31 de julio de 2010
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Dios nos mueve a vivir experiencias que nos transforman en mejores personas. Debemos ser congruentes y vivir según la fe que decimos tener para recibir las promesas de Dios. La fe sin obras está muerta y es necesario reactivarla en nuestra vida para que nos fortalezca frente a la adversidad.
Números 13:1-3 cuenta sobre la conquista de Canaán: Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. Y Moisés los envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Jehová; y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel.
Los príncepes enviados fueron Samúa, Safat, Caleb, Igal, Oseas, a quien Moisés llamó Josué; Palti, Gadiel, Gadi, Amiel, Setur, Nahbi, Geuel.
Números 13:17-20 continúa el relato: Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas.
El pueblo estaba frente a la frontera de la Tierra Prometida. Había pasado cuarenta días sufriendo en el desierto luego de ser liberados de la esclavitud de Egipto. Entonces, Moisés obedece a Dios y envía a doce príncipes en avanzada para inspeccionar el terreno. Ese viaje tardó otros cuarenta días, mientras todos esperaban buenas noticias en el desierto donde las cosas eran difíciles a pesar de tener la ayuda de Dios y ver día a día Sus milagros. Esa situación es similar a la que vives ahora, cuando pasas por situaciones complicadas a pesar de tener la certeza de estar junto al Señor y ver Sus maravillas todos los días. Muchas veces, sentimos desfallecer, aunque sabemos que esa etapa del desierto es la antesala a la promesa.
Voces negativas
La tarea de los doce hombres escogidos era acercarse a la tierra que tenían delante y ver cómo era, quienes la habitaban y a qué circunstancias se enfrentarían, para luego comunicar las buenas noticias al resto de israelitas. Ciertamente el lugar era hermoso y fértil. Contaron sobre los frutos que comieron y la abundancia que vieron, pero las opiniones eran contradictorias. El grupo se dividió, como suele suceder. Diez de ellos dijeron que era imposible conquistar esa tierra, mientras los otros dos, Caleb y Josué dijeron que si Dios lo había prometido, la victoria estaba asegurada.
Números 13:27-28 comparte las opiniones de los doce hombres: Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac.
Al leer este pasaje me pregunté ¿por qué Dios no les preparó todo para que simplemente llegaran y tomaran la tierra? Él pudo enviar una plaga para que los gigantes murieran y los israelitas cómodamente se instalaran, pero no lo hizo. ¿Por qué hizo que Moisés enviara doce espías, de los cuales, diez se acobardaron y dieron mal consejo y solamente dos creyeron?
Dios deseaba ver la fidelidad de Su pueblo y saber quienes tenían el carácter para recibir Sus bendiciones. Diez voces dijeron que era mejor regresar a la esclavitud y ¡el pueblo les creyó! Aunque parezca ridículo, la gente se molestó porque no fueron capaces de mantener su fe a pesar de todo lo que el Señor había hecho por ellos. Se dejaron convencer por las voces de esos diez hombres que se acobardaron frente a la realidad. Lo mismo sucede ahora cuando dudas ante las dificultades a pesar de ver las infinitas muestras del amor de Dios. Prefieres volver a la esclavitud del mundo porque piensas que siendo creyente todo debería ir bien. Te preguntas: “¿porqué las cosas se ponen difíciles si ahora voy a la iglesia, diezmo y vivo para el Señor? Antes me iba mejor, así que volveré al mundo, a las deudas y al pecado”. No caigas en la trampa, no escojas ser esclavo del vicio cuando ya tienes la libertad para conquistar lo que Él tiene para ti. Mantente firme para demostrarle que eres fiel y digno de Sus bendiciones.
La voz de la fe
Números 13:30-33 nos cuenta lo que sucedió después: Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.
Caleb asumió una actitud de fe e intentó convencer al pueblo pero los otros insistieron en su pesimismo. Nota que se vieron a sí mismos como langostas, siendo príncipes y esa visión de sí mismos definió lo que fueron capaces de compartir y sugerir. El concepto que tienes de ti mismo define tus límites y metas. Llegarás a ser y alcanzar los que creas que el Señor te ha permitido. Serás un insecto si lo piensas o serás un conquistador, si eres capaz de descubrir que Dios te ha diseñado como tal. ¿Qué espíritu habita en ti, el de un perdedor o el de un vencedor? No seas un príncipe que piensa como insecto.
Cierta vez, había cometido un error en mi trabajo y manejando de vuelta a casa, me decía cosas terribles: “eres un tonto, cómo se te ocurre equivocarte de esa forma…”, diciéndome estas cosas, perdí el control del timón y me salí de la carretera, entonces, rápidamente reaccioné, volví a la ruta y me dije: “soy bueno, enmendaré mi error y saldré adelante”. Castigarme no solucionaría nada, por el contrario, empeoraría las cosas.
