03 de junio de 2016
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Amar es un riesgo y Dios lo sabe porque lo vivió. Al hablar de esto, recuerdo la historia de un hombre que fue condenado a muerte y su último deseo fue despedirse de su familia. Por supuesto que el rey no se lo concedió porque podría escapar, pero el reo dijo que su mejor amigo tomaría su lugar mientras él regresaba. El rey aceptó. Llegado el momento de la ejecución, el reo no regresaba, sin embargo, al último momento, llegó a tomar su lugar y dejar libre a ese amigo que se arriesgó, confiando en que cumpliría su palabra. Al final, el rey lo perdonó, porque dijo que anhelaba tenerlos a ambos como amigos, ya que nunca había visto tal capacidad de arriesgarse, tanta entrega y fidelidad. Cuando amamos, corremos el riesgo de que nos decepcionen o de sufrir incluso la muerte, pero vale la pena arriesgarse. Eso es lo que Dios hizo y nos enseña a lograr.
Dios dio a Su Hijo para salvación, ¡así de grande es Su amor! Por eso, Jesús vino a salvarnos, no a condenarnos, ya que vino por amor[1]. Cuando amamos de esa forma, de la manera como Dios amó, somos capaces de entregarnos del todo y por todo. Si dejamos que el Espíritu de Dios derrame Su amor en nuestro corazón, estaremos dispuesto a hacer grandes obras. Debemos emigrar a una nueva manera de amar, como Dios ama, de esa forma total. Debemos aprender a amar “de tal manera” que seamos capaces de todo, como una madre por sus hijos. De hecho, el Señor nos ha amado como hijos, y lo demostró entregándose a sí mismo[2], por lo que debemos imitarlo. Jesús, siendo Dios, asumió un riesgo muy grande al amarnos porque se hizo hombre y enfrentó la tentación[3]. Los hombres somos tentados en muchas formas y a todo nivel. Cuando son novios, los jóvenes son tentados para tener relaciones sexuales, pero ya casados, la tentación es no entregarse uno al otro. Así, enfrentamos numerosas tentaciones en la vida.
Ya que sufrió las mismas tentaciones que nosotros, Jesús ahora puede ser el Sumo Sacerdote que se compadece de nuestra debilidad y nos auxilia en medio de nuestras tentaciones[4], cuando se lo pedimos. Él se hizo carne, padeció cuando enfrentó la tentación, por lo que puede ayudarnos a superar dichas situaciones[5].
Ahora bien, vale la pena recordar que Jesús es la imagen de Dios invisible. Él es y ha sido antes que todo lo creado, y todo subsiste en Él, quien se perfeccionó para nuestra salvación[6]. Hay una hermosa revelación en comprender que Jesús, siendo Dios, se hizo hombre y fue tentado en todo, pero salió victorioso y no pecó. Ese fue un riesgo enorme porque la paga del pecado es muerte[7], así que si Jesús hubiera pecado, hubiera sido derrotado por la muerte, y Dios hubiera dejado de existir. ¡Y nosotros con Él! ¿Por qué lo hizo? Porque nos ama tanto que prefiere dejar de existir con nosotros que existir sin nosotros.
Al amarnos, ¡Dios se arriesgó a dejar de existir! Y nosotros, a veces, no queremos tomar el riesgo de amar por miedo, pero es un mandamiento que debemos cumplir[8]. Hay riesgo en atreverte a hacer las cosas por amor, a tener amigos, casarnos hasta que la muerte nos separe, pero debemos asumirlo, así como Dios asumió el riesgo de amarnos. No te prives del honor de amar por calcular demasiado los riesgos. Simple y sencillamente, debemos amar. De nada sirve vivir si no amamos, ya que el principal regalo de Dios es el amor, el fruto del Espíritu Santo. ¡El amor nos mantiene vivos! Pide al Señor que derrame Su amor en ti, ámalo y podrás compartir ese amor con los demás. Deja de quejarte, ve y ama. Te aseguro que si amas, te amarán. Debemos aprender a amar hasta que duela, así me decía mi mamá y tenía toda la razón. Ama de tal manera que reflejes la gracia y misericordia de Dios a todos. No podemos dejar que el amor se enfríe, debemos amar incluso al pasar por un valle de sombra y de muerte. Dios sanará tu corazón para que puedas amar tal como Él amó, con la misma entrega, asumiendo el riesgo de morir. Cuando enfrentamos pruebas por amor, el Espíritu Santo nos recuerda que debemos gozarnos en medio de esas dificultades. Que la falta de amor o desprecio de algunos no te impacte más que el amor de otros; ¡déjate influenciar más por lo positivo que por lo negativo!
Debemos alcanzar un nuevo nivel de amor, porque amar no es un sentimiento sino una convicción que conduce a la acción. Es una acción la que cambia una emoción, por eso, actuemos en amor y nuestro corazón recibirá sanidad y gozo. Cuando ames, desaparecerá la amargura y la tristeza, porque el Espíritu Santo derramará más del amor de Dios en ti. Dile a tu Padre: “Señor, si tomaste el riesgo de dejar de existir por mí, yo tomaré el riesgo de amar como Tú me has amado. ¡Gracias!”
[1] Juan 3:16-17 asegura: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
[2] Efesios 5:1-2 pide: Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
[3] Lucas 4:1-2 relata: Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.
[4] Hebreos 4:15-16 asegura: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
[5] Hebreos 2:17-18 dice: Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
[6] Colosenses 1:15-17 enseña: El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
Hebreos 2:10 asegura: Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
[7] Romanos 6:23 comparte: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
[8] Juan 15:12 asegura: Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
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