28 de mayo de 2011
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¿Realmente Dios tiene el primer lugar en tu vida? Para saberlo, examinemos nuestro comportamiento a la luz de las Escrituras. Específicamente en tres puntos importantes.
El primero lo descubrimos en Éxodo 13 1-2 donde dice que Dios mandó a Moisés y al pueblo de Israel consagrarle siempre lo primero, incluso cada primogénito que naciera. Luego, en Éxodo 13: 12-13 leemos que el primogénito debía ser sacrificado o redimido. Significa que si el animal es limpio, debe ser sacrificado, sino, debe ser redimido con el sacrificio de un animal puro y limpio. Esto representa algo muy claro para nosotros porque como todo en la Biblia, señala a Jesucristo. Los humanos nacimos impuros, en pecado y con necesidad de un salvador. Lo vemos con nuestros hijos a quienes debemos enseñar a obedecer, ya que, por naturaleza nacen desobedientes. Debemos enseñarles a comportarse bien. Porque nacemos impuros, fue necesario que Jesús, quien nació puro, se sacrificara para que fuéramos redimidos.
Además, este principio del primogénito implica claramente entregar por fe lo primero que recibimos. Dios dice que debes darle el primer cordero que nazca de tus ovejas para que las demás sean redimidas. Al entregarle al Señor la primera parte de lo que nos pagan, el resto es redimido. Dios no dijo que esperaras a que esa oveja que nació tenga diez corderos y le des uno, dice que le des el primero que nace para que los demás sean redimidos. Al diezmar estamos redimiendo nuestro ingresos de la maldición.
El segundo punto lo leemos en Éxodo 23:19 donde se manda que las primicias de los frutos se lleven a la casa de Dios. ¡El primogénito y las primicias le pertenecen al Señor! Cuando los hijos de Israel entraron en la Tierra Prometida, Dios les ordenó que le dieran todo el oro y la plata de Jericó, porque fue la primera ciudad conquistada. Al hacerlo, el resto de las ciudades serían bendecidas, redimidas. Dios no dijo que conquistaran diez ciudades y le dieran ofrenda de una, claramente dijo que le dieran la primera para redimir las otras. Comprender plenamente estos principios, nos abre los ojos y nos garantiza una vida abundante fundamentada en la honra al Señor. Dios debe ser el primero en todo. Esto es más que un principio financiero, es un principio del corazón aplicable a toda tu vida, incluyendo tu economía.
El tercer punto importante es comprender que el diezmo es primero. Tal como leemos en Levítico 27: 30 donde dice que todos los diezmos, sean de la semilla de la tierra o fruto del árbol son cosa santa a Dios. El primogénito, las primicias y el diezmo le pertenecen al Señor. Si te pagan $1,000.000, los primeros $100.00 que salgan de tus manos son para el Señor que tiene el poder para redimir todo lo demás. No apartes primero el pago de la renta, la comida o la educción de tus hijos, dejando de último el diezmo, porque a Dios no se le da lo que sobra. Si lo haces, tu vida será un caos. Pero si le das la primera porción a Él que te ha dado todo, entonces lo demás es bendecido por Su mano poderosa. No le des lo primero que recibes a la persona que te cobra la renta porque él no tiene el poder ni facultad para bendecir tu vida y finanzas. Solamente el Señor de señores tiene la facultad para multiplicarte, abundarte y bendecirte.
Dale orden a tu vida, dale la prioridad a Dios, entrégale tus primicias y la primera décima parte de lo que recibes. Dile: “Quiero darte los primeros frutos porque sin ti, no tendría nada”.
Cierta vez que mi hijo me vio haciendo cheques, se asombró porque el primero que hice fue para la iglesia, entonces, me encontré en la situación que describe Éxodo 13: 14-15. Lleno de satisfacción le expliqué que le daba primero al Señor con gozo y deleite porque Él, con Su mano poderosa me sacó de la esclavitud, me liberó y me dio nueva vida. Escucha con cuidado, nuestro Señor es Dios de orden. Cuando le ponemos en primer lugar, Él endereza todos los demás pasos de tu vida y te bendice en abundancia.
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