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Jesús sirvió con fe

Jesús sirvió con fe

13 de febrero de 2024

Tiempo de lectura: 7 minutos

Jesús no pudo hacer ningún milagro en Nazareth y le sorprendía la incredulidad de todos. El poder de Cristo solo fluye donde encuentra fe y no incredulidad, porque el uso de la fe es para mentes superiores, que han entendido que la razón te abandona cuando la fe te acompaña. En el momento en que la razón dice ya no se puede, la fe responde: ¿me lo dejas a mí? Porque yo sí puedo.

En Nazareth Jesús activó el plan B, pues comisionó a los discípulos para sanar enfermos y liberar cautivos, al punto que sus discípulos reportaron que ni siquiera tenían tiempo para comer, pues eran muchos los enfermos y los endemoniados liberados de su condición. Y Nazareth, finalmente, vio señales y milagros porque los recibió directamente de los discípulos. Así que, lo que te recomiendo es que vayas y bendigas a la gente, porque la unción está contigo como discípulo de Jesús.

Marcos describe que Jesús sirvió con fe, y sus discípulos debían superar su propia incredulidad porque la dureza del corazón puede bloquear el oír, ver, entender y recordar la voz del Padre mientras hace maravillas entre la gente.[1] No veían, no oían, no recordaban, pero sí discutían porque cuando un corazón sigue duro, se dedica a discutir, en lugar de hacer, de ponerse a servir y ser activados en el amor de Dios para bendecir a las personas.

La demostración de que tenemos fe en Dios se evidencia creyendo que, lo que «digas», se hará y que todo lo que pidas en oración te será dado. Así se devela el secreto de la fe de Jesús.[2] En el ejemplo de la higuera sin frutos Jesús enseña que es tan poderoso lo que se dice, que hay que tener cuidado de qué hablamos porque cualquiera puede provocar un milagro con lo que habla.

Jesús pudo ver la fe de las personas, la identificaba y los milagros ocurrían.[3] Cuando ponen al paralítico en medio de la muchedumbre, Jesús ve lo que sus discípulos tenían que aprender a ver: la fe de las personas. Por eso les pregunta a todos: qué es más fácil «decir» tus pecados son perdonados o «decir» sé sano. Quien tiene fe, lo que «diga» le será hecho.

La fe se activa al escuchar de Jesús, como en el caso de la mujer que sufría una enfermedad durante 12 años y en lugar de mejorar empeoraba. Pero se abría paso y «decía», si toco su manto seré sana.[4] En su enfermedad entendió el secreto y se abrió paso con fe, porque al oír de Jesús vio su solución y jamás lo olvidaría.

El uso de las palabras es muy importante, una mujer vino a Jesús rogando por su hija y superó todos los obstáculos, nada la pudo callar, se postró, adoró y habló con fe por su milagro. Jesús admira la fe y respondió de inmediato: hágase contigo como quieres.[5] Jesus encontró fe en esta mujer porque se atrevió a decir lo que creía. ¿Qué hizo Jesús cuando vio la fe de los cuatro: «dijo», qué hizo la mujer de flujo de sangre cuando vio a Jesús «dijo», cómo se secó la higuera, cuando Jesús «dijo», levanta las manos y di conmigo: ¡yo voy a decir lo que creo!

Un ciego gritaba pidiendo misericordia. Entender el significado de misericordia es no juzgar a la gente, sino atender su necesidad. El ciego gritaba y le decían que callara. Él oyó que venía Jesús y se activó su fe.[6] Jesús le ayudó a ser específico, no solo pedir misericordia, eso significaba recibir la vista. La misericordia se manifiesta al pedir de forma específica.

Un padre de familia buscaba sanidad para su hijo que sufría desde la niñez y un espíritu de muerte lo tenía enfermo.[7] Este padre no se dio por vencido al ver que oraron por su hijo y no lo pudieron sanar, en su desesperación aparece Jesús y observa su persistencia en la fe. Ninguno que viene con fe se da por vencido, los amigos del paralítico no se rindieron, la mujer enferma no se rindió jamás. No te rindas, el milagro está en marcha, está en camino, va a llegar a tu vida, va a llegar a tu casa, va a llegar a tu negocio, va a llegar a tu familia.


[1]Marcos 8:15-21: Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?

[2]Marcos 11.21-24: Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

 [3]Marcos 2:1-12: Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

[4]Marcos 5:26-34: Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.

[5]Marcos 7:25-29: Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y Siro fenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.

[6]Marcos 10:46-52: Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.

[7] Marcos 9:14-27: Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.

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