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Fe para poco, fe para mucho

Fe para poco, fe para mucho

15 de mayo de 2010

Tiempo de lectura: 9 minutos

 

La palabra fe es muy pequeña, es una sola sílaba pero encierra todo el secreto del Reino de los Cielos. Es como el átomo que puede provocar una hecatombe nuclear si la haces reaccionar en cadena. Jesús nos enseña a caminar por fe, no por vista. De la misma forma que le dijo a la mujer: “grande es tu fe mujer, pide para tu hija lo que quieras”. Ese “lo que quieras”, es decir lo que necesitamos, se esconde en la palabra fe.

En las recientes Noches de Gloria en Pachuca, México, vimos milagros extraordinarios. Uno de ellos le sucedió a un hombre que tenía 22 años de no poder orinar de forma natural.  Allí en el lugar donde nos congregamos, le dieron ganas de orinar y llenó una botella que nos llevó como evidencia del milagro.  He visto infinidad de milagros económicos, familiares y físicos.  Lo digo sin jactarme, porque le he pedido al Señor ser el guatemalteco que más haya visto Su gloria antes de que cierre mis ojos y vaya a Su presencia.  Cada vez que veo un milagro me dice: “hijo, estoy vivo”.

Sin fe es imposible agradar a Dios. Acércate a Él creyendo que existe, está presente y te escucha. En la iglesia no podemos atender a cada uno en particular, por eso tenemos grupos en casa para que todos se sientan escuchados. Cuando tienes fe para creer que Jesús está contigo, no necesitas pedir audiencia con ninguno del equipo pastoral porque “el jefe”  te atiende personalmente.  Jesús nunca dio consejería. Cuando dos hombres lo detuvieron para que emitiera Su juicio sobre una herencia, Él les dijo que dejaran la avaricia y continuó Su camino.  Yo predico la Palabra que Él me manda decir,  funciona para quien la cree, de lo contrario, debes pelear tu batalla de fe.

En Pachuca me dijo: “quiero que le enseñes a Mi pueblo lo que mejor sabes hacer: creerme”. Nada es imposible para aquel que cree en Dios todopoderoso.  Dejar que la fe actuara fue lo que hizo a un lado la discriminación racial cuando Jesús  habló con la Samaritana. También fue lo que permitió que el centurión obtuviera sanidad para su siervo, porque Jesús le dijo: “ni aún en Israel he hallado tanta fe”.  Usa la medida de fe que Dios te ha dado.

Fe que multiplica

Mateo 14:14-18 relata: Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer.  Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. El les dijo: Traédmelos acá.

Muchos critican la construcción de un templo grande pero no han leído que en las Escrituras siempre se habla de multitudes.  El único momento que habla de un grupo pequeño es cuando dice: “no temáis manada pequeña porque a vosotros le ha placido a Dios darles el Reino”.  Construimos un templo más grande porque  tenemos la bendición de ser cada vez  más los que compartimos el testimonio y los creyentes se multiplican.

Entonces, en este pasaje, los apóstoles intentaban darle consejo al Señor  que les pidió que solucionaran el problema, además de darles la forma de hacerlo. Todo lo que Jesús pide y ordena es posible,  todo se puede hacer si le creemos.   Pero los discípulos le respondieron con su mente humana y Él les pidió que le llevaran lo que tenían.  Nunca se trata de cuánto tienes, sino de a quién se lo entregas.

Mateo 14:19-21 continúa el relato: Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.  Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

De nuevo vemos que la multitud  es atendida a través de los discípulos, por eso en Casa de Dios seguimos el modelo de Jesús y organizamos grupos en casa.  Lo que ellos tenían  era muy poco pero el Señor puede obrar con lo que tengas, sea poco o mucho.  Imagina lo que significa darle de comer a tanta gente, tomando en cuenta que incluso hay personas que comen por dos. La abundancia fue tal que incluso recogieron canastas llenas con lo que sobró.

