Y entonces, comencé a meditar más atrás y el Señor me mostraba que cuando uno no logra ver ese primer testimonio, sino que se distrae con el segundo o tercero, está perdiendo bendición de Dios. Uno comienza a contar del segundo o tercero, y hay una razón, porque en el primero, hay tantas intimidades que uno no quiere avergonzarse ni avergonzar a los familiares. Yo le pregunté al Señor qué más me quería enseñar. Y me dijo: -¿Cómo fue que supiste que había un Dios, quién te lo dijo, por qué hablaste con El?-. En ese primer testimonio es donde Dios es glorificado, porque nadie puede pelear contigo, ninguna religión, porque no se abren las puertas para nada. Vemos varios testimonios en la Biblia y el que me impresiona y del que les quiero enseñar es el de Juan.

Juan 1:6

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan, este vino por testimonio para que diese testimonio de la luz a fin de que todos creyesen por él.

Aquí hay un camino, un patrón que está marcado para nuestra vida, es reconocer que hemos sido enviados por su testimonio, porque la nación necesita de nuestra luz. Muchos de ustedes han compartido su testimonio en sus grupos. Si no lo has hecho, quiero compartir ciertos puntos para que los anotes y puedas irte armado hoy. Cuando estaba hablando acerca del poder del testimonio con algunas mujeres, les pregunté si podían contarlos. Y todas me empezaron a hablar de su segundo y tercer testimonio. Por ejemplo, había una mujer que había predicado en las cárceles durante años, ella salió muy tocada, y dijo: -He predicado en las cárceles, pero nunca había contado que había sido una niña de la calle, cómo Dios me sacó de ahí y se dio a conocer a mí-.

Hubo otras mujeres; una de ellas se impresionó tanto que se dio cuenta de que su padrastro había sido usado por Dios para conocer a Dios Padre, y quien la había ayudado a reconciliarse con su mamá. Su madre la había rechazado toda la vida. Ella la dejaba haciendo oficio y sacaba a los demás hermanos. Cuando nos lo contó, todas llorábamos. Llegó tal momento en que ella le dijo a su mamá: -Mami, ¿por qué me odia tanto?-. Ella le contestó: -Porque eres idéntica a tu papá-. El la había abandonado. Ella empezó a testificar y cuando lo hacía, lloraba mucho, era algo liberador. Dios estaba interesado en ella, no en las circunstancias que vivía.

Esta mujer supo ahí por qué era que su mamá la rechazaba, y lo tremendo fue que el padrastro la amó, la llevaba a clases de karate para pegarle a un punching bag y así se desahogara el enojo que tenía reprimido. El padrastro se daba cuenta que había algo dentro, y fue la persona que Dios usó para restaurarla, para traerla aquí a la iglesia, y ahora es una sierva del Señor, Él es fiel. Otra preciosa mujer que había nacido en el evangelio, cuando oyó esto, dijo: -¿Cuál es mi testimonio? Voy a tener que hacer uno-. Ella, gracias a Dios, ya se dio cuenta de lo que Dios ha hecho en su vida, y lo estuvo compartiendo. Aún si naces en el evangelio, hay un momento en que Dios es el que se da a conocer a tu vida, debe ser real en ti. Otras mujeres no dijeron nada. Como a la tercera o cuarta enseñanza, se dieron cuenta de lo que Dios ha hecho en sus vidas. Nosotros trabajamos mucho en grupos, oímos mucho acerca de Dios, y tenemos que trabajar en ese testimonio que Dios nos ha dado.

El Señor siempre me hablaba que testificara de eso, y yo me hacía la loca, porque tenía que tocar el punto que mi papá había sido alcohólico. ¿Cómo se dio a conocer en tu vida? Yo no estaba metida en una iglesia, y Él me hizo que pidiera por mi pareja a los nueve años. El segundo contacto, fue cuando recibí la noticia que mi hermano había sido asesinado por los guerrilleros. Nadie me dijo a mí que cuando estuviera enojada, me podía dirigir a Él. Yo le decía: -¿Por qué no te llevaste a “fulanito”?-.  Y Él en su misericordia me respondió: -Hay un propósito  y me vas a dar gracias-. A ese punto quiero que vayas, cuando Dios te guió a que fueras a visitar a alguien y fuiste y recibiste la bendición. ¿En qué condición estabas cuando Él te dijo: “Ve a la iglesia, ve al retiro”? ¿Cómo estabas? A mí me dio consuelo; en tu vida, ¿qué vino a dar?

