23 de enero de 2024
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Mateo, el discípulo de Jesús, al recopilar y escribir las historias del evangelio expone su intención: quiero que sepan que Jesús es Rey, el Rey de reyes. Jesús vino a establecer Su reino y es nuestra responsabilidad conocer los detalles del reino de los cielos sobre la tierra, porque Jesús nos invita a trabajar con él para completar su propósito.
Si queremos entender el reino de los cielos, primero tenemos que entender qué es justicia. Mateo escribe alrededor de 50 veces sobre la semejanza del reino de los cielos con aspectos de la vida real, haciendo uso de breves relatos llamados parábolas donde ilustra lo que es la justicia de Dios. Su énfasis en la justicia se lee siete veces como en ninguno de los otros evangelios. [1-7]
En la parábola de los obreros de la viña, vemos que hubo una negociación, a algunos se les prometió una cantidad de pago y a otros lo justo. [8] Aquí se ilustra que Dios es bueno, en la bondad de Dios vemos su justicia. —Cuando Dios paga, lo hace justamente. No hay forma de que los cielos te puedan recompensar de una forma injusta. Pero debemos confiar en la soberanía del Padre, en su perfecta voluntad como el dueño de todas las cosas. Lo humano reclama un justo pago, pero hay recompensas mayores en el reino de los cielos si vamos a entender la justicia según Sus términos.
Adán y Eva vivieron en una justicia perfecta en el huerto del Edén, pero estaba el árbol del bien y del mal del cual no podían comer.[9] Al desobedecer ese mandato divino y comer aquel fruto, empezaron a cuestionar lo que era bueno y malo, lo justo y lo injusto a sus ojos. Por eso en la parábola el hacendado señala: ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno? Cuando asumimos que algo está bien o que está mal, entonces no puede haber justicia. La única forma en que puede haber un reino de justicia es cuando decimos: Dios sigue teniendo la verdad, Dios sigue diciendo qué está bien y qué está mal. Por lo tanto, justicia es hacer la voluntad de Dios.
Si queremos una sociedad justa, Jesús tiene que ocupar el primer lugar y debemos aceptar que Dios es soberano para someternos a la verdad de la Biblia. Por eso, primero es lo primero: justicia es hacer la voluntad de Dios.
En la parábola de los dos deudores se ilustra que justicia es dar de gracia, lo que de gracia hemos recibido. [10] El rey quiso perdonar extendiendo perdón y gracia para una gran deuda, el hombre no quiso perdonar una deuda más pequeña. Como el hombre no valora la gracia y el perdón pasa a ser juzgado por la ley, pues no tuvo la dimensión de perdonar si ya había sido perdonado, no replicó el mismo modelo. Esta es la clave del caso, en el reino de Dios, aceptar Su justicia es dar de gracia, lo que de gracia hemos recibido.
Jesús nos amó y nos buscó en nuestra peor condición, en nuestro peor momento.[11] Él mostró gracia para nuestro pecado, haciéndonos justos por Él, no por lo que nosotros hicimos sino por lo que él hizo por nosotros. En esta parábola se ilustra la voluntad del Padre: que ninguno de sus pequeñitos se pierda. El espíritu de la justicia es restaurativo, tan importantes fueron las 99 ovejas del redil, como la que se había perdido.
Adán y Eva pecaron y fueron expulsados del Edén, pero Dios hizo una promesa de restauración para ellos y para todo ser humano. La promesa de Cristo para la iglesia es que le aplaste la cabeza a satanás, tu fuiste destinado para aplastarle la cabeza al diablo. Por eso la iglesia está en constante avance, nosotros seguimos la historia del evangelio que es ser restaurados con Cristo Jesús.
Jesús dejó de pedirnos perfección a nosotros y se ofreció como el Cordero perfecto, en lugar de pedirnos sacrificios se ofreció como el sacrificio, en vez de pedir tu sangre de una forma vengativa, Él ofreció Su sangre de una forma restauradora y nos reconcilió por amor en esa cruz, a través de su muerte y su resurrección y hoy nosotros podemos acercarnos confiadamente a Dios. El reino de Cristo está aquí, un reino de justicia que no condona, un reino de gracia, un reino de amor, un reino de restauración.
[1]Mateo 3.13-16: Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trató de impedirlo, diciendo: Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí? Jesús le respondió: «Permítelo ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan consintió.
[2]Mateo 5:6: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
[3]Mateo 5:10: Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.
[4]Mateo 5:20: Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.
[5]Mateo 6.1: Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos.
[6]Mateo 6:33: Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
[7]Mateo 21:32: Porque Juan vino a ustedes en camino de justicia y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron; y ustedes, viendo esto, ni siquiera se arrepintieron después para creerle.
[8]Mateo 20:1-14: Porque el reino de los cielos es semejante a un hacendado que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió después como a la hora tercera, y vio parados en la plaza a otros que estaban sin trabajo; y a estos les dijo: “Vayan también ustedes a la viña, y les daré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir como a la hora sexta y a la novena, e hizo lo mismo. Y saliendo como a la hora undécima, encontró a otros parados, y les dijo: “¿Por qué han estado aquí parados todo el día sin trabajar?”. Ellos le dijeron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Vayan también ustedes a la viña”. Al atardecer, el señor de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos y terminando con los primeros”. Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. Cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado, diciendo: “Estos últimos han trabajado solo una hora, pero usted los ha hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día”. Pero respondiendo el hacendado, dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?”
[9]Génesis 2:15-16: El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y el Señor Dios ordenó al hombre: «De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás».
[10]Mateo 18:23: Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10,000 talentos (216 toneladas de plata). Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la deuda. Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: “Tenga paciencia conmigo y todo se lo pagaré”. Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, lo soltó y le perdonó la deuda. Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía 100 denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: “Paga lo que debes”. Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”. Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Así que cuando sus consiervos vieron lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido. Entonces, llamando al siervo, su señor le dijo: “Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?”. Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también Mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de corazón cada uno a su hermano».
[11]Mateo 18:10-14: Miren que no desprecien a uno de estos pequeñitos, porque les digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de Mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdido. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? Y si sucede que la halla, en verdad les digo que se regocija más por esta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. Así, no es la voluntad del Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.
Nota: todas las Escrituras citadas corresponden a la versión NBLA.
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