23 de noviembre de 2006
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Dios es especial, está vivo, es real, es verdadero, nos escucha, tiene el control de nuestra vida. Quiero contarles algo que me sucedió: Estaba el fin de semana frente a la computadora y encontré un archivo que me llamó la atención, lo abrí y me encontré con una sorpresa que tocó mi corazón y hoy quiero compartirla con ustedes. Es una presentación que hizo mi hijo sobre sus sueños. En ella menciona sus sueños a corto plazo, como graduarse de la universidad, estudiar un post grado y graduarse con buenas notas para honrarnos, empezar a trabajar y tener su propia empresa; conocer el plan de Dios para su vida, llegar a ser el mejor hermano, hijo, jugador de voleibol y uno de los mejores líderes. Entre sus sueños a largo plazo, menciona ser un empresario exitoso, que su empresa dé la gloria a Dios, casarse con la mujer que Dios tiene para él, ser un líder que impacte a su nación por la unción que Dios ha puesto en él, ser un maestro en la Palabra, tener dos hijos.
Cuando yo vi esto, mi corazón se partió, pues qué responsabilidad, y qué importante enseñarles a nuestros hijos a soñar y traer a realidad los sueños que tengan.
Deuteronomio 7:9-15 Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; y que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago. Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas. Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Y quitará Jehová de t toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren.
Esto es impresionante. No sé si logras captar la dimensión de esta promesa para la vida de nosotros sus hijos. Cuando yo leía este trabajo de mi hijo sobre sus sueños, me puse a pensar cuánto nos esforzamos por dejarles cosas materiales o una carrera universitaria, pero la Palabra de Dios dice que si hay algo que podemos heredarles, es que les enseñemos a amar a Dios, a temerle a El, que ellos sepan que El es Dios y que es fiel. Comenzó a pasar por mi mente toda nuestra vida y le dije al Señor: -Si hay algo que yo le pueda dar a mis hijos, que sea que te amen, que te teman-. El me dijo: -Siembra-. ¿Qué siembro? –dije-. El respondió: -Que crean-.
Mi esposa y yo tenemos unos 27 años de conocer al Señor. Fue muy especial, nos conocimos muy jóvenes; ahora tengo hijos ya grandes, llegaron todos a tiempo. Nos hicimos novios con Ana María; dos semanas después, mi mamá pasó una película que se llamaba La cruz y el puñal, en el lugar donde trabajaba. Ese día aceptamos al Señor. Nuestra vida empezó a caminar y desde el primer instante, decidimos servir a Dios. Pasamos cosas importantes juntos: lo aceptamos como nuestro Señor y Salvador, nos bautizamos, servimos en el grupo de jóvenes, recibimos el don de lenguas, la llenura del Espíritu Santo. Si yo era el director de alabanza, ella estaba en el coro. Ella siempre estaba conmigo, pastoreábamos parejas. Toda nuestra vida tuvo que ver con estar cerca de Dios y servir al Señor. Pero cuando me ponía a meditar en eso, recordaba que mis tres hijos nunca fueron un estorbo, sino parte del equipo que Dios hizo. Jamás fue sólo nuestro ministerio, sino el de toda la familia. Pastoreábamos jóvenes adultos y mis hijos estaban pequeños. Ahí estaban ellos, mientras nosotros predicábamos. Sé que lo que Dios nos ha permitido hacer por nuestra familia trascenderá por generaciones.
Esa noche me senté a escribir algo para ellos, que les daré el día que se casen, y hoy lo quiero compartir con ustedes.
Dios juró para mí y para ti esta promesa del libro de Deuteronomio. Y si tú quieres hacer que la bendición trascienda por mil generaciones, algo tienes que hacer para que suceda. Te lo digo por experiencia. Eso no significa estar sentado, recibir una conferencia y luego irte a tu casa. Sino, requiere una vida comprometida, la cual tus hijos la vivan contigo. Te recomiendo que les dejes a tus hijos la capacidad de soñar; tenemos problemas, defectos, pero nos hemos ocupado de llevar a nuestros hijos a los pies del Señor.
Quiero compartirte nuestras experiencias para que tú las traslades a tus hijos.
La titulé: La mejor cosa que le puedes dar a tus hijos. ¿Qué es lo más importante que los papás podemos hacer por nuestros hijos? Que conozcan que Dios es fiel y guarda el pacto y la misericordia de los que le aman y guardan sus mandamientos. Hemos tenido pruebas, pero nunca nuestra boca se ha levantado en contra de Dios, porque sabemos que una palabra mal dicha puede impactar la vida de los jóvenes y las generaciones venideras.
Algunos consejos para tus hijos:
Que sepan que papá y mamá están comprometidos permanentemente el uno al otro. Hay palabras que no se deben decir en casa: “Me voy, te dejo, nos divorciamos”. Que sus hijos sepan que aun en tiempos difíciles, van a permanecer. Vienen tiempos de abundancia, tiempos de escasez, de prueba, pero tú y tu esposa deben de estar firmes todo el tiempo, bien afirmados.
Amar y perdonar es una disposición del corazón; odiar también. El problema es que nosotros decidimos dejar de amar cuando la otra persona ya no nos hace feliz, cuando la Palabra dice que es mejor dar que recibir. Amar es una decisión de tu corazón. El comportamiento afecta los sentimientos; los pensamientos afectan los sentimientos.
Cambia tu forma de pensar para que cambie tu forma de vivir. Cuando te casaste, hiciste una promesa: En tiempos buenos, y en tiempos difíciles, hasta que el Señor nos lleve a su presencia. Transcendamos; lo que le vamos a enseñar a nuestros hijos, va trascender por generaciones.
¿Qué puedes hacer en tu matrimonio?
En una ocasión, vi un par de viejitos que habían vivido juntos durante 30 años, pero que no se conocían, y dije: “No quiero eso para mí”. Dios me dijo: “Cambia”. Dios ya decretó que nuestro matrimonio es de bendición. En lugar de darles cosas costosas a tus hijos, dale la seguridad que ustedes están juntos en esto. Ese es el mejor legado que les puedes dar a tus hijos, que puedan ver a Dios en ti. Los hijos van a aprender de lo que ustedes digan y hagan.
Trágate el orgullo. No es tu enemiga o enemigo, es tu cónyuge. Si hay problemas, busquen consejería o vayan a un retiro de matrimonios. Dejen cualquier actividad y dedíquese a que todo funcione. A veces, la televisión es el peor enemigo de un matrimonio. Hazlo, tus hijos te lo van a agradecer. Jesús dijo: “Separados de mí, nada podrán hacer”.
Si estás pasando por problemas en tu matrimonio, Dios te trajo a este lugar para que fueras transformado. No te vayas sin ponerte a cuentas con Dios, con tu cónyuge, sin disponer en tu corazón ser alguien distinto, que tus hijos puedan soñar, que ellos puedan ver a Dios reflejado en tu vida.
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