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Leyes que rigen el dinero

05 de febrero de 2011

Tiempo de lectura: 3 minutos

 

La primera vez que Jesús habló del Reino, se refirió a éste como un negocio al decir: “En los negocios de Mi Padre me conviene estar”. La palabra “negocio” se refiere a lo que nos dedicamos y no necesariamente tiene una connotación económica.  Sin embargo, tanto en el Reino de Dios como en las empresas debemos concentrarnos en tener ganancias.

Génesis 39: 3 nos cuenta que José prosperaba en todo lo que hacía. Debemos ser como él que aprovechaba la ley de la expectativa y tenía confianza en sus habilidades, por eso, era exitoso en lo que emprendía. El Espíritu de Dios quiere que prosperemos en todo lo que hagamos, dejemos el afán y la ansiedad que son enemigas del éxito.  Atrae siempre lo bueno con tu actitud positiva y optimista.

Recuerda que el Salmo 23: 1-6 nos dice que Jehová es nuestro Pastor y nada nos faltará, en delicados pastos y junto a  aguas de reposo nos hará descansar porque Su bien y misericordia nos seguirán todos los días.  Entonces, establece al Señor como el administrador de tu negocio  y respeta Sus valores como en todas las áreas de tu vida.  ¡Yuju! La prosperidad no es cuestión de suerte sino de trabajar de acuerdo a Sus preceptos.

En Hageo 2:8  leemos que la plata y el oro son del Señor e Isaías 55:5 profetiza que por Su causa las gentes correrán a ti. La enseñanza que descubrimos en estos dos pasajes es poderosa. Dios, dueño del oro y la plata, es la causa de que te sigan porque atrae magnéticamente lo que le pertenece. Entonces, al estar lleno del Señor, al levantarlo como tu prioridad, recibirás lo que es Suyo. Así que Él te da el poder de hacer las riquezas porque activa un magnetismo que atrae todo lo bueno.

Hónrale y dale la prioridad para que atraiga a tus manos lo que le pertenece. Si ves la empresa como tuya, estás utilizando a Dios para levantarte, pero si  le entregas esa empresa y la utilizas para levantar Su nombre y Su Reino,  Él vivirá allí y atraerá lo que le pertenece, es decir, el oro y la plata.  Dios es quien le da favor a la empresa que has creado para Su honra.

Siendo Pastor me interesa que las almas se salven y lleguen a Cristo. Tu empresa debe interesarse por lo mismo. Asóciala al Reino para que esté al servicio del Rey que atraerá todo lo bueno y santo.

Mateo 6: 24-25 nos advierte que no podemos servir a Dios y a las riquezas. Por ello, no debemos afanarnos por nada. La riqueza es un buen sirviente y pésimo amo. Dale la dimensión que tiene y no la aprecies más que al Señor quien te la da, así como te da la paz, el gozo y la salud.  El afán  se origina al otorgarle a la riqueza el poder de darte o quitarte la paz.  El dinero es otro regalo de Dios que puede atraerlo y ponerlo a tu servicio si demuestras que  vives y trabajas para levantar Su Reino.

Además, Mateo 6:33 nos recuerda que debemos buscar primeramente el Reino de Dios y Su justicia ya que todo lo demás será añadido. Este verso no dice “buscad a Dios”, dice “buscad Su Reino” que no es lo mismo.  Hay quienes le buscan a Él pero dejan de lado Sus intereses y se afanan en los propios. Entonces, su trabajo no está al servicio de Dios sino de la propia supervivencia y eso no es vivir por fe.

La clave es que tu empresa busque el Reino de Dios, no el tuyo. Estamos vivos porque debemos trabajar para darle vida a los que aún no la tienen.  Si nuestro destino fuera salvarnos, moriríamos en el instante que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, pero nuestra existencia se justifica por el trabajo que debemos hacer a favor de la expansión del Reino de Dios.

Dile al Señor que confías en que te levantará cuando sea tiempo, mientras tanto, trabajarás, dormirás en paz  y vivirás confiado. Si descansas en el Señor, las riquezas vendrán, pero si te afanas por conseguirlas, huirán de tus manos porque les das un lugar que no les corresponde.

Tu empresa debe servir para atraer a muchos a los pies de Cristo. Cree que puedes tener riquezas para Dios.  La ley del magnetismo es verdadera y trabajará en tu favor. Es tiempo de entregarle tu negocio al Reino para que lo haga fructificar, sea bendecido y  protegido. Levanta a Dios  en la empresa que has formado para que Él atraiga magnéticamente lo que le pertenece: el gozo, la riqueza y la paz.

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