Quiero que apuntes varias cosas que quiero que respondas en tu casa. Y si te inspiras y las quieres escribir, quiero que me lo traigas. Yo sé que ustedes han sido de bendición para los que están cerca, pero ahora quiero que salga de Guatemala. La vida de ustedes es una riqueza impresionante. Con lo que a ti te ha pasado, no cabe ningún argumento, lo único es que crean en Dios que es real.

Lo que quiero que respondas es:

•    ¿Quién era yo?
•    ¿Cómo me sentía?
•    ¿Cuál era mi condición?
•    ¿Cuál era mi condición espiritual en ese momento?
•    Eventos que me guiaron a la salvación.
•    Describir la experiencia y hablar de las evidencias de su cambio.

Esto es muy importante que te lo lleves hoy. He tenido luchas impresionantes; dos o tres días gimiendo, peleando hasta con el mismo diablo. He estado peleando para poderles compartir esto y sé que es una riqueza que va a bendecir a muchos.

Si no somos una cultura como esa, desde hoy comprométanse a escribirlo.

Si quieres dar tu testimonio correctamente, te voy a recomendar que finalices diciendo que el caminar con Dios ha sido maravilloso, que aún se tienen las luchas, pero que Él nos da la fuerza, que Jesús es primero en tu vida y que lo amas con todo tu corazón; que eso que hizo por nosotros lo puede hacer por otras personas.

Un testimonio es dar evidencias, obtener pruebas acerca de algo. Hay muchos ejemplos de cómo Jesús se presenta con sus hijos. Cuando se presentó a los hombres, después de resucitar, les le dijo: “Tengan paz”. Cuando se reveló a la primera mujer en la tumba, le dijo: “Ve y diles lo que ha sucedido”.

Hay muchos beneficios en reconocer ese primer testimonio, si te enfocas ahí. Por ejemplo, yo sólo oía con mis vecinos que había un Dios y que ellos lo servían. Cuando yo tuve mis conflictos, acudí a Dios, porque había oído que existía. Para nosotros es muy común, pero para una persona que no tiene esa luz, el compartirle eso es el mejor regalo que le podemos dar.

El primer beneficio es que te darás cuenta de lo especial que eras para Dios, que nadie le sopló, sino Él mismo te llevó a ese lugar. Como una joven que tenía dos caminos el fin de semana: Irse con su prima o irse a un retiro de Casa de Dios. Fue a buscar su pasaporte  y no lo encontró en ningún lado; entonces, decidió ir al encuentro. Cuando fue, le dijo: “Dios mío, hoy tengo que cambiar. Si salgo igual, no voy a servir para nada”. Ese fue el cambio, porque ella lo dispuso. Dios está interesado en nuestra vida, en esos problemas que tuviste, que creíste que estabas solo, pero Dios estuvo contigo siempre. Cuando mis papás se peleaban, había tanto dolor y tristeza, pero Él me consolaba en lo que más me dolía. Cuando más lo cuentas, más seguridad hay en ti en Cristo Jesús. Después de reconocer esa dedicación de Dios para ti, viene agradecimiento, ese es el segundo beneficio.

El tercero es el deseo de servir al Señor. Y el cuarto, es que te conviertes en un predicador. Cuando comencé a contar lo de mi hermano, fui ministrada en consolación y consuelo para las personas que habían perdido a alguien. Cuando contaba lo del alcoholismo, igual; ahora puedo ministrarte a ti en esos conflictos. El no venir de una vida religiosa, me ayuda a ministrarte también en esa área. Hay una razón para que su nombre sea glorificado, para que sea confirmado en nosotros.

Mateo 3:15-16

Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Este es un ejemplo de cómo el Padre comienza a testificar en Cristo Jesús

Juan 15:26
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.

Miren que identidad la de Jesús. El Padre testificó de El, pero Jesús ya tenía su propia identidad y con ésta comenzó a testificar. Sabía qué le había dado su padre, y esa es la identidad que Dios está restaurando en todos.

Quiero pedirle al Señor que el Espíritu Santo te inquiete después de hoy, que todo ese don de escritor salga de ahí, de adentro y que te inspires para que sólo por lo que ha pasado en tu vida, puedas ministrar un montón de almas.

Hechos 5:29-32
Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
Estos son los beneficios de reconocer el poder de tu testimonio:

•    Reconocer el amor y dedicación de Dios a nuestras vidas.
•    Poder ser agradecidos.
•    Poder servirle.
•    Convertirnos en predicadores.

¡Dale gracias a Dios por tu vida!

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