Hace muchos años, cuando mi esposa Sonia y yo  aún éramos novios, ella ministraba en un grupo que se llamaba Pan y Palabra porque reunían personas para compartirles las buenas nuevas y además, les daban de comer.  Cierta vez que la hermana Tere, nuestra amiga que preparaba la comida, hizo unos tacos muy sabrosos, nos dimos cuenta que al parecer, no alcanzarían.  Sonia estaba muy angustiada pero yo le dije que fuera a repartirlos. Cuando me quedé solo, me postré ante el Señor y le pedí que multiplicara los tacos y que incluso alcanzaran para quienes trabajábamos en el equipo. El Señor que hace mucho más abundantemente, proveyó para que ¡yo comiera doble!, porque dice la Escritura que “el obrero es digno de doble salario”.

El Reino sobrenatural de Dios funciona solamente con fe.  Yo estudié economía y no hay números humanos que puedan explicar la multiplicación que el Señor hace y que se activa con fe.  Mis conocimientos me sirven para mantener el orden en el ministerio pero no para hacer la obra que el Señor me manda.  Cuando me pide hacer algo y yo le digo que sólo tengo  cinco panes y dos peces, me doy cuenta que Él tiene el control y todo funcionará.  Al actuar por fe, muchas veces  sientes que tu mente secular  será ridiculizada pero no debes temer.  Cada vez que alguien pasa por la construcción del nuevo templo me dice que es impresionante y que seguro en la iglesia tenemos un espectacular flujo de efectivo, pero no es así. Yo logro dormir en paz porque sé que todo es y será obra del Señor.

Lo que tienes es suficiente para Su obra

Mateo 15:30-38 narra un nuevo milagro: Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel. Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.  Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?  Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

La gente tenía tanta hambre de Dios que  acampaba alrededor de Jesús para escucharle. Búscalo con ese mismo deseo que incluso te haga olvidar que debes comer.  Nota que en el milagro anterior recogieron doce cestas con lo que sobró y en este milagro fueron siete.  Donde hay fe no hay métodos, fórmulas ni matemáticas humanas que funcionen.  Una vez alimentó a cinco mil con cinco panes y la siguiente vez, alimentó a siete mil  solamente con cuatro.  De nuevo descubrimos que Dios obra  milagros con lo que tienes, sea mucho o poco, lo importante es que no  digas “no tengo” porque debes estar convencido que todo lo tienes y todo lo puedes en Cristo que te fortalece.  Nunca veas lo que no tienes,  preséntale lo que  tengas porque el Señor lo usará para  hacer milagros en tu vida.  Lo mismo sucedió con el profeta que le preguntó a la  viuda “¿qué tienes?”.  Los milagros ocurren cuando vemos lo que tenemos y dejamos de quejarnos por lo que no tenemos.  Una queja nunca ha producido bendición de Dios.

Discípulo obediente

Mateo 16:5-8 cuenta lo que sucedió en otra oportunidad: Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?

En este pasaje, los discípulos tenían miedo porque no se habían preparado.  El Señor era un maestro exigente que venía a establecer un reino y no salía por las calles tirando besos y saludando suavemente con la mano. Cuando te acercas a Él y te pide hacer algo pero tu respuesta es  “no tengo”, estás en serios problemas.  Lo mismo sucede en Casa de Dios, algunos dicen que quisieran formar parte de mi equipo pero no saben que soy muy exigente y nunca acepto un “no” por respuesta.

Jesús te dirá “hombre de poca fe” si le responde “no tengo”.  Deja de pensar con tu mente humana y activa tu fe. Dentro de tu corazón debes pensar  “todo lo tengo y todo lo puedo porque soy hijo del Dios todopoderoso”. Eres digno de reprensión si piensas de otra forma y te lamentas por lo que no tienes. Como empresario cristiano posees una ventaja  frente a tu competencia  porque la fe es tu capital de trabajo más importante.  Demuestra que eres un discípulo obediente, presenta tus panes y peces ante el Señor, autor y consumador  de la fe.

