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¡Manos a la obra!

¡Manos a la obra!

29 de mayo de 2022

Tiempo de lectura: 4 minutos

Dios tiene cuidado de suplir tus necesidades, pero también de cumplir los deseos de tu corazón. Él no es un Padre que solo te da el pan de hoy, sino también el de mañana, el de pasado mañana y el del resto de la semana. Él nos bendice si somos obedientes.

En los últimos cuatro años mi esposo y yo estuvimos en Portugal cumpliendo un llamado. Durante todo este tiempo fuimos testigos de lo que Dios está haciendo en todas partes. Ahora mi papá, que también es nuestro apóstol y nuestro jefe, nos convocó para que viniéramos a Guatemala porque nos necesitaba aquí, así que nos tocó obedecer y honrar a nuestra autoridad ministerial.

Y de eso se trata la obediencia. Debemos ponerla en práctica con nuestras personas en autoridad: padres, jefes, líderes y pastores. Ser obedientes a nuestras autoridades terrenales y a Dios nos garantiza bendiciones y la permanencia del Espíritu Santo,[1] pero la desobediencia podría significar todo lo contrario.[2]

Mi hijo mayor, Samuel, es apenas un niño pequeño que ama comer bombones y galletas. Sin embargo, aunque podríamos complacer sus antojos recurrentes, como padres ejercitamos su obediencia dándole instrucciones específicas para que las cumpla a cambio de lo que él desea: “Si te comes tu desayuno, te daré una galleta”. Y de esa forma le demostramos desde ya que la obediencia antecede al cumplimiento de una promesa: si él obedece, le daremos la galleta prometida; pero si no lo hace, no se la daremos. Ningún padre recompensa a su hijo por desobedecerle y Dios tampoco lo hace con nosotros.

Jesús prometió llenura del Espíritu Santo a quienes le amaran, guardaran Sus mandamientos y le obedecieran.[3] [4] “Guarda mis mandamientos”, dice el Señor, y si lo haces promete manifestarse en ti[5] y en tu hogar. Así que la opción más fácil siempre será obedecer incluso las instrucciones más sencillas. En el Día de Pentecostés, Jesús les dio una instrucción específica y sencilla a Sus apóstoles: esperar.[6] Pero ¿qué hubiera pasado si se hubieran ido de allí? La promesa de la llenura el Espíritu Santo no se hubiera cumplido en ellos.

Aunque a veces la espera puede llegar ser un poco desesperante, no te rindas y sigue obedeciendo hasta que se cumpla tu promesa. Si Dios ya lo prometió, no desistas hasta que se cumpla.

La visión de Casa de Dios está inspirada en una instrucción[7] que debemos obedecer a diario. Si hasta ahora no has visto al Señor obrar en tu vida como deseas quizá sea porque no le has obedecido como Él merece. Si eres un líder que en algún momento desistió de hacer sus grupos de amistad, ve y ábrelos otra vez. Si Dios te ha dado una instrucción, anímate,[8] esfuérzate y obedécela.[9] Así que ¡manos a la obra! Reconcíliate con Dios y con la visión de hacer discípulos. Ten por seguro que Él recompensará tu obediencia.


[1] Hechos 5:32: Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.

[2] Deuteronomio 11:26-28: He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido.

[3] Juan 14:15-17: Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

[4] Hechos 1:3-5: A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

[5] Juan 14:21: El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

[6] Hechos 2:1-4: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

[7] Mateo 28:19-20: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

[8] Hageo 2:4-5 (NVI): Pues ahora, ¡ánimo, Zorobabel! —afirma el Señor—. ¡Ánimo, Josué hijo de Josadac! ¡Tú eres el sumo sacerdote! ¡Ánimo, pueblo de esta tierra! —afirma el Señor—. ¡Manos a la obra, que yo estoy con ustedes! —afirma el Señor Todopoderoso—. Mi Espíritu permanece en medio de ustedes, conforme al pacto que hice con ustedes cuando salieron de Egipto”.

[9] Hageo 2:4-9: Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.

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