02 de mayo de 2023
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Tradicionalmente celebramos el Domingo de resurrección para tener una fecha que nos recuerde lo que el Padre dio por nosotros. Jesús murió en la cruz y resucitó al tercer día venciendo a la muerte para traernos una oportunidad de vida. Es un motivo de fiesta y el fundamento de nuestra fe. Si no creyéramos que Jesucristo resucitó, no tendría sentido que hablemos del perdón de los pecados y de las victorias sobre la muerte. Dios nos acerca a Él a través de Su Hijo.
El título de mi mensaje de hoy parte de una premisa expuesta por C. S. Lewis. Este escritor fue primero cristiano, luego ateo y, por último, volvió al cristianismo. Él resalta la figura de Jesús como redentor. No debemos olvidar que el propósito por el que estamos en la iglesia es gracias a Cristo porque sin Él no conoceríamos la salvación y la vida eterna.
Lewis descartó que Jesús fuera loco, basándose en que Sus enseñanzas siguen vigentes. Un loco no pudo haber dicho lo que Él predicó e incluso hacer que sus palabras perduraran hasta hoy. Él cambió la historia porque el cristianismo lleva poco más de 2 mil años fundamentándose en Su mensaje. Lewis también descarta que Jesús fuera mentiroso porque alguien como tal se caracteriza por hacer todo para sí mismo; además que sus mentiras no duran tanto porque tarde o temprano sería descubierto. Pero si Cristo hubiese sido mentiroso, Su identidad hubiera sido descubierta como la de un farsante.
Cuando declaramos que Jesús es nuestro Señor, esto nos permite tener una relación con el Padre. Sin Él, sin la cruz y sin el calvario que vivió no tendríamos vida y nuestros pecados no serían perdonados.[1] No es suficiente ver a Jesús como un referente moral porque es nuestro Salvador. Él pagó con Su sangre, entonces Su identidad es la de Señor. Recordemos que la relación que tenemos con el Hijo es la que nos abre la puerta con el Padre.
La diferencia entre el cristianismo y cualquier otra religión es que los cristianos tenemos un Dios vivo que tiene poder y autoridad presente. Existe una evidencia histórica, testimonial y presencial de Su poder. Cuando hablamos de la historia moderna nos referimos al cumplimiento de lo que había sido anunciado incluso antes de Jesús. En Isaías encontramos la profecía del Redentor dando Su vida para un linaje que vive durante largos días.[2]
Cuando Jesús predicó Su mensaje, en Israel muchos no le creyeron, por eso la diferencia entre otros maestros y Él, es que Él cumplió con lo que dijo. En Oseas encontramos la profecía del poder de Jesús, además de decirnos que la evidencia del cumplimiento de esta es la resurrección.[3] También en Mateo encontramos que el ángel fue el que testificó al respecto.[4]
La reacción que Dios espera de nosotros es la misma que tuvieron los discípulos al ver a Jesús resucitado. Ellos se regocijaron y testificaron que Su Hijo estaba vivo.[5] Si callamos el mensaje de Jesús estamos siendo como quienes lo conocían como maestro o profeta, pero no como redentor. Solo quienes lo tenemos en el corazón sabemos que ha sido redentor de nuestros pecados y podemos asegurar que Él vive para darnos una vida nueva.
Cristo murió en la cruz y cumplió con el perdón de nuestros pecados, pero debemos buscar la santidad que hay en Él; saber que murió para perdonarnos.[6] Nuestra tarea como hijos de Dios no es ser perfectos, sino ser mejores personas cada día y tener una relación cada vez más en santidad con Él.
Agradecer el sacrificio en la cruz, vivir en santidad y adorar el nombre de Cristo son acciones que deben formar parte de nuestra vida. Saber que Él pagó por nuestros pecados amerita que lo adoremos y honremos.[7] Jesucristo ascendió a los cielos, pero dijo a los discípulos que dejaba al Espíritu Santo porque Él traerá poder sobre cada uno de nosotros. La victoria y el éxito están en seguirlo porque nos espera con provisión y sustento para garantizar la vida eterna.
¿Por qué buscamos a otros para imitar?[8] Tenemos al Redentor cuya victoria podemos testificar porque Su resurrección es la clave de la fe. Si queremos acercarnos al Padre y tener una relación íntima con Él, sigamos al Hijo, porque es el Cordero que quita el pecado.[9]
[1] 1 Corintios 15:3-8: Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.
[2] Isaías 53:10-12: Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
[3] Oseas 6:2: Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.
[4] Mateo 28:5-6: Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor
[5] Juan 20:19:22: Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
[6] Romanos 6:9-11: Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
[7] Apocalipsis 5:6-13: Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
[8] Lucas 24:1-6: El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea.
[9] Juan 1:29: El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
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