Mateo 16: 9-12 reprende la falta de fe:  ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

En el original, la palabra “entender” se define como  la capacidad de aceptar o discernir una verdad divina. El  entendimiento  es espiritual,  no mental y  está dentro de cada uno.  Jesús  le  recordó a Sus discípulos sobre Su gran poder y les demostró que aún no comprendían Su mensaje.  Abre tu entendimiento y nota que siempre sobrará cuando le damos al Señor.  Él siempre nos dará más de lo que le presentamos.  No olvides que eres hijo de Dios y debes creerle, confiar en Su bondad y misericordia.  Él hará los milagros porque es el mismo de ayer hoy y siempre.  Nunca será escaso  para ninguno de Sus hijos.

El Señor nos recuerda que es capaz de bendecirnos siempre. Créele ahora tal como le creíste por tu primer salario, por tu matrimonio y tu familia. Ahora que tienes tu empresa, créele que te bendecirá también en lo grande porque no es un Dios de escases sino de abundancia.  Nunca dejes de practicar tu fe  ya que en tu propia carne no tendrás las fuerzas necesarias para salir adelante.  Dios estará contigo sin importar el tamaño del desafío, es el mismo que nos dio al inicio y ahora.

La segunda enseñanza que golpeó severamente mi alma y espíritu es la medida de fe que cada uno tiene.  Él me dijo que tuvo una persona capaz de creer por darle de comer a miles pero  dentro de esa multitud aún había gente que no creía. Dentro de una empresa,  hay  un dueño que puede creerle por el pago de una planilla de mucha gente y arriesga hasta su casa por esa fe, pero hay trabajadores que no pueden creer porque el Señor les abunde lo que ganan.  Dentro de la iglesia, hay personas que creen porque obtendrán miles pero otros que escuchando el mismo mensaje, no son capaces de creer por obtener cientos.

El Señor dice que a todos nos ha dado una medida de fe pero no todos la utilizamos.  Unos  desean avanzar y crecer mientras otros se conforman. Deja esa actitud  pasiva que no ejercita tu fe, no te acomodes para que otros trabajen por ti.   No desperdicies ese mundo sobrenatural que se activa por fe.  Yo me conmuevo y no me siento digno de toda la bendición que el ministerio recibe. Le pregunto al Señor por qué hacemos cruzadas, porqué construimos otro templo más grande cuando algunos no tienen donde congregarse y  Su respuesta es que cada quien recibe según  utiliza Su medida de fe.

Tú decides cómo usar la fe que has recibido, que es certeza en lo que se espera y convicción de lo que no se ve. Úsala sin pensar en las limitaciones humanas. No hagas cálculos, imita al niño que presentó lo que tenía y fue testigo de un gran milagro de provisión.  Jesús usará lo que tienes, no lo que te falta. Preséntale todo  lo que posees para que lo multiplique, así funciona la fe.  Casa de Dios es un ejemplo de la fe que el Señor multiplica.  Alégrate por tener quien te enseñe a  ser  hombre de fe  y recuerda que la  Biblia dice: “acuérdate de tus pastores que te enseñaron la Palabra, considerad cual ha sido el resultado de su conducta e imitad su fe”.  La fe es impulso para actuar. No esperes más y ponla a trabajar, no te quedes encerrado en un cuarto orando porque, creer es hacer.

En las primeras Noches de Gloria en Cancún, el Señor me pidió que le entregáramos los ingresos completos y así lo hicimos.  Repartimos toda la ofrenda a quienes no tenía qué comer, sin detenernos a pensar cómo financiaríamos las siguientes cruzadas. No hay mejor cosa que estar en las manos de Dios que nos manda  actuar y nos provee para que podamos cumplir Sus órdenes. Entrégate a Él por completo, no a medias.  Pídele que te enseñe a usar la fe que te ha dado para Su gloria y honra.  Dale gracias porque  con Su hijo recibimos todo lo demás que necesitamos.  No lo pienses más y abandónate en Sus manos.

 

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