09 de agosto de 2020
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Estamos pasando por una temporada adversa que requiere esfuerzo de nuestra parte para revertirla. Si los resultados que esperamos tardan el desánimo podría invadir nuestro corazón. Por eso debemos ser conscientes de que a través de las Escrituras podemos encontrar las fuerzas que necesitamos para seguir adelante.
Es necesario que oremos siempre y que sin importar las circunstancias no dejemos de hacerlo hasta que Dios nos responda.[1] En la parábola del juez injusto y la viuda podemos observar que, aunque la respuesta tardó, fue la insistencia de ella la que hizo la diferencia.[2] La viuda siempre iba con la misma petición y la respuesta negativa por parte del juez no la hizo titubear o desistir. Muchas cosas vendrán a nuestra vida cuando oremos de forma constante, sin desmayar.
Dios le pidió a Gedeón y a Josué que se esforzaran y no desmayaran en el cumplimiento de su propósito. Para alcanzar las bendiciones que Él tiene para nosotros debemos esforzarnos continuamente, sin rendirnos. Las cosas no debemos hacerlas una vez, sino varias. La insistencia en nuestras oraciones muestra la plena convicción que tenemos en el Señor y en Sus promesas.
Jesús busca gente que confíe en Él, que le insistan por sus peticiones en todo momento.[3] Confiar en el Señor siempre implicará realizar acciones. No podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando un milagro y más bien debemos actuar. Recuperemos el ánimo, enfoquémonos en Su Palabra y veremos la manifestación de Su poder a nuestro favor.
Hasta las personas con más fuerzas y vigor se pueden llegar a fatigar. Solo quienes esperan en Dios pueden tener la seguridad de que tendrán nuevas fuerzas a pesar del cansancio y el desgaste.[4] Si estamos desmayando en nuestra oración es tiempo de pedirle fuerzas a Él. La adversidad jamás podrá detener el poder de una oración.
Jesús reconoce que el Señor sabe de qué tenemos necesidad, pero también nos dice que es necesario que manifestemos explícitamente nuestra petición.[5] La Omnisciencia del Señor no nos exime de nuestra responsabilidad de manifestar nuestras peticiones.
Debemos reconocer que nuestras peticiones se las estamos haciendo a nuestro Padre y Él es bueno con Sus hijos.[6] Tenemos que pedir que Su reino venga y se establezca en nuestra vida.[7] Sin importar las faltas que hayamos cometido el Señor primero es padre y luego juez, por eso podemos pedirle el pan de primero y luego ponernos a cuentas.[8]
Suele pasar —y quizá aún más en esta temporada de cuarentena— que cuando una persona pierde sus ingresos comete el error de pensar que Dios lo está castigando. Olvidamos que un padre jamás castigará a un hijo quitándole su comida. Él es un buen padre y nos disciplina, pero jamás usará la provisión para hacerlo. Si nosotros, siendo malos, sabemos dar cosas buenas, cuánto más nuestro Padre Celestial será bueno con nosotros.[9] Sus pensamientos y planes para nuestra vida son de bien y esperanza.
Debemos mantener el ánimo hasta alcanzar lo que Dios prometió. Jesús nos dio el ejemplo de cómo debemos perseverar a pesar de las circunstancias.[10] Delante de Su presencia encontraremos las fuerzas, el ánimo y la confianza que necesitamos para seguir adelante.
[1] Lucas 18:1: También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.
[2] Lucas 18:2-8: Diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
[3] Lucas 18:7-8 (TLA): ¿Creen ustedes que Dios no defenderá a las personas que él eligió, y que día y noche le piden ayuda? ¿Creen que tardará él en responderles? ¡Claro que no, sino que les responderá de inmediato! Pero cuando yo, el Hijo del hombre, regrese a este mundo, ¿acaso encontraré gente que confíe en Dios?»
[4] Isaías 40:28:31: ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
[5] Mateo 6:8: No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
[6] Mateo 6:9: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
[7] Mateo 6:10: Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
[8] Mateo 6:11-12: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
[9] Mateo 7:9-11: ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
[10] Hebreos 12:3: Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
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