Dios esperaba que los doce enviados comunicaran buenas noticias y dijeran: “la tierra es buena, tal como el Señor prometió, está habitada por hombres fuertes que darán la batalla pero nosotros seremos los vencedores porque así está dicho”. Ahora, esas doce personas están en el interior de cada uno, no son las voces de gente externa que te desalienta, sino son las voces internas de tu propia desconfianza y falta de fe cuando te enfrentas a un proceso difícil. Tu mente y corazón están divididos, el diablo quiere convencerte de que no puedes lograr lo que te propones, quiere que pienses que la enfermedad acabará con tu vida y que tus hijos nunca regresarán a casa. Todo el tiempo habla palabras de condenación que justifican lo malo que te sucede.
Esos diez hombres encontraron eco en el pueblo de Israel porque en el interior de cada uno había hombres semejantes, sin confianza en el Señor que preferían regresar a la esclavitud a luchar por lo que les pertenecía. Solamente dos, Josué y Caleb estaban seguros de vencer y obtener lo prometido. Así que cada uno obtuvo según su fe, quienes creyeron en la muerte, obtuvieron muerte y quienes creyeron en la victoria, también la obtuvieron. Dios quiere que las voces de temor mueran dentro de ti y las voces de la fe te lleven al triunfo.
Tú decides
Al igual que esos doce hombres, todos pasamos por desiertos, fuimos esclavos y enfrentamos circunstancias similares pero cada quien decide qué camino tomará y en quién se convertirá, si en un príncipe guerrero o en un perdedor derrotado. Los mismos procesos fortalecen o derrotan porque donde unos ven oportunidades otros ven fracaso. Tú decides si deseas ver a Jehová Jireh que provee y a Jehová Rafa que sana o deseas morir acabado en la miseria. Él no te sacó del pecado y el mundo para que decidas volver porque aún no llega lo que esperas.
El Señor no derrota a los gigantes antes que tú los veas para descubrir qué espíritu tienes dentro y qué tan dispuesto estás a obtener Sus bendiciones. Quiere matar esa voz que intenta robar la Palabra que te da. Él es paciente y preparó esa tierra buena para ti pero no te la dará si te acobardas. Él no le dará Sus promesas a la generación que piensa que lo bueno es malo y que es mejor salir adelante pidiendo préstamos al banco. Él decide según tus decisiones y responde cuando ve que le creemos.
Números 14:11 Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?
Dios se molestó y actuó según la fe que el pueblo le demostró. Por culpa de los que no creyeron, el resto tuvo que caminar otros cuarenta años para que durante ese tiempo, sus espíritus se contagiaran con la fe de aquellos que sí creyeron y fueron fieles. De ti depende cuánto tiempo tome ese proceso difícil que puede ser de cuarenta días ó cuarenta años. Demuéstrale que los problemas no te deforman, sino que te forman y ves oportunidades donde otros ven tragedias. No retardes el cumplimiento de tus promesas asumiendo una actitud negativa y pesimista. Créele para obtener.
Números 14:20-24 Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz. No verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.
Hay que aprende a ver Sus señales. Ser lavado por Su sangre es una gran señal de Su misericordia y deseo de bendecirte, no te niegues a comprenderla y aceptarla. ¿Por qué es tan fácil ver Su deseo por darnos la vida eterna y es tan difícil que creamos en Su anhelo por darnos prosperidad, bendición y restauración? Dios espera que se levante gente con espíritu diferente que sepa sacar fuerzas de cualquier proceso que enfrente. De ti depende lo que tus hijos y nietos reciban por el resto de su vida. Ellos se merecen esa vida mejor que tú puedes darles con la fe que demuestras en el Señor cuya voluntad es buena y perfecta. Deja que los diez hombres pesimistas mueran dentro de ti y tomen posesión esos dos creyentes que te dicen: “podemos lograrlo, tus promesas están al alcance de la mano”.
Caleb fue fiel hasta el final y entró a la Tierra Prometida cuando tenía 85 años, a pesar de ello, dijo: “aún estoy tan fuerte como el día que Dios lo prometió”. Esa es la fe que debemos imitar para que algún día, tu descendencia te diga: “gracias porque nos enseñaste a creer, provocaste la respuesta del Señor con tu fe, asegurándonos un futuro de bien. Nos has enseñado a creer y pactar con Dios que nunca olvida Sus promesas. Si volviera a nacer quisiera ser parte de tu familia “.
Cuando estés en la frontera entre la esclavitud del pecado y la promesa de recibir bendición, decide escuchar las voces que te dicen: “sigue adelante por el camino correcto, Dios está contigo y no te abandonará en medio del desierto”. Él te proveerá un mejor futuro y serás salvo, tú y tu casa. Demuéstrale que te urge Su intervención y con fe, provoca que mueva Su mano a tu favor. Saca ese luchador que llevas dentro para que logres conquistar tu herencia.
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