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¿Hambriento o melindroso?

10 de noviembre de 2013

Tiempo de lectura: 6 minutos

 
Vivo impresionado por la fe y pasión que las personas demuestran al asistir a las Noches de Gloria, cuando van en busca de su milagro de sanidad. Me conmueve ver que no les importa si llueve o si hace mucho calor. Cuando se busca el toque de Dios, con una gota del Espíritu o con un verso de la Palabra es suficiente para ver las cosas desde otra perspectiva y tomar aliento frente a la adversidad. Esa actitud de hambre y sed del Señor es lo que nos mantiene atentos a Él.
Al leer el Salmo 42 descubrimos a un hombre que estuvo lleno de Dios, pero que en algún momento se secó. Fue un líder que recordaba cómo condujo a la gente a la casa de Dios, sin embargo se declara sediento y consciente de que para saciarse debía presentarse de nuevo delante del Señor1. Muchas veces nos alejamos de nuestro Padre con la excusa de que alguien nos ofendió o nos sentimos decepcionados por algo, pero el verdadero problema está en nuestro interior. Te secaste porque dejaste de beber de Dios y comer de Su Palabra. Entonces, ves malo lo que antes parecía bueno, porque solo al alimentarte de Dios puedes ver todo positivamente. No importa lo que otros digan o hagan, lo importante es lo que tienes dentro porque lo has recibido de Dios.
Imagina que era el rey David, la autoridad principal, el hombre que mató a Goliat, el ungido, quien decía que deseaba ser como un animalito que bramaba por la corrientes de aguas, clamando por beber del Señor. ¡Imitemos su anhelo, su oración! Ahora nuestro acercamiento a Dios es más una “quejabanza” que una alabanza, cuando lo primero que debemos hacer es bendecirlo por toda Su misericordia expresada en la salud, el trabajo y el amor que nos da cada día. Cuando estamos conectados con Él, nuestra alma no se abate ni se turba porque tenemos la plena certeza de que nuestra vida está en Sus manos2 .
David, en el Salmo 42, también habla de que un abismo llama a otro a las cascadas del Señor, donde Sus olas pasan sobre él, Lo que significa que se sentía envuelto, inundado de Dios. No era como un ciervo que solamente bebe, sino que Dios lo sumergía y nos sumerge para llenarnos totalmente3. Al hablar de que un abismo llama a otro, David quiere decirnos que todas las áreas de nuestra vida, todas nuestras necesidades y vacíos, uno a uno, son llenos por el Espíritu Santo. Hace algunos años, alguien me invitó a predicar en un hotel y el Señor hizo milagros y prodigios en dicha reunión. La semana siguiente, las mismas personas que organizaron esa reunión, me invitaron a cenar y nos reunimos en un restaurante en la zona diez de la ciudad de Guatemala. Al revivir la reunión de la semana anterior, comencé a llorar porque me sentía conmovido, no solo por la maravillosa forma en la que el Señor se manifestaba, sino porque a pesar de ello, me sentía vacío, sin poder explicar por qué. Entonces, Dios me dio la razón. Él había llenado mi abismo, mi necesidad de servirlo, pero inmediatamente se abrió otro abismo, el de obedecerlo en todo. Es difícil de explicar, era como la imperiosa necesidad de no tener voluntad propia, de entregarme totalmente a Su voluntad, como un robot. Claro que eso es imposible porque nos ha dado libre albedrío para escoger, pero yo quería ser como un autómata que solo se activara por Su Palabra y Sus instrucciones.
Así fue como comprendí que el Espíritu Santo se ocupa de llenar un abismo a la vez. Tal vez ya ha llenado tu abismo, tu necesidad de paz, entonces podrías sentir otra necesidad, quizá el anhelo de vivir en completa santidad, porque cuando un vacío se llena, llama a otro. Esto es maravilloso y emocionante porque significa que nuestra búsqueda del Señor nunca termina, es infinita y hermosa. ¡Él continúa renovándote eternamente! Cuando un vacío se llena, inmediatamente se abre otro para ser lleno. ¡Nuestra necesidad de Dios nunca termina porque Su amor es infinito!
Pidamos la compañía del Señor desde que inicia nuestro día. Él debe tener prioridad. No podemos comenzar nuestra jornada sin recibir Su llenura, así como no podemos salir de casa sin desayunar. Somos como tierra árida que necesita de Su agua4. Nuestra sed espiritual es diferente a nuestra sed física, ya que esta se sacia al tomar agua, por el contrario, mientras más bebes del Espíritu, más sed sientes, ya que nuestra dependencia de Dios es continua. Lo mismo sucede con el hambre de Su Palabra, mientras más nos alimentamos de ella, deseamos más y más. ¡Cuídate de no volverte melindroso! Aprovecha la bendición de vivir en un país donde tenemos la libertad de buscar y adorar a Dios. Si queremos ver Su poder, primero debemos buscarlo a Él, ya que es lo más importante.
