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Experiencia mamut

23 de octubre de 2016

Tiempo de lectura: 5 minutos

Pareciera que el conformismo se está apoderando de la sociedad y que ahora tenemos menos hambre de logros. Como que las generaciones anteriores tenían más deseo de alcanzar el éxito. ¡Debemos ir por algo más! Debemos convertirnos en cazadores de presas más grandes.

¿De qué tamaño quieres tu negocio, tu descendencia, tu red? No perdamos el hambre por lo bueno. ¿Qué sueldo quieres? Seguro que deseas buenos ingresos, lo que significa que eres un cazador o cazadora con hambre, tal como debe ser. Pero a grandes objetivos, mayores retos. Eso debemos tener claro. Entonces, ¿de qué tamaño quieres tus dificultades, de qué tamaño serán tus adversarios? Si quieres proezas, debes prepararte para derribar gigantes realmente enormes. Si quieres la máxima rentabilidad, el esfuerzo no puede ser mínimo, sino que máximo. No requiere el mismo esfuerzo cazar una liebre que un mamut, ¿no te parece? Si pedimos en grande, si exigimos, también debemos estar dispuestos a luchar y hacer un esfuerzo extraordinario. Cuando hablo con empresarios, me gusta retarlos a establecerse metas ambiciosas. Hay que “desacomodarnos”, salir del confort de lo que ya logramos e ir por más. Si tu empresa es pequeña, tienes la enorme oportunidad de crecer; si tu empresa es grande, tienes el reto de ir por más. De ahora en adelante, ¡nada de conformarse cazando conejos, vamos por los mamuts!

Al estudiar un poco sobre esos colosales animales prehistóricos, descubrimos que recorrían grandes distancias para alimentarse y eran una terrible amenaza si se les acorralaba. Eran rápidos y se defendían, por eso, el hombre tuvo que agruparse para cazarlos. Así que se organizaban en grupos, establecían una estrategia que involucraba a más de uno, porque era necesario trabajar en equipo. Mientras más grande sea la presa, más necesidad tenemos de encontrar aliados. Además, cazar animales grandes tenía muchas ventajas porque se obtenía más alimento. Con un mamut que se cazara, se conseguía comida para muchas personas y para muchos días, entonces, la comunidad podía dedicarse a otras cosas, tenían tiempo libre para pensar, compartir, experimentar y crear.

Una presa pequeña no sustenta, se acaba rápido y no alimenta a muchos, por lo que es necesario dedicar más tiempo a conseguir alimento. No es lo mismo pescar una tilapia que un atún. No es lo mismo cazar una liebre que un mamut. Una presa pequeña no abunda, al contrario, una grande satisface y se puede compartir. Por supuesto que es más difícil cazarla, pero vale la pena.

Claro que el mamut es una oportunidad y también es un peligro. Hay muchos riesgos al pensar en grande, por eso necesitamos concentrarnos en conseguir un buen equipo en quien confiar y que enfrente los retos con nosotros, para que no seamos nosotros quienes nos convirtamos en presa vulnerable. Recuerda que un hombre solo es presa pequeña y fácil, lo mismo sucede con una mujer sola, por eso el enemigo busca aislarnos, separar grupos, equipos y familias, para debilitarnos. El problema de ahora es que no buscamos ser aliados sino que adversarios. ¡Busca agruparte, desarrollar a un equipo, busca aliados para cazar en grande! Tomemos el reto de pensar, soñar y creer por algo más.

Y cuando te encuentres en el proceso de integrar un equipo, recuerda que las personas no son perfectas, por lo que es necesario desarrollarnos como buenos líderes para alcanzar óptimos resultados, porque todos queremos obtener algo bueno de esa colaboración dentro del equipo, ya sea en la empresa, en la familia o en el ministerio. Un equipo siempre debe ofrecer ventajas a todos sus integrantes; todos dentro de un grupo deben obtener beneficio de la cacería. Hasta los discípulos de Jesús preguntaron qué tendrían por haberlo dejado todo y seguirlo. Y Él fue claro en decir que habría distribución de beneficios, habló de que cada uno tendría su trono y recibiría cien veces más, además de heredar la vida eterna[1]. ¡Jesús trabajó en equipo porque Su objetivo, Su cacería era enorme! Murió para que todos fuéramos salvos; fue por el mamut más grande y la humanidad entera se benefició. El reto es que no trabajes solo, porque no eres bueno para todo; no puedes ser el goleador, el portero, el volante y el patrocinador en un equipo de fútbol. ¡No hay partido que puedas ganar solo! Es un riesgo, pero vale la pena. Tal vez te jueguen la vuelta, quizá te queden mal o no te den lo que ofrecieron, pero debemos recuperar la confianza de trabajar juntos. Si quieres estar solo, confórmate con lo pequeño, pero obtener lo grande requiere de un equipo. Recupera el esfuerzo en equipo con tu esposa, con tu gente. Para Jesús no fue fácil formar a Su equipo; recuerda que uno lo traicionó, otro lo negó, y otro más necesitaba pruebas para creerle. Si tienes de esos en tu equipo, siéntete como Jesús.

No te conformes con la liebre, con la avestruz, hay más para ti, ¡debes creerlo! Nuestro país y familia debe creer por más. Dios es justo y fiel, si trabajas y te esfuerzas, si eres cazador de mamuts, te garantizo que recibirás tu recompensa. No te preocupes por las dificultades, si te despiden del equipo donde trabajas ahora es porque ya no perteneces a ese clan, te irás donde crean por cosas y sueños grandes.

Fue tanta la pasión de Jesús por cazar a lo grande, Su apetito por rescatarnos era tan intenso que no se conformó hasta dar la última gota de Su sangre por lograrlo[2]. Hay que cazar para beneficiar a muchos, justo como Jesús lo hizo. Estamos llamados a conquistar y repartir, como Josué[3]. Si ahora lo que cazas no alcanza ni para alimentar a los tuyos, significa que debes integrar un equipo e ir por presas más grandes, porque hemos sido formados para ser bendición, para ser repartidores de unción, de trabajo, de recursos. No te afanes, prográmate para cazar en manada y repartir, ya que al dar, recibes. Si quieres crecer debes compartir.

Un hijo de Dios está llamado a bendecir, a dar para tener. No somos de los que acaparamos, al contrario, sabemos que retener conduce a la pobreza y repartir nos añade[4]. Debemos salir adelante para dar; ve por más y mejor para ti y para quienes te rodean. Busquemos una vida de milagros, seamos cazadores y repartidores de bendiciones. ¡Convéncete y forma tu equipo con personas diversas que se complementen en habilidades y talentos para cazar juntos al mamut!


[1] Mateo 17:27-29: Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.

[2] 1 Timoteo 2:5-6: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.

[3] Josué 1:6: Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.

[4] Proverbios 11:24: Hay quienes reparten, y les es añadido más y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.

 

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