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Recibamos Su promesa

Recibamos Su promesa

28 de agosto de 2022

Tiempo de lectura: 4 minutos

He compartido últimamente que estamos bendecidos bajo la bendición de Abraham, misma que Dios juró. Pero hoy quiero compartir sobre la triple bendición que esto nos trae: la de multiplicación, la de abundancia y la mayor de todas: al Espíritu Santo.

La mayoría tenemos claro que fuimos redimidos de la maldición de la ley por medio del sacrificio de Cristo en la cruz,[1] pero tomemos en cuenta que la ausencia de la maldición no es lo mismo que ser bendecido. La bendición de Abraham, o sea, la bendición de abundancia y multiplicación, la recibimos por medio de la fe.[2]

En las carreras de caballos se habla de la triple corona: la de un caballo que corre y gana las tres carreras más importantes en el mismo año. Son pocos los caballos que lo habrán logrado hasta ahora. Es lo mismo que sucede con los hijos de Dios al recibir la triple bendición.

Sin embargo, hay gente que quiere la multiplicación, pero no se expone a la unción del Espíritu Santo. Otros quieren la unción del Espíritu Santo, pero rechazan la bendición de multiplicación económica. Ambos grupos olvidan que tanto una como la otra provienen de Dios.

El Padre nos da la unción del Espíritu Santo sin límites[3] y por medio de Cristo recibimos la bendición que nos redime de toda pobreza.[4] En este contexto podemos considerar como pobre no solo a quien nunca ha tenido recursos, sino también a quien ha sido despojado de sus bienes, de su influencia, de su posición y de su honor. Por lo tanto, con la unción[5] traerá restitución hasta de tu nombre y tu apellido, de tu familia y de tu empresa.

No te distraigas si en la potestad del Padre no te compete saber ahora mismo cuándo verás cumplida la promesa[6] y tan solo cree. Por ejemplo, creemos en todo lo que relata la Biblia aunque no hayamos sido testigos de nada de eso. Sin embargo, Dios desea que por medio de la unción del Espíritu Santo seamos testigos de Sus milagros.

Por lo tanto, no fuimos testigos de cómo Dios le proveyó a la viuda de Sarepta a través de Elías, pero hemos sido y seguiremos siendo testigos de las personas a las que ha bendecido con multiplicación en este tiempo. Tampoco somos testigos del Antiguo Testamento y de cuando Raquel, que era estéril, concibió un hijo; pero seguramente seremos testigos —porque yo lo he sido ya— de muchas personas de este siglo que serán padres de familia cuando pensaban que no podían concebir.

También para eso nos fue enviado el Espíritu Santo: para que seamos testigos de los milagros de hoy. Así como Jesús, hemos sido ungidos con el Espíritu para sanar oprimidos,[7] pero debemos hacer uso de esa unción. Si estás esperando ser perfecto para bendecir a alguien, esa persona se quedará sin bendición. Así que no te haga falta la fe.


[1] Gálatas 3:13-14: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

[2] Hebreos 6:12-14: A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. 

[3] Juan 3:34: Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. 

[4] Lucas 4:17-20: Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. 

[5] Lucas 24:49: He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.

[6] Hechos 1:3-8: A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad. Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

[7] Hechos 10:37-38: Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

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