Dios compara al Espíritu Santo con una dieta balanceada de pan, pescado y huevos, y asegura que nos lo dará si lo pedimos5. Esta comparación nos enseña que buscar la unción es una necesidad en todo tiempo y lugar, no es un lujo o algo superfluo, es tan importante como el alimento físico. La comida es para el que tiene hambre, igualmente, el Espíritu Santo es para quien lo anhela, lo busca, lo pide. Creo que de cierta forma, nos hemos vuelto melindrosos, no apreciamos la oferta de llenarnos del Espíritu, si escuchamos una enseñanza que nos parece similar a otra anterior, a veces la menospreciamos como si la Palabra fuera solo para saberla y no para alimentarnos de ella. Si lo importante fuera saber lo que dice la Biblia, sería suficiente leerla una vez y enterarnos de qué trata, pero el objetivo es tomarla como nuestro alimento diario, por eso ¡cada vez que la leemos descubrimos más enseñanzas!
Sabemos de memoria el verso que dice: “Jehová es mi pastor, nada me faltará…”, pero no lo hemos apreciado y analizado en su riqueza total. Este es uno de los salmos más optimistas de la Biblia, ya que todos los verbos están en futuro: nada me faltará, me guiará, me confortará, no temeré; sin embargo, al final, el salmista habla con verbos en presente, ya que dice que Dios adereza la mesa, unge su cabeza, reboza su copa. Esto significa que solo los que beben del Señor y lo buscan esperan con optimismo el futuro. Si no estás lleno del Espíritu Santo, si no lo buscas, puedes decir que Jehová es tu pastor, pero te faltará de todo, nadie te guiará y te quejarás siempre. Al contrario, quien está lleno porque su copa está rebosando de la presencia de Dios, dirá con optimismo que nada le faltará, se sentirá seguro porque sabe que el Señor nunca lo desamparará y siempre lo conducirá a un futuro mejor6.
Jesús prometió saciar nuestra sed y hacer de nosotros una fuente de agua viva7. Todo lo bueno fluirá del interior de quienes lo buscan para saciarse de Él, para refrescar su alma en la presencia del Señor. No seamos como tierra árida y seca, sino como manantiales de los que mana el bien y la verdad porque bebemos y nos alimentamos del Señor. Tu alma será renovada solamente si buscas a quien puede darte nueva vida. Él está a la puerta y llama, ábrele para que habite en ti e inicien una relación íntima que te edificará. Dile con humildad: “Señor Jesús, en este momento te abro mi corazón, perdona mis pecados y dame la vida eterna. Creo que soy una nueva persona a partir de este hoy. Sé que al morir, iré contigo porque me salvaste. Lléname de tu amor, ¡mi alma clama por ti!”
Versículos de referencia
1 Salmo 42:1-4 comparte: Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,?    Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;?¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,?Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;?De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,?Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
2 Salmo 42:5 pregunta: ¿Por qué te abates, oh alma mía,?Y te turbas dentro de mí??Espera en Dios; porque aún he de alabarle,?Salvación mía y Dios mío.
3 Salmo 42:7 asegura: Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;?Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
4 Salmos 63:1-2 expresa: Dios, Dios mío eres tú;?de madrugada te buscaré;?mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,?en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria,?Así como te he mirado en el santuario.
5 Lucas 11: 9-13 explica: Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
6 Salmo 23:1-6 declara: Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar;?Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma;?Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte,?No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;?Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;?Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,?Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
7 Juan 7:37-38 relata: En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

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