23 de septiembre de 2018
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Nuestras reacciones pueden determinar nuestro destino y cuando perdemos algo debemos cuidar que no nos lleven a perder todo lo demás. Muchos, por reaccionar mal ante un solo cliente, terminan perdiendo toda una empresa; otros, por una simple discusión, terminan perdiendo una gran amistad. En la parábola de los talentos, vemos a un hombre que no fue reprendido a causa de su miedo o de su falta de habilidad para los negocios, sino de sus palabras.[1] Si ya había perdido la productividad del talento que le fue otorgado, terminó perdiéndolo todo por culpa de su reacción.
Estas parábolas no se quedan en la Biblia y pasan a la vida real. Conocí el caso de una joven que quedó embarazada sin planearlo y sus padres reaccionaron tan mal que ella tuvo que irse a vivir a otra ciudad. Los abuelos se quedaron sin conocer al nieto, pero no solo lo perdieron a él sino también a la hija y a los demás nietos. ¿Qué necesidad había de desatar estas pérdidas familiares en cadena? Hay cosas que quizá no puedas recuperar, pero no permitas que tus reacciones provoquen que no puedas recuperar nada.
Una de las estrategias del enemigo es quitarnos una sola cosa y el resto las perdemos nosotros. No se perdieron cien ovejas, se perdió una; no se perdieron diez dracmas, sino una; tampoco se perdieron todos los hijos, sino uno, el hijo pródigo. Aunque es doloroso perder a un ser querido, debemos comprender que no los perdimos a todos: los demás siguen ahí. No siempre se pierden cien ovejas o todas las dracmas, pero se podrían perder fácilmente con una reacción incorrecta. Lo mejor que podemos hacer ante una pérdida es reaccionar sabiamente.[2] La fe regula correctamente nuestras emociones.[3] Aprende a reaccionar como Jesús cuando lo crucificaron: pidiéndole al Padre que perdonara a quienes lo hicieron.[4] La forma como se comportaron los ladrones al lado de Jesús también fue determinante para que solo uno de ellos, el que reaccionó correctamente, obtuviera la vida eterna.[5]
Con cada reacción equivocada, incluso nuestra personalidad empieza a cambiar, así que no te conviertas en la persona que no quieres ser. Hay gente que no puede dormir a veces porque no tiene un techo, pero hay quienes teniéndolo no pueden dormir por lo incómoda que se les está haciendo la vida. Nuestro Padre nos quiere enseñar a vivir, así que pídele fe y sabiduría para aprender a controlar tus reacciones. Verás la recompensa cuando tu actitud correcta logre que recuperes más de lo que has perdido.
[1] Mateo 25:24-30: Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
[2] Mateo 5:38:41: Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
[3] Habacuc 3:17-18: Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.
[4] Lucas 23:33-34: Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
[5] Lucas 23:39-43